El gobierno logró dominar esta semana el precio del dólar y le puso un techo a la divisa norteamericana hasta fin de año: 3,35/3,40 pesos.
¿Esto quiere decir que pudo doblegar al mercado? Para nada. Sólo se está gestando el "efecto olla de presión", que tendrá consecuencias mucho más complejas si no se corrigen algunas variables del sistema. La tasa de interés es una de ellas.
Los operadores del mercado aseguran que el actual tipo de cambio administrado en torno de los 3,35 pesos es "transitorio". Las condiciones macro del país, sumadas al contexto internacional, hacen prever un dólar más alto para el 2009. Mientras los controles oficiales den resultado, este esquema se mantendrá. Cuando la efectividad se resienta, vendrá una segunda tanda de controles y en este tren de medidas no se descarta la aplicación de un doble mercado cambiario: uno comercial, para liquidar exportaciones, y otro financiero, para la compra de divisas.
La clave es saber cuándo comenzará a aplicarse este tipo de regulación, vieja en la historia argentina pero nueva en el modelo K. Resulta difícil poder predecir este momento.
Pero también se prevé un control sobre la tasa de interés. El temor del gobierno responde a que ésta se sitúa hoy por encima del 30% anual y se espera una mayor presión sobre la misma para fin de año, ya que las empresas deben disponer de liquidez para pagar salarios y aguinaldos. En un momento en que escasea el dinero, ¿hasta cuánto se podrá pagar para conseguir fondos frescos?
Sin lugar a dudas, quien tenga algunos ahorros disponibles se verá tentado a colocarlos en un plazo fijo hacia fin de año, con tasas que nadie asegura qué techo alcanzarán.
Ahora, este ahorrista debe tener un perfil especial, el de las "tres P": pesos disponibles para hacer la operación, paciencia para esperar el momento de cerrar el plazo fijo y pelotas para arriesgarse a confiar en que ese dinero le será devuelto en moneda contante y sonante.
Javier Lojo
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