LAS VEGAS (AP).- Las Vegas era un mito, una ciudad convertida en una empresa que vivía de su imagen de capital del juego y la diversión. Crecía constantemente y en los últimos 20 años casi no hubo desempleo. A cada rato surgían nuevos casinos que reemplazaban a otros viejos demolidos como castillos de arena. Estadísticas asombrosas alimentaban el mito: 39 millones de visitantes, casi 140.000 habitaciones de hoteles, diez escuelas nuevas cada año...
Súbitamente, sin embargo, todo cambió. Como el resto del país, Las Vegas sufre los efectos de la crisis económica. Los precios de las propiedades están por el suelo. La gente no puede pagar las hipotecas.
El desempleo es el más alto en dos décadas. Por primera vez en mucho tiempo, no hay aumento en la población. La construcción de nuevos casinos quedó en suspenso. Llegan menos turistas. Nada es lo mismo. Para Las Vegas la crisis económica representa también una crisis de identidad.
Jesse Grice tenía 22 años cuando llegó a Las Vegas en 1993 para probar fortuna con sus imitaciones de Elvis Presley. No podía creer su suerte. La ciudad había ingresado en una nueva etapa más opulenta, que comenzó cuando el magnate Steve Wynn construyó el hotel y casino The Mirage, en el que abundaban las atracciones como pirámides, tigres y reproducciones de ciudades europeas. "Me sentí en el paraíso", comentó Grice, quien dijo que en esa época no había imitadores de Elvis Presley.
Grice se convirtió en un personaje y ganó mucho dinero. En 1996 se compró una propiedad que era una reproducción de la mansión Graceland de Elvis en Memphis. La propiedad se valorizó constantemente y Grice la usó como garantía cuando decidió abrir un bar. Al estallar la crisis, el bar se fundió y Grice perdió la casa al no poder pagar la hipoteca.
"Las Vegas es hoy una ciudad que no perdona -declaró-. Lo siento por el tonto que viene a tratar de triunfar imitando a Elvis o a hacer cualquier otra cosa. Hubo muchos años de bonanza y eso tenía que acabarse algún día. Bueno, se acabó´´.