No se llegaría a un acuerdo que profundizara el Protocolo de Kyoto -no fue firmado por ciertos países, entre ellos los Estados Unidos- en la 15ª Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Unfccc, por sus siglas en inglés), que reuniría a representantes de 192 Estados en Copenhague (Dinamarca) entre el 7 y el 18 de diciembre. Eso se debería a que no lograron coincidencias para disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) del 25% al 40% hasta el 2020, como también las de metano, óxido nitroso, clorofluorcarbonos y hexafloruro de azufre.
La Unfccc se originó en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (Brasil) en 1992. Cinco años más tarde, 188 países aprobaron el citado protocolo, comprometiéndose a estabilizar tales emisiones para evitar el "efecto invernadero" y reducirlas, en los desarrollados, el 5,2% entre el 2008 y el 2012 con relación a 1990.
Los más contaminantes, los Estados Unidos y China, dejaron trascender en la Cumbre Asia-Pacífico, en Singapur, catorce días atrás, el posible fracaso de la 15ª convención. Sin embargo, en la capital dinamarquesa quizás firmarían un compromiso de trabajo, sin objetivos demasiado concretos, postergando un nuevo tratado para discutirlo en México en el 2011.
El presidente chino Hu Jintao prometió que su país reducirá las emisiones de manera "considerable", si Estados Unidos adopta medidas equivalentes. En tanto, su colega norteamericano Barack Obama sorprendió cuando el 25 del mes pasado anunció que irá a Copenhague donde prometerá reducir las emisiones el 17% antes del 2020 y llegar al 83% antes del 2050, ambas con relación a las del 2005.
La adaptación al cambio climático exigiría una inversión global de 600.000 millones de dólares, según la "Encuesta mundial económica y social 2009" de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en tanto no encararla provocaría pérdidas del 20% del Producto Internacional Bruto (PIB). Como la mayor parte de esa inversión deberían aportarla los países industrializados a los pobres, se propuso para estos últimos implementar un "plan Marshall" destinado a energías renovables, forestación, asistencia técnica y desarrollo.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Población (Fnup) insistió, el 18 de este mes, en cómo influyen en el cambio climático el crecimiento demográfico, las edades y la composición familiar. Incluso aseguró que las mujeres sufren más sus consecuencias y hasta mueren en una mayor proporción.
Pruebas "abrumadoras" sobre el calentamiento de la tierra presentó en el 2006 el británico lord Nicholas Stern, profesor de la London School of Economics y autor de un estudio para el gobierno de Tony Blair que alertó acerca de sus consecuencias "desastrosas" de no adoptarse medidas urgentes, ya que afectaría el acceso al agua potable, la producción de alimentos, la sanidad y el medio ambiente.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (Ipcc) -obtuvo el Premio Nobel de la Paz en el 2007- es un organismo de la ONU que desde fines de la década del 80 alertó sobre sus impactos y consecuencias.
Planteó que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) deberían alcanzar su "techo" en una década para que no se desencadenen "poderosas fuerzas naturales que escapen de nuestro control". El físico argentino Osvaldo Canziani, copresidente del Grupo de Trabajo II-Vulnerabilidad, Impactos y Adaptación al Cambio Climático del Ipcc, opinó que "se está jugando a la ruleta rusa de no reducirse el 70% de las emisiones".
La Agencia Meteorológica del Reino Unido difundió un documento sobre cuál sería el impacto mundial si la temperatura media aumentara 4 grados centígrados. Recomendó que los desarrollados ayuden con financiamiento a reducir en un 80% las emisiones para el 2050.
Quizás las primeras preocupaciones de la Argentina se remontan a 1974, cuando preparó una propuesta de seguridad ecológico-ambiental colectiva, global. Y, como recordó Juan Carlos Villalonga, director político de Greenpeace Argentina, "planteó en el 2000 una reducción de emisiones voluntaria, que jamás se ratificó". "En cuanto a la protección del medio ambiente, la solución global se impone", declamó Néstor Carlos Kirchner, cuando era presidente, en la V Cumbre Unión Europea, América Latina y Caribe en mayo del 2006.
El Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (Ceads) -nuclea a 47 firmas- fue fundado en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro (Brasil) en 1992, tras crearse el World Business Council for Sustainable Development (Wbcsd). Ésta es una red global con 230 miembros de más de 35 países y 20 sectores industriales, que involucra a mil líderes de empresas y concentra sus esfuerzos en energía y clima, desarrollo y el rol de las empresas.
Homero Bibiloni, secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, en un encuentro de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en Santiago de Chile, habló de un Fondo Multilateral para la Tecnología del Clima (Mctf, en inglés), como sugirió la Unfccc, con "montos fijos, establecidos y negociados" de países desarrollados. Servirían para la transferencia de tecnología, investigación y desarrollo, entrenamiento, compra de derechos de propiedad intelectual y pagos de las inversiones gubernamentales.
El "Foro nacional sobre cambio climático: el camino hacia Copenhague, la situación argentina y su contexto latinoamericano" fue realizado el 3 de este mes por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (Farn), la Universidad Nacional de General Sarmiento y la Fundación Avina, que son miembros de la Plataforma Climática Latinoamericana, y convocaron el Instituto Tecnológico Buenos Aires (Itba) y la Fundación Cambio Democrático. "Cuando (los gobernantes) dicen que sus prioridades son la salud, la educación y el bienestar de la gente, no toman en cuenta que, lamentablemente, el calentamiento afecta todo eso", puntualizó Canziani. La quema de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo), la deforestación y la ganadería, entre otras actividades, emiten gases que, como el CO2, atrapan el calor del sol en la atmósfera e intensifican el efecto invernadero natural.
La Argentina presentó comunicaciones a la Unfccc de sus "esfuerzos" y reconoció que resta aún mucho por hacer. Conforme a lo pactado con el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF), se aguarda que la Argentina cuente en junio del 2010 con "una estrategia y un plan de acción con estructura y presupuesto propios".
Los bonos de carbono constituyen uno de los mecanismos propuestos en Kyoto para la reducción de emisiones causantes del calentamiento global o los GEI y son incentivos económicos para que empresas privadas contribuyan a mejorar la calidad ambiental. La transacción de los mismos ayuda a mitigar la generación de gases contaminantes, beneficiando a las firmas que no lo hacen o la disminuyen y obligando a pagar a aquellas que contaminan más de lo permitido. Entre los proyectos certificables, figuran los de generación de energía renovable, mejoramiento de la eficiencia energética de procesos, forestación y limpieza de ríos y lagos.
La ONU entrega los bonos a las empresas, exigiéndoles previamente que demuestren nuevas inversiones en tecnologías menos contaminantes. Regula, por otra parte, el cumplimiento de los acuerdos y que cada país defina si obliga a sus empresas a reducir las emisiones de GEI o a adquirir bonos a firmas que ya lo lograron. La compraventa de los mismos originó un mercado global estimado en 200.000 millones de dólares.
En el ámbito local, es algo todavía incipiente -con aportes públicos y privados y del Banco Mundial-, limitado a 75 proyectos. De cualquier manera, sólo se habrían aprobado 15 dentro del "Mecanismo de desarrollo limpio", que otorga a las naciones emergentes y poco contaminantes "certificados de reducciones de emisiones" que cotizan en el mercado internacional; otros 11 consiguieron la aprobación nacional y aguardan la ratificación convencional.