Cualquier indicador económico que quiera reflejarse en el sistema educativo de Neuquén da un resultado positivo. La comparación sobre los niveles de salarios respecto del resto de las provincias del país, los presupuestos destinados al sistema, la inversión que insume el Estado por alumno; todas son variables con resultados por encima de la media nacional.
Pero estos buenos indicadores económicos van a contramano de los resultados pedagógicos que se obtienen y de la "productividad" en la utilización de un recurso escaso como es el dinero.
Un reciente informe elaborado la consultora Economía & Regiones (E&R) detalla en este sentido que el salario de bolsillo de un docente neuquino se encuentra entre los cinco más altos de todo el país.
Lo mismo ocurre con el salario básico y el bruto.
A esto hay que sumarle la baja participación de aportes en el sueldo de los docentes neuquinos que tiene la Nación. Hoy el gobierno nacional participa con transferencias sobre los haberes docentes de las provincias a través de Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid) y del Programa Nacional de Compensación Salarial. En un salario de un maestro neuquino con diez años de antigüedad, el aporte de Nación alcanza sólo al 4,8%. Un valor que se encuentra entre los más bajos de las provincias. Es decir que el esfuerzo de las arcas neuquinas para sostener los haberes de los docentes es mucho mayor que en otros distritos.