La nostalgia de un tiempo dorado y pretérito siempre ha sido un recurso más que efectivo para vender coches. Sí, sobre todo coches. Una eficiente y extraña paradoja se desarrolla por estos días en torno a la industria automotriz.
Por un lado, el recuerdo de los viejos y buenos autos que alguna vez acompañaron a nuestros abuelos ha propiciado el lanzamiento de unidades que apelan justamente a este prestigio bien ganado. Por otro, el discurso publicitario no deja de resultar paradójico puesto que, si bien se fundamenta en el pasado, lo que en realidad actualiza es un automóvil que poco y nada tiene que ver con el original.
Según establece la tradición, los automóviles de hace 50 años, los buenos, eran máquinas fuertes, duraderas y económicas. Algunas de estas máximas se han extinguido en la transición. Los representantes de las flamantes camadas de automóviles pueden considerarse de bajo consumo pero se encuentran lejos de ser económicos. Y, aunque pequeños, esta vez no pasarán inadvertidos en ninguna autopista o avenida. El Fiat 500, el Mini Cooper y el Escarabajo, que fuera un emblema de la Alemania nazi, pueden lucir orgullosos sus medallas. Aquí nadie va a quitárselas. Los nuevos modelos pretenden escribir su propio camino entre un grupo de consumidores que tienen el dinero suficiente para adquirir un automóvil que coquetea más con el lujo que con el uso cotidiano. El carisma proletario del Escarabajo y el Mini ha sobrevivido hasta nuestros días como un recorte de diario viejo. Ambos fueron gestados en períodos de crisis, entre guerras. Su función era simple: modelos acotados, fáciles de producir, accesibles para cualquier billetera y duraderos. Y si bien cumplieron el cometido, se mantuvieron lejos del glamour. Algo muy parecido ocurrió con el Fiat 500. Otro producto que se comenzó a comercializar hace poco más de 50 años, con el propósito de cubrir las necesidades emergentes de una generación de jóvenes parejas que ensancharía con su virtud procreadora la población de la vieja Europa.
No deja de ser irónico que a medio siglo de su aparición el Mini, un auto de bajo perfil, terminara siendo parte de las promociones del programa de Marcelo Tinelli. En verdad, el Mini fue un auto de paseo, estable y nada coqueto, hasta que el ingeniero John Cooper se encargó de otorgarle una concepción distinta de rodado. Entonces el Mini Cooper se hizo de un lugar en los puestos de vanguardia de las principales competencias de Europa. De aquel pequeño auto que salió al mundo listo para amparar los primeros pasos de una clase social emergente, saltamos a los actuales y atractivos Mini Cooper S, Mini Cooper Clubman, Mini Cooper Convertible, que traen sobresalientes prestaciones. Una de ellas es su velocidad: aceleran de 0 a 100 kilómetros en 7 segundos.
Cuando en 1998 un periodista argentino le preguntó a Hartmut Warkub, el diseñador en jefe del Escarabajo de fin de siglo, qué se pretendía rescatar con esta versión del automóvil alemán, éste no dudó responder con un sincero cliché que aún sigue funcionando. Dijo: "El viejo beetle era en América el sinónimo de un auto del pueblo salido después de la guerra, pero con ingeniería alemana. Un auto confiable y económico con motorización masiva. El nuevo beetle intenta rescatar todo lo emocional del viejo beetle, agregándole la última tecnología de VW. Queremos que se traslade lo romántico del modelo viejo a lo moderno que podemos ofrecer hoy". Detrás de su vocación por mantener un clásico había números que los acompañaban. Para entonces el tradicional Escarabajo llevaba vendidos 21 millones de unidades.
El Volkswagen New Beetle posee el simpático espíritu de aquel automóvil con un motor de 2 litros de 115 caballos. Por su parte el Beetle Cabrio 2008, el hermano elegante, tiene una serie de detalles de lujo y un motor de 2,5 litros naftero de 5 cilindros en línea y una potencia de 150 CV. Su precio no es apto para laburantes de entreguerras: 110.660 pesos.
También se ha apuntado a la gloria del siglo XXI el afamado y humilde Fiat 500. En la Argentina vimos durante años, y aún lo tenemos junto a nosotros gracias a la testarudez de sus fanáticos, la versión 600. Parecida al menos en lo conceptual. Más allá de las modas y de su estilo poco estridente, el Fiat 500 ha sido un éxito de ventas. Su estética estaba asociada a la idea final de producto: un coche económico y de buen rendimiento. Argumentos que sustentaron una puesta a punto generacional. Fue así como un 4 de julio de 2007 en Turín, 50 años después de su lanzamiento, se presentó su nueva versión. Otro galán de la industria que apela al pasado para seguir en marcha.
claudio andrade
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