Los empresarios miran con cierta preocupación las tendencias que comienzan a visualizarse para el 2010. Si se concreta lo que piden los gremios (subas de entre 22% y 24% sobre los salarios), la mayor parte de esos incrementos se trasladará a los precios.
Es que lejos de pensar que los aumentos de los sueldos de los trabajadores terminarán en una "ansiada" redistribución de la riqueza, los empresarios aseguran que las potenciales subas de salarios, si finalmente están en esos números, lo volcarán a los precios, al menos ésta es la amenaza desde las sombras. Pero si finalmente éste es el escenario, la inflación será más alta de la requerida por los mismos hombres de negocios, por el gobierno y también por los propios asalariados, que observarán cómo el aumento percibido se licuará cada vez que concurran al supermercado.
Es que la historia de lo que se cobra por una ventanilla y se paga por otra se repite en la Argentina desde hace años y no hace distinción en cuanto a las preferencias ideológicas de los gobiernos de turno. Siempre que los aumentos salariales fueron importantes en cuanto a porcentaje, también lo fue la inflación.
Lo que tienen en cuenta los empresarios, además, es cuánto puede representar el futuro aumento salarial medido en dólares. Es que con una moneda norteamericana que el mercado pronostica relativamente estable durante este año, una suba mayor al 20% en los salarios representa casi 35% en dólares.
La otra preocupación está centrada en el déficit público. En momentos donde 20 provincias del país cerraron el año pasado en rojo, muchas empresas ligadas al Estado perderán financiamiento por la falta de dinero que se espera en las arcas provinciales para este 2010.