A casi un año del conflicto con el campo por la resolución 125 de las retenciones móviles de marzo del 2008, volvió a producirse otro pico de tensión.
Fue en ese momento el disparador de la fuga de capitales que terminó metiendo a la economía en una recesión. También significó un punto de inflexión político. El paro agropecuario desgastó fuerte al oficialismo y lo puso en una situación incómoda para las elecciones de este año. Es prematuro sacar conclusiones del nuevo conflicto donde el gobierno mezcla factores ideológicos, políticos y también económicos. Hay una diferencia importante con respecto del paro del año pasado: esta vez se da con una economía en recesión y cerca de los comicios legislativos. Puede ser que en este marco más complejo, el oficialismo actúe con mayor cautela y no quiera que la sangre llegue al río. Los primeros resultados muestran que el gobierno va en este sentido.
Para los productores, también la situación es distinta, más apremiante que hace un año atrás. Actualmente, el campo está afectado por una sequía fuerte y los precios internacionales son mucho más bajos. La mayoría de las actividades está con rentabilidades marginales o negativas, el agro, la ganadería y la lechería. El gobierno propuso esta semana algunas medidas tendientes a flexibilizar parcialmente el modelo de alimentos baratos, focalizadas en carne, lácteos y trigo. Difícilmente se modifique algo referido al complejo tema soja donde hay impacto fiscal.
El actual enfrentamiento con el agro se da en el marco de una caída fuerte de la producción. La principal causa es la sequía, aunque también influyó en alguna medida el modelo del gobierno de alimentos baratos.
Este año la cosecha de los cuatro principales granos (soja, maíz, trigo y girasol) disminuirá 20 millones de toneladas en relación con el 2008: 68,5 millones de toneladas contra 88 millones.