Hasta no hace tanto tiempo, la contaminación ambiental en la Argentina parecía circunscribirse al Riachuelo, la minería, la sobreexplotación pesquera, los cultivos con soja, la construcción indiscriminada, la eliminación de espacios verdes, la energía nuclear y la pastera Botnia, como argumentaron el Colectivo SOS Tierra Arte Acción, gremios, asambleas y otras organizaciones no gubernamentales. A eso se agregaron recientemente sequías que perjudicaron cultivos y dejaron sin agua potable a pueblos -sobre todo los cordobeses-, inundaciones que obligaron a traslados de habitantes y haciendas, glaciares en retroceso y temperaturas inusuales.
Precisamente, si la temperatura media en la Argentina aumentara 4º C -como pronosticó la Agencia Meteorológica del Reino Unido-, las cosechas de maíz y trigo se reducirían en hasta el 40% y también bajaría la de soja.
Para evitar la degradación de las tierras secas, se reclamaron medidas y fondos de los países en desarrollo en la 9ª Cumbre de la Convención de las Naciones Unidas contra la Desertificación, realizada en Buenos Aires el 21 de septiembre pasado.
Un plan nacional de cambio climático, preparado por la Fundación Bariloche (FB) para la compañía Endesa, señaló que las emisiones netas de los GEI ascendían en 1990 a 6,73 toneladas de CO2 equivalentes por habitante, pasaron a 7,89 en el 2005 y ascenderían a 12,66 en el 2030 de mantenerse las tendencias. Con mitigación, llegarían a 9,73 en el 2030, con una disminución del 23,14% respecto de la proyección original. De prevalecer los actuales criterios, la FB previó una creciente participación de la generación térmica, con sustitución del gas natural por derivados del petróleo y carbón mineral, y un alza limitada de las energías renovables. De mitigarse las emisiones de los GEI, se recomendó mejorar la eficiencia en artefactos domésticos y en ferrocarriles de pasajeros y de cargas y los subterráneos, penetrar en el sistema público interconectado de fuentes nuevas y renovables de pequeña escala, regular la producción de soja reemplazándola por pasturas y otros cultivos anuales y disminuir los residuos sólidos urbanos. Así los ahorros energéticos en el 2030 representarían el 25% de los consumos del 2005.