La estampida de patrocinadores en la Fórmula 1 es una derivación de la crisis económica mundial a la que ni el glamour de la máxima categoría pudo escapar.
Las inversiones millonarias de equipos a cambio de contratos con multinacionales de renombre o entidades bancarias se vieron diezmadas, poniendo en situación límite a varias.
Después de la baja de Honda, aplacada en parte por la compra del equipo que realizó Ross Brown, la difícil situación que se adivinaba se agravó y, aunque el espectáculo parece estar a salvo, nada volverá a ser como antes.
Con Max Mosley, presidente de la FIA, al frente de una nueva política de reducción de gastos, la Fórmula 1 espera sobrellevar el Mundial que comenzará el próximo 29 en Australia lo más dignamente posible.
El banco holandés ING Direct dejará en el 2010, después de haber registrado pérdidas por segundo año consecutivo, con lo que se retirará como patrocinador principal de Renault. La aventura habrá durado tres años sin opción a prórroga.
Por lo pronto, recortó en un 40% su inversión prevista para este año en la Fórmula 1, calculada en unos 77 millones de euros.
Otras entidades bancarias, que en su momento ocuparon el lugar dejado por las marcas de tabaco, optaron por soluciones más radicales. Credit Suisse dio por terminado su acuerdo con BMW Sauber, que se quedó sin 15 millones de euros anuales.
Williams también padece la crisis. El Royal Bank of Scotland (RBS) fue el último que retiró su apoyo. Antes se bajaron la empresa Lenovo y el gigante petrolífero brasileño Petrobras.
Sin embargo, el caso del RBS resulta más singular. Se bajó un año antes de lo previsto, después de perder 40 billones de euros y ser intervenido por el gobierno británico.
Así las cosas, Bernie Ecclestone, el gran gurú de la F-1, no tuvo más remedio que prestarle a la escudería de Grove 15 millones de euros para salvarla de la quiebra técnica, los que deberá deducir de sus ingresos por derechos televisivos a partir de este año.
Se estima que los equipos barajan un 30% menos de media en sus presupuestos, entre un 10 y un 20% los grandes y hasta un 50% los pequeños.
Las dos escuderías más poderosas del paddock no quedaron al margen de la crisis después de que McLaren perdiera a Schüco, con el que contaba desde 1999 -pese a captar al saliente Lenovo de Williams- y Ferrari a Martini y sus tres millones de euros anuales desde hacía tres temporadas.