La crisis financiera internacional -más los reiterados conflictos con el sector agropecuario, la estatización de las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP) y los aumentos de precios en la Argentina, entre otros problemas- afectó aquí la confianza de la población en general y de los inversores en particular. No obstante, el consumo mostró cierta recuperación tras desacelerarse en setiembre pasado, como consecuencia de las ventas anticipadas de las grandes cadenas comerciales, shoppings e híper y supermercados para las fiestas de Navidad y Año Nuevo, sobre todo por las ofertas, las promociones y los descuentos compartidos con los bancos y las tarjetas de crédito.
El gobierno nacional también difundió el mes pasado medidas anteriormente publicitadas para sortear la recesión en este 2009 electoral. Y, si bien éstas implicarán subsidios a los beneficiarios de los planes sociales y los trabajadores públicos y privados que perciben el salario mínimo, se argumentó que tales aportes se recuperarían con la mayor actividad, que a su vez contribuiría a mejorar la recaudación de impuestos. A esto apuntaría, además, la designación a fines del año pasado del ultrakirchnerista Ricardo Echegaray como titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) tras desempeñarse al frente de la Oficina de Control Comercial Agropecuario (ONCCA), desde cuya órbita adoptó polémicas decisiones para regular y controlar las exportaciones sectoriales.
Más allá de los pronósticos negativos que se acumularon para este año por la citada crisis, ésta afectaría, asimismo, la oferta de empleos del 68% de las empresas argentinas encuestadas por bumeran.com, firma especializada en la búsqueda de trabajo.
Débora Giorgi, ministra de la Producción, no estuvo inspirada con las acciones que comunicó el 23 de diciembre pasado, presuntamente en "defensa de la producción y el trabajo nacional". En su mayoría, se conocieron previamente por intermedio de Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de la Nación, o -en ciertos casos- se aplicaron con parecidas intenciones de favorecer las actividades, las demandas y las inversiones públicas. Eso sí: ahora se destacó la intención de "disminuir el impacto de la crisis internacional", que en el momento oportuno no se quiso reconocer.
Nadie dudaría de que "es fundamental contar con políticas de comercio exterior", pero no pareció demasiado novedoso proponer:
? En exportaciones, profundizar las inserciones en mercados internacionales y abrir nuevos, acentuando las promociones conjuntas entre la Cancillería y la cartera de Producción, y asistir los esfuerzos vendedores al exterior de las pequeñas y medianas empresas. Hasta se buscará potenciar la capacitación y la certificación de calidad e impulsar mayores colocaciones en China, India, el resto de Asia y África.
? En importaciones, resguardar el mercado interno frente a competencias desleales y masivas, reforzando los instrumentos de defensa (antidumping, antisubvenciones y salvaguardas) y acelerando las sanciones a las ventas en el país por debajo de los costos en origen a menos de nueve meses (demoraban hasta un año y medio y muchas veces se instrumentaban cuando los daños habían sido causados). Se tuvo en cuenta que 46 sectores pidieron más protección al gobierno, entre ellos, los fabricantes de heladeras y textiles. Por otra parte, la cartera de Producción decidió integrar con la de Trabajo, Empleo y Seguridad Social y entidades empresarias ámbitos de análisis de la evolución de las compras en el exterior, sus efectos en el empleo y las inversiones y la eventual necesidad de medidas de resguardo sectorial, así como también la vinculación con áreas específicas de gobiernos provinciales para asesorar, facilitar y agilizar resoluciones para proteger la producción. Hubo promesas de licencias automáticas para monitorear importaciones de sectores o producciones sensibles y no automáticas a fin de controlar los ingresos de calzados, textiles, indumentaria, neumáticos y televisores.
? En el intercambio, exigir reciprocidad con terceros países, llegando a la aplicación de limitaciones para el acceso al mercado local de aquellos productos de otras naciones que traban los ingresos de los argentinos.
? Por otro lado, continuará el "Programa integrado de promoción comercial y desarrollo de mercados externos" de la Subsecretaría de Comercio Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. Este año se desplegarán más de 1.200 acciones, entre misiones multisectoriales y sectoriales; ferias y exposiciones, semanas argentinas en el exterior y seminarios. En un mundo "aún más conflictivo en materia comercial", se buscará "multiplicar los esfuerzos" para "alcanzar más destinos, más productos, más valor agregado y más volumen para tener resultados satisfactorios", advirtió el canciller Taiana. Diversos estudios coincidieron en que finalizó el contexto internacional tan favorable para los países agroexportadores del período 2003-2007, no se recuperarán los precios de los commodities y disminuirán las exportaciones de manufacturas industriales. (Ver aparte)
Exportaciones del 2009 por debajo del récord
Mientras en una de sus esporádicas apariciones públicas Carlos Fernández, últimamente sólo ministro de Economía, pronosticó meses atrás que las exportaciones de la Argentina superarían los 72.000 millones de dólares en el 2008, el canciller Jorge Taiana sostuvo antes de la pasada Navidad que totalizarían 73.000 millones. Una y otra cantidad significarían un record que no se mantendría en este 2009 por las bajas en las cotizaciones de los commodities y de la cosecha de granos y las menores ventas de manufacturas industriales, sobre todo a Brasil. En el mejor de los casos, estas operaciones rondarían los 65.000 o quizá 60.000 millones.
El impacto de la crisis en la economía nacional se notó significativamente en noviembre pasado, cuando se frenó la actividad industrial al bajar las demandas de automotores, textiles, cemento y la refinación de petróleo. En noviembre del 2008 -último dato disponible- las exportaciones alcanzaron los 5.099 millones de dólares, lo que representó una caída del 6% frente al mismo mes del 2007 y fue la primera desde el 2002. Esto se atribuyó a que los países tienden a demandar menos bienes en el exterior para privilegiar el mercado interno y a la caída en las cotizaciones internacionales de los principales commodities agropecuarios que vende la Argentina, especialmente la soja, cuyas retenciones no fueron reducidas como sucedió con las del trigo y el maíz -las demoró Débora Giorgi, ministra de la Producción, como señaló públicamente Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de la Nación, aunque el precio internacional bajó.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) señaló disminuciones del 11% en las cantidades exportadas y aumentos del 6% en los precios. Los productos con una evolución positiva fueron los metales comunes y sus manufacturas, lácteos y químicos y conexos. Los rubros que más redujeron sus exportaciones fueron semillas y frutos oleaginosos, carburantes, residuos y desperdicios de la industria alimenticia y grasas y aceites.
A consecuencia del avance proteccionista en el mundo también cayeron las importaciones en el penúltimo mes del año pasado hasta 4.147 millones, o sea, un 5%. El menor valor se explicó, también, por la baja del 10% en las cantidades y la suba del 5% en los precios, con alzas en las compras de automotores para pasajeros y bajas en bienes de capital e intermedios y combustibles y lubricantes.
Estos resultados hicieron que en el penúltimo mes del 2008 el saldo del intercambio fuera de 952 millones, equivalente al 7,3%, siempre en relación con idéntico período del 2007. En los primeros 11 meses del 2008 la balanza comercial fue superavitaria en 12.314 millones, ya que las exportaciones aportaron 66.269 millones, con un aumento del 32% respecto de igual período del 2007, en tanto las importaciones se incrementaron el 32% en el mismo período, alcanzando los 53.955 millones.
Miguel Ángel Fuks
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