Es realmente elevado el nivel de calidad de las embarcaciones livianas fabricadas en el país, como lo demuestran el reconocimiento internacional y las exportaciones efectuadas desde hace más de un cuarto de siglo, así como los triunfos de los deportistas compatriotas.
La industria puede responder a prácticamente cualquier tipo de demanda: desde unidades destinadas al transporte, cargas, turismo o uso deportivo hasta las requeridas para la pesca comercial, la seguridad o la defensa.
El sector de las embarcaciones livianas está formado por más de 120 constructoras –en su mayoría pequeñas y medianas (pymes), que en determinados casos exhiben una tradición de casi tres generaciones– de veleros, cruceros, botes, lanchas, inflables, motos de agua, equipamiento y todos los servicios para la producción y el mantenimiento de las mismas.
El 92% de todas estas realizaciones está compuesto por lanchas y botes con motor de menos de 7 metros, el 2% por veleros, otro 2% por cruceros y el 4% por unidades de diferentes características. Últimamente se estimaron más de 140.000 embarcaciones matriculadas.
Esas constructoras se concentran principalmente en un 70% en el norte del Gran Buenos Aires, en los partidos de Escobar, Tigre, San Fernando, San Isidro y Vicente López, y el 30% restante en el interior, fundamentalmente en Córdoba y el Litoral. Tienen una capacidad instalada distribuida en más de 700.000 metros cuadrados y ocupan a 17.500 personas, en forma directa e indirecta.
Algunas firmas trabajan a pedido y en forma no seriada, por lo que en el peor momento de la crisis financiera global fueron las más afectadas. Otras procuran generar sus propias demandas con series cortas.
En el 2007 se hicieron 4.500 unidades y cuando parecía que la actividad comenzaba a recuperarse la citada complicación provocó una caída del 30% en el 2008 y se fabricaron 3.150, pero se matricularon 5.890. En el 2009 los precios se mantuvieron congelados y cayeron las ventas.
Las exportaciones crecieron por influencia de los diseños, la administración, el marketing y la capacidad financiera. En el 2000 sumaron 250.000 dólares y desde el 2003 crecieron a un ritmo del 60 al 70% anual: pasaron de 2,7 millones a 18,8 millones en el 2007 (871 unidades) y más de 15 millones en el 2008 (786), según el Centro de Estudios para la Producción (CEP), ahora en la órbita del Ministerio de Industria y Turismo.
El diseño y la calidad como valor agregado permitieron que la industria llegara a 31 países y compitiera con los mejores productores mundiales de España, Italia y Estados Unidos.
Uno de los problemas que se plantearon fue el de los impuestos internos aplicados a la actividad, que desalentaron operaciones. Por eso Jorge Farré, presidente de la Cámara Argentina de Constructores de Embarcaciones Livianas (Cacel), solicitó la eliminación de los mismos por considerarlos “flagrante demostración de inequidad tributaria y traba evidente para el consumo”. Esos pedidos se hicieron al Ministerio de Economía y Producción (ahora de Economía y Finanzas Públicas) y a ambas cámaras del Congreso de la Nación, con el apoyo de provincias, municipios, entidades industriales y sindicatos.
La falta de mano de obra calificada influyó para que la situación se volviera más difícil, de acuerdo con la Cacel, que durante bastante tiempo buscó generar el compromiso de integración y los esfuerzos conjuntos de universidades nacionales, municipios y la industria naval a favor de la educación técnica de nivel medio y básico.
El Consorcio Parque Náutico San Fernando fue creado por la Municipalidad de San Fernando (51%) y la Cacel (49%). “Es, ante todo –según el intendente de ese distrito bonaerense, Osvaldo Amieiro–, un proyecto de inclusión productiva, de trabajo, de creación empleo y de fortalecimiento de la industria”. En agosto pasado inauguró nuevas oficinas para el predio ferial de la primera marina de acceso público del país, que luego sirvió de sede de la 17ª edición del Salón Náutico Argentino. Se adecuó la estructura preexistente para la organización de encuentros (acreditación, prensa y sala de reuniones), administrativas (donde funcionará la Cacel), auditorio para charlas y conferencias, áreas comunes y sanitarios y vestuarios para amarristas.
Farré insistió en que, además de contribuir a la recreación y al deporte, la actividad representa una gran fuente de ingresos para el citado distrito, a través de cánones y una fuente de trabajo. En la 17ª edición, el gobernador Daniel Scioli elogió la visión estratégica y el trabajo articulado y adelantó que, en reconocimiento de la mano de obra calificada requerida por la industria, este año se relanzará la tecnicatura naval.
Asimismo, ante la necesidad de obtener permisos para importar repuestos, se comprometió a articular acciones con el Ministerio de Producción bonaerense y el gobierno nacional. El ex motonauta publicitó que la provincia “es la gran cuna de la industria de la náutica liviana, un sector estratégico para generar empleo que demuestra hoy su confianza en la recuperación económica y hace el esfuerzo para mostrar todas sus novedades”.
Consciente de la necesidad de promover la educación técnica, en particular la tecnicatura naval y los oficios conexos, Cacel decidió en noviembre último otorgar becas para la formación de carpinteros navales. Sus destinatarios serán alumnos del ciclo 2010 del Colegio Don Orione, ubicado en Tigre (provincia de Buenos Aires). El monto para el próximo ciclo lectivo asciende a 20.000 pesos distribuidos en cinco bimestres entre los diez alumnos con mejores calificaciones (400 a los seis mejores y 200 a los cuatro subsiguientes). A fin de año premiará con 2.000 pesos al mejor promedio anual, 1.000 al segundo y otros tantos al tercero. Cacel ofrecerá, inclusive, un programa de cinco visitas anuales a astilleros, como mínimo, para que los alumnos conozcan el ambiente de trabajo y las tareas relativas al oficio.
Esta iniciativa surge como expresión del compromiso de la entidad en la formación de recursos humanos aptos para integrarse a una industria de fuerte orientación exportadora y como demostración de que la articulación público-privada en la definición de currículas y promoción de oficios es una realidad a la que está dispuesta a apostar con hechos concretos.
Bayliner, una de las marcas de Brunswick Boat Group, el mayor fabricante de lanchas y motores náuticos del mundo, firmó un acuerdo en octubre pasado con la firma nacional Marine Sur, que fabrica 600 lanchas por año en su planta de Campana (provincia de Buenos Aires). Se especificó que cada modelo Bayliner no compita con los de Marine Sur.
La historia comenzó aquí en el siglo XX
El origen de la industria de embarcaciones livianas en la Argentina surgió en el norte del Gran Buenos Aires, sobre la ribera del Río de la Plata, a principios del siglo XX. Allí se instalaron los primeros astilleros, fundados en su mayoría por inmigrantes europeos que aplicaron sus conocimientos para la construcción en madera de veleros, cruceros y lanchas.
La actividad siguió desarrollándose y permitió el acceso de más personas en las siguientes décadas, sobre todo cuando comenzó a utilizarse plástico reforzado en 1970 y se encararon producciones seriadas.
Actualmente el sector abarca principalmente los partidos bonaerenses de Tigre y San Fernando.
En este último, la Cámara Argentina de Constructores de Embarcaciones (Cacel) recordó en su 17º Salón Náutico Argentino, en octubre pasado, a los siguientes diseñadores locales que contribuyeron a la formación de la “marca Argentina” en el mundo:
• Germán Freís, quien a los 17 años creó su primera embarcación de competición e inició una importante trayectoria en la Argentina, Estados Unidos e Italia. Muchos de sus emprendimientos alcanzaron los primeros puestos en competiciones mundiales.
• Manuel Campos, desde su estudio “El fondeadero”, diseñó barcos de madera fuertes y confortables y trabajó junto a Roberto Hossman, por ejemplo, en el velero “Fortuna”, el más antiguo del hemisferio sur, que en 1966 ganó la regata de Newport (Estados Unidos) a Bermudas.
• Juan Baader arribó en 1929 desde Alemania, con 25 años, un título de ingeniero naval y pocas palabras en español aprendidas durante el viaje. Introdujo en el país los yates con espejo de popa para alcanzar mayor velocidad. También fue pionero en el modelado de lanchas de plástico.
• Oscar Pagliettini se destacó en la motonáutica no sólo como diseñador sino también como deportista (con su lancha “Mosquito II” obtuvo el campeonato argentino del año 1952).
• Jorge Regnícoli y su primo Horacio integran la segunda generación de una familia de diseñadores. El primero diseñó 134 embarcaciones de turismo, pesca, trabajo, seguridad y competición. Estas últimas obtuvieron varios récords y campeonatos mundiales, sudamericanos y nacionales.
Miguel ángel Fuksmiguelangelfuks@yahoo.com.ar