Ésta es la época en la que se concretan las mayores ventas de juguetes por las celebraciones de Navidad y Reyes, sin olvidar las que invariablemente se registran para el Día del Niño (ver aparte). "El 2009 pintaba muy difícil con la crisis mundial; se avecinaba una caída en las ventas, era un año bastante complicado, pero el gobierno hizo bien las cosas", admitieron en la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (Caij). A pesar de los aumentos de precios, el año pasado se vendieron entre 15% y 25% más artículos respecto del 2008, aun con las demoras en aprobarse las importaciones.
La fabricación en el 2009 subió un 10% en relación con el 2008, cuando los precios aumentaron el 12%, promedio, ya que ciertas firmas los elevaron un 8% y otras un 15%.
En el 2009 no hubo "ni la cantidad ni la calidad de juguetes de otras temporadas". Muchos lanzamientos se postergaron por "las demoras que existieron para ingresar productos desde el exterior", advirtieron desde la Asociación Argentina de Empresas del Juguete y Afines (Aadeja). Allí estimaron que el mercado movilizó cerca de 600 millones de pesos anuales e importó por 100 millones de dólares.
El mercado interno osciló por la crisis financiera global y, además, los avances tecnológicos e informáticos que atraen a los más pequeños -como computadoras y videojuegos-, aunque continuaron vendiéndose juguetes tradicionales.
Por mucho tiempo, la industria vendió el 60% de su producción en el área metropolitana y el 40% restante en las provincias, aprovechando buenos momentos de las economías regionales. Esa proporción se invirtió cuando se desencadenó la "guerra" del gobierno nacional con el sector agropecuario por las retenciones a las exportaciones.
La Caij recomendó al gobierno seguir controlando las importaciones y hacer lo posible para que no decaiga el poder adquisitivo de la gente, para lo cual insistió en que controlara la inflación porque "va limando el poder adquisitivo de la gente y termina frenando las ventas". El Ministerio de Economía y Finanzas Públicas estimó en el presupuesto 2010 una inflación del 7% y consultoras privadas que oscilaría del 17% al 17,5%, casi 4 puntos más que en el 2009. De cualquier manera, en general el consumo se incrementaría -especialmente el de alimentos- por la asignación universal de 180 pesos por hijo menor de 18 años que abarcaría a casi 3,8 millones de descendientes de familias desempleadas o subocupadas -¿llegarían a 4,5 millones en seis meses?- y el complemento otorgado a jubilados y pensionados.
Cuando Néstor Carlos Kirchner, ex presidente de la Nación y actual diputado nacional, extraoficialmente supo que el Producto Interno Bruto (PIB) habría caído el 1,4% en el 2009, quizás sin pensar en el ajuste que se necesitaría ni en la inflación, instruyó a quienes secundan a su esposa presidenta a hacer lo necesario para elevar el consumo de este año al 6,8%... Aun cuando la inversión demostró una lenta recuperación, el contrapeso provendría de las citadas asignaciones y el "Programa de recuperación productiva" (Repro), por el cual el gobierno nacional pagó parte de los salarios a 139.500 trabajadores privados el año anterior.
Los bancos procuraron reforzar beneficios para captar más clientes, no obstante las reticencias de ciertas marcas a mantener los convenios de promociones, e intensificaron las ofertas en las últimas semanas para adquisiciones con diferentes tarjetas de crédito en 12 cuotas mensuales sin interés.
La Caij trabaja desde hace años para regular el mercado con entidades de importadores, con la intención de que se reparta en un 50% entre una y otros, pero la industria nacional capta del 35% al 38%. Surgieron recomendaciones para que las compras en el exterior cumplieran con "valores de referencia", sin subfacturaciones; el chequeo de las que ingresen y el cumplimiento de las normas vigentes. Y, por supuesto, se tuvo en cuenta que las fábricas requerirían un horizonte de 3 años para invertir y trabajar.
En el Centro de Estudios para la Producción (CEP) observaron diferencias en los productos nacionales e importados, siendo una de las significativas la comercialización de licencias de personajes y de fábricas.
Aquellos que obtienen licencias -anuales y renovables- deben invertir en maquinarias y equipos y en mejorar su comercialización, garantizando que realizarán juguetes de calidad, estandarizados y con las especificaciones de seguridad y los procesos que figuran en los contratos. No faltaron las firmas nacionales que recurrieron a licencias y casi simultáneamente desarrollaron sus diseños o las extranjeras que vendieron licencias y después instalaron aquí sus oficinas para manejar mejor sus negocios.
De cualquier manera, la industria afrontó importaciones más baratas, sin marcas y en grandes volúmenes. Muchos súper e hipermercados trajeron directamente artículos con licencias, que les aseguraban ventas masivas, y obligaron a los fabricantes locales a rebajar precios y extender los plazos de cobranzas para incursionar en este canal de comercialización.
Carrefour privilegió desde mayo pasado las ventas responsables de juguetes argentinos y rechazó los elaborados con ftalatos (plásticos tóxicos). Antes, en octubre de 2004, optó por no ubicar en sus góndolas aquellos bélicos que impulsaran conductas agresivas en los niños.
La Caij inauguró en 1993 un laboratorio para ensayos con la intención de afianzar la seguridad de los juguetes en condiciones de venderse en el país. Después se aplicaron restricciones a todos esos productos. Por resolución 1.107/2008, del Ministerio de Salud de la Nación, se encaró el "Programa de prevención y control de las intoxicaciones" y prohibió la fabricación, importación, exportación o entrega gratuita de ciertos artículos.
Por otra parte, la Caij suscribió en el 2007 un acuerdo con los importadores para proteger a los fabricantes locales, que estaba relacionado con alzas de los "valores criterio" fijados por la Dirección General de Aduanas (DGA), por debajo de los cuales no se admitían ingresos. Eso elevó los precios de referencia de los de China, India, Emiratos Árabes, Hong Kong, Israel, Pakistán, Taiwán y las dos Corea. Asimismo, la DGA buscó desalentar los arribos de falsificaciones y marcas "truchas" y, como contrapartida, los importadores se beneficiaron con la disminución de 60 a 30 días de los plazos para obtener las licencias no automáticas.
A fines de julio último, Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, restringió las importaciones y demoró los trámites, con el objetivo de contrarrestar la fuga de capitales y obligar a los importadores a que exportaran por cifras similares para que cada fin de año exhibieran balances equilibrados entre las compras y las ventas al exterior. El controvertido funcionario apeló a licencias no automáticas, un régimen aplicado en diferentes sectores desde el 2005, que deben librarse en un máximo de 60 días, pero que se demoraron más de 200. A muchas empresas les resultó imposible cumplir con la obligación de exportar, por trabajar sólo con importaciones, principalmente de China, que llegó a representar el 70% de la producción mundial y el 30% de las exportaciones (58% sin las de Hong Kong y Macao), mediante más de 20.000 fábricas con mano de obra barata. Sin embargo, la nación asiática redujo en el 2008 sus exportadoras por "problemas internos fuera de la tormenta" provocada por la crisis financiera global. A los empresarios locales les resulta difícil competir con semejante gigante, incluso en los segmentos de muñecos, peluches y autos en miniatura. Aparte, desde los ´80 del siglo pasado se intensificaron las demandas de juguetes de personajes que aparecían en la televisión y el cine, cuyas propiedades intelectuales pertenecían a multinacionales asociadas con grandes estudios y en demasiadas ocasiones eran fabricados en China.
Brasil, a su vez, exportó tres veces más de juguetes a la Argentina de los que importó en los últimos años. A un mes de estas fiestas, Moreno convenció a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para que autorizara su resolución 894, fundamentada en la necesidad de eliminar "asimetrías" en el comercio bilateral, y suspendió las disposiciones 300 y 506 del 2000, que reconocían los certificados del Instituto Nacional de Metrología, Normalización y Calidad Industrial (Inmetro). El funcionario se acordó que Brasil, a partir del 2007, dejó de aceptar los certificados de otras naciones, como los de la Argentina, generando demoras aduaneras y, consecuentemente, mayores costos a los importadores, quienes redujeron sus operaciones.
La industria argentina también concreta exportaciones, fundamentalmente al Mercosur, pero la devaluación de la década pasada no las incentivó demasiado, pero sí frenó importaciones.
Días de más ventas y voracidad por las novedades
Una de las características locales es que los períodos de demandas por juguetes son muy breves, y más todavía si se los compara con la vida de los mismos productos en otros mercados, de acuerdo con un estudio del Centro de Estudios para la Producción.
Lo que en otros países se vende en dos o tres temporadas consecutivas, en la Argentina llega a agotarse en una. Eso se interpretó como una respuesta a "una voracidad por las novedades", efecto que también determinó que el éxito de ventas está condicionado por la velocidad en satisfacer cada demanda puntual en el tiempo adecuado.
La demanda, entonces, está estimulada por permanentes innovaciones y una relación muy intrincada entre productores, importadores, distribuidores, medios de comunicación y publicidad.
En cuanto a la estacionalidad de la demanda, casi todas las empresas consideraron que los "picos" de ventas son muy pronunciados para los días del Niño, Navidad y Reyes (más del 60% de las totales).
Esta opinión es compartida por la mayoría de los importadores.
Por eso existen coincidencias respecto de que las ventas que no se concretaron en los últimos días y hasta pasado mañana, previo a Reyes, se perderán definitivamente.
Miguel Ángel Fuks
miguelangelfuks@yahoo.com.ar