No es noticia que la Educación en Neuquén atraviesa por uno de sus peores momentos.
Por un lado, existe un serio problema de gestión en el gobierno que no termina de encauzar la anarquía que se vive en el sistema. Continuas órdenes y contraórdenes entre los funcionarios de medio y alto nivel dejan al desnudo la falta de una política educativa en la provincia. No hay un norte claramente definido en este tema.
Por el otro lado, está la vorágine de un sindicato que termina priorizando sus esquemas de supervivencia por encima del conjunto. Ni siquiera se respetan, en esta imparable carrera por el poder, sus activos más importantes: los docentes y los alumnos.
Hoy el sistema educativo funciona, simplemente, por inercia. Y en este perverso esquema los políticos buscan a toda costa mantenerse atados a sus puestos, los sindicatos presionan por mayores fondos para gastar y la sociedad, atónita y ya insensible frente a este espectáculo, solicita -sin logros a la vista- algo de cordura en medio del caos.
La lucha de poder por controlar el manejo de la Educación lleva años. No es algo nuevo para la provincia ni es ajeno a la historia del MPN cuando estuvo al frente del gobierno.
¿Por qué señalamos que existe falta de gestión?
Durante años, los gremios presionaron sobre los gobiernos para que aumentaran sus presupuestos educativos. La administración Sapag tomó la correcta decisión política de elevar los fondos destinados a Educación a meses de haber asumido al frente del Ejecutivo. Las estadísticas oficiales señalan que al cierre del primer semestre del corriente año la provincia lleva erogados en este rubro algo más de 798 millones de pesos.
La cifra muestra que se duplicó el gasto cuando se compara este valor con el del mismo período del 2007 (último año de la gestión Sobisch). Para el cierre del 2009 se proyectan erogaciones presupuestarias superiores a los 1.600 millones de pesos, todo un récord para la provincia.
Uno de los argumentos del gremio para "defender" este importante crecimiento es que el presupuesto neuquino también creció y lo hizo en forma importante.
Pero el dato que hay que tener en cuenta para hacer un correcto análisis económico es aquel que señala que en el primer semestre del 2007 los gastos en educación representaban el 21% del total de las erogaciones presupuestarias, mientras que, para este año, este indicador se elevó al 32%. Es decir: tanto en forma relativa como absoluta, el crecimiento fue importante.
Con los objetivos presupuestarios cumplidos (mayores recursos destinados al sistema), la administración Sapag observa, a casi dos años en el gobierno, que no sólo no mejoró la calidad educativa en la provincia sino que también -y esto es lo más preocupante- el sistema se encuentra sumergido en una anarquía que cada día que pasa es más difícil de controlar.
Y es aquí donde aparece la falta de gestión. Jorge Sapag contaba antes de asumir con los fondos para poder aumentar el presupuesto educativo, pero no con los funcionarios necesarios como para generar un punto de inflexión que permitiera modificar las tendencias del sistema.
Se incrementó el presupuesto educativo en estos dos años en algo más de 400 millones de pesos, sin resultados pedagógicos ni mejoras en el sistema. Es más, algunos analistas más pesimistas aseguran que "estamos mucho peor que hace dos años".
¿Quién se hace responsable de tamaño despilfarro de fondos públicos?
No hay nombres. Todo se termina diluyendo en la mágica palabra "Estado". Pero, en definitiva, los fondos que están en juego son recursos que todos los neuquinos aportamos a través del pago de nuestros impuestos. Esto es sinónimo de falta de gestión.
Los gremios no son ajenos a la gestación de este nuevo escenario. Nadie pone en duda sus genuinos reclamos por mejoras salariales o por el bienestar laboral de sus afiliados. Están en la naturaleza de sus derechos.
Pero también tienen obligaciones. Por un lado deberían contemplar sus demandas en el marco de las necesidades y posibilidades del sistema y, por otro, deberían hacer aportes concretos con nuevas ideas para mejorar esta crítica situación de la educación. No se pueden quedar sólo en el reclamo.
En el actual contexto de crisis, poco han aportado a mejorar la situación siendo cómplices, en muchos casos, de una fiesta de la que muy pocos de los neuquinos participaron.
Un ejemplo de esta complicidad, que en más de una oportunidad se mencionó en estas mismas páginas del diario, se da en el desmanejo que existe sobre las licencias del sistema. El Estado provincial gasta alrededor de 240 millones de pesos anuales por este ítem. El gobierno justifica este giro de dinero aduciendo que no hay forma de limitar las licencias de los trabajadores de la educación, ya que legalmente están avaladas por el Estatuto del Docente. Con este argumento, y un gremio inflexible en su postura para tratar modificaciones en el estatuto, esos fondos continuarán perdiéndose por un agujero negro que cada año que pase será más grande para la caja del Estado. Esto también es corrupción.
Está confirmado que no más del 60% del total del gasto educativo en Neuquén llega hoy a las aulas. El resto se escurre como el agua entre las manos.
El problema no es ideológico, es sólo de sentido común.
Hay muchos temas a corregir. Pero para ello se necesita voluntad política. La misma que existió en su momento para duplicar los recursos del sistema.
Urge la necesidad de profundos cambios so pena de enfrentarnos a grandes y profundos trastornos sociales.
Y éste es el desafío que deberá liderar la administración Sapag si no queremos que nuestros nietos murmuren, refiriéndose a nuestra generación, ese terrible concepto del ensayista y filósofo francés nacido en Argelia, Albert Camus: "Pudiendo hacer tanto, se atrevieron a hacer tan poco".
o es noticia que la Educación en Neuquén atraviesa por uno de sus peores momentos.
Por un lado, existe un serio problema de gestión en el gobierno que no termina de encauzar la anarquía que se vive en el sistema. Continuas órdenes y contraórdenes entre los funcionarios de medio y alto nivel dejan al desnudo la falta de una política educativa en la provincia. No hay un norte claramente definido en este tema.
Por el otro lado, está la vorágine de un sindicato que termina priorizando sus esquemas de supervivencia por encima del conjunto. Ni siquiera se respetan, en esta imparable carrera por el poder, sus activos más importantes: los docentes y los alumnos.
Hoy el sistema educativo funciona, simplemente, por inercia. Y en este perverso esquema los políticos buscan a toda costa mantenerse atados a sus puestos, los sindicatos presionan por mayores fondos para gastar y la sociedad, atónita y ya insensible frente a este espectáculo, solicita -sin logros a la vista- algo de cordura en medio del caos.
La lucha de poder por controlar el manejo de la Educación lleva años. No es algo nuevo para la provincia ni es ajeno a la historia del MPN cuando estuvo al frente del gobierno.
¿Por qué señalamos que existe falta de gestión?
Durante años, los gremios presionaron sobre los gobiernos para que aumentaran sus presupuestos educativos. La administración Sapag tomó la correcta decisión política de elevar los fondos destinados a Educación a meses de haber asumido al frente del Ejecutivo. Las estadísticas oficiales señalan que al cierre del primer semestre del corriente año la provincia lleva erogados en este rubro algo más de 798 millones de pesos.
JAVIER LOJO
jlojo@rionegro.com.ar