Sólo anuncios. Sin dudas este año hubo muchas idas y vueltas en materia de anuncios económicos, los cuales aparecieron más como un ejercicio de cómo caían en la sociedad que como efectos concretos en la economía del país.
Fue así que desde mediados de marzo se desembocó en uno de los conflictos más severos que tuvo un gobierno argentino con un sector productivo desde el regreso de la democracia.
En medio del fragor de una lucha que parecía no tener fin, el gobierno anunció la creación de un fondo especial con el dinero de las retenciones para hacer hospitales, escuelas y caminos.
La movida tuvo un tranco muy corto. Los números muestran que a partir de la profundización del conflicto con el campo las ventas y el consumo en el país comenzaron a decaer en forma paulatina, circunstancia que luego se vio agravada por la crisis financiera internacional, a partir de setiembre.
Pero las idas y vueltas no quedaron allí.
En un momento que era poco propicio para los anuncios grandilocuentes, el gobierno lanzó la iniciativa del pago al Club de París, al cual Argentina le debe casi 7.000 millones de dólares.
Tras cartón se anunció también que el Estado estudiaría la propuesta de tres entidades bancarias para cancelar la deuda con los holdouts, es decir, con los bonistas que no habían ingresado al canje del 2005.
Todo quedó en la nada.
Tampoco se pudo llevar adelante la aplicación del peso y el real para las transacciones comerciales con Brasil, una iniciativa que fue varias veces anunciada como de aplicación inminente.
A todo esto, el famoso desarrollo de un tren de alta velocidad que uniría Buenos Aires con Rosario pasó al olvido. También el Banco del Sur, la idea que había fogoneado el presidente venezolano, Hugo Chávez, además del “faraónico” gasoducto que uniría Caracas con Buenos Aires.
Indudablemente la crisis internacional alteró muchos planes, pero la evidencia da cuenta de que varios anuncios se realizaron sólo por dar “buenas noticias”.