Conclusión: en un mercado, cuando respecto de un bien existe una demanda insatisfecha, los precios suben. Y éste es el caso del dólar.Las cifras oficiales son contundentes en este sentido. Entre la última semana de febrero y la segunda de marzo el Banco Central salió a vender algo más de 900 millones de dólares en su intento por compensar los desequilibrios de la oferta y la demanda generados en los últimos días sobre la divisa norteamericana. Éste es un mecanismo que se utiliza en cualquier parte del mundo: los dólares que faltan en el mercado producto de la caída de las exportaciones los pone el Central, que quema de este modo sus reservas. El tema es que este “Plan B” no puede sostenerse en el tiempo. La dolarización de los ahorros, que hasta enero pasado alcanzaba los 1.000 millones al mes, cerrará este mes en alrededor de 2.000 millones. La cifra está todavía lejos de los 3.200 millones de mayo del 2008, cuando la crisis de la 125 estaba en su apogeo, y de los 4.500 millones de octubre del año pasado, cuando el gobierno manoteó los fondos de las AFJP. Pero todo indica que, de no cambiar las expectativas, estos valores se podrían alcanzar en los próximos meses. (Ver infografía) En las actuales condiciones de mercado, tal como lo destaca un reciente informe de la Consultora M&S, con una dolarización de ahorros en torno de los 2.000 millones mensuales el Banco Central debería vender reservas por 1.400 millones de dólares mensuales para sostener la paridad cambiaria con una devaluación de sólo 5 a 7 centavos cada 30 días. Es decir que se llegaría a fines de junio con un dólar cercano a los 3,90 pesos y una sangría de las reservas del Central cercana a los 5.000 millones de dólares. Esto, si no existe una corrida cambiaria previa a las elecciones y apostando a que se mantenga controlado el conflicto con el sector agropecuario (que, por el contrario, hoy atraviesa un momento muy crítico). Está claro que un cambio de expectativa es lo que hoy necesita la sociedad para recuperar confianza en la moneda local. Continuar con esta fuga de divisas del sistema generará fuertes presiones sobre el dólar. Si el gobierno intenta intervenir el mercado, como lo hizo en los últimos días, aparecerán alternativas (dólar paralelo, futuros y compras en el exterior) que terminarán por profundizar la crisis de confianza que ya existe. Con este escenario, no hay adelanto de elecciones que le sirva al gobierno. Ni al país.
¿Dónde tendría que SITUARSE la paridad?
• Tipo de cambio por pesos/reales. Para mantener la misma paridad nominal peso/real de diciembre del 2007 el tipo de cambio nominal pesos por dólar se debería ubicar en junio en $ 4/u$s.
• Recaudación. Teniendo en cuenta que el tipo de cambio nominal promedio por dólar durante el 2008 fue de $ 3,16 y que la recaudación por retenciones puede disminuir en torno del 25%, el tipo de cambio se debería ubicar en torno de los $ 4/u$s para compensar los menores recursos fiscales por comercio exterior.
• Tipo de cambio real bilateral. Para recuperar la competitividad perdida con respecto a diciembre del 2007, la cotización del tipo de cambio debería ser hoy de $ 3,77/u$s. Si se tiene en cuenta que la proyección de inflación para fin de año es del 12%, el tipo de cambio debería cotizar a $ 4,22/u$s en diciembre.
• Tipo de cambio real multilateral. Para recuperar la competitividad perdida con respecto a diciembre del 2007, la cotización del tipo de cambio debería ser de $ 4,07/u$s. Si se tiene en cuenta que la proyección de inflación para fin de año es del 12%, en diciembre el tipo de cambio debería cotizar a $ 4,56/u$s.
Regla de oro
Para Melconian en la Argentina, seguramente más que en otros países, rige una regla de oro: la economía en alza es una condición necesaria para ganar una elección y la economía en baja es una condición suficiente para perderla.
La política es clave porque fija el rumbo y allana el camino, pero a la hora de votar manda la economía. De un repaso de los últimos resultados electorales surge que:
• Se realizaron doce elecciones nacionales (entre presidenciales y legislativas) y en once de las doce primó la regla de oro.
• En siete elecciones el oficialismo ganó gracias a la economía o con la economía no tan bien pero con buenas expectativas hacia el futuro.
• Fue en 1985 con Alfonsín, a partir del lanzamiento del Plan Austral; en 1991, 1993 y 1995, con Menem, y en el 2003, el 2005 y el 2007 con el oficialismo aún en el poder.
• En cuatro elecciones el oficialismo perdió por culpa de la economía. Fue en 1987 y 1989 con el radicalismo, en 1999 con el peronismo y en el 2001 con la Alianza; con la economía andando mal todos perdieron.
• La excepción que confirma la regla de oro tuvo lugar en 1997. El oficialismo encabezado por Menem perdió aun cuando la economía estaba bien.
Si se sigue la regla de oro, en octubre del 2009 el oficialismo iría inexorablemente camino de una derrota, con la economía cargando a cuestas varios trimestres de recesión y con la fatiga social consecuente. Fue en este contexto que Kirchner pateó el tablero.
¿Nuevo plan económico?
Trascendió esta semana que el adelanto de las elecciones vendría de la mano de un cambio en el modelo económico. “Se profundizarán las medidas ya anunciadas”, confió una alta fuente del Ministerio de Economía de la Nación.
Los nostálgicos presionan por el desdoblamiento de la paridad cambiaria: dólar comercial para mantener la protección de la industria local y capturar la renta extraordinaria por exportaciones a altos precios en pesos y dólar financiero para frenar la especulación contra la moneda y encarecer la salida de divisas. Éste fue el sistema que rigió en los ’80 y que incluyó hasta el dólar turista. El esquema, que funcionaba en los simuladores económicos, automáticamente dio paso a la bicicleta financiera y la aparición del mercado paralelo. Obviamente, no sirvió para sostener el modelo. Sólo de continuar la fuga de divisas –en niveles superiores a los 3.000 millones al mes– y por un período prolongado se puede estar pensando ya en un escenario con desdoblamiento del tipo de cambio.
El otro anuncio podría llegar de la mano de una reforma impositiva para poder cerrar la brecha fiscal que hoy ya no cubren las exportaciones.