Todo ocurrió en una tibia tarde de fines de abril de 1993. Un prominente sol saludaba a los porteños y hacía pensar que ese otoño iba a ser atípico en la ciudad. Sólo una premonición.
En el Congreso de la Nación se debatían los procesos privatizadores impulsados por el Ejecutivo. La necesidad de hacer caja fiscal era lo que impulsaba al gobierno menemista a deshacerse de los activos presentes y futuros del Estado.
En el fragor de las discusiones y liderando la posición oficial de aquel momento, el entonces diputado menemista Oscar Parrilli se quejaba cuando, desde la oposición, se lo criticaba por obsecuente y por mantener una posición que iba a hacer mucho daño al país.
"Nosotros trabajamos por ideales y por principios", adujo Parrilli al hacer defensa del proyecto de ley que ponía en marcha la creación de las AFJP.
Pero las críticas al funcionario kirchnerista continuaron sin piedad durante toda esa cálida semana de otoño porteño.
Mostrando plena convicción sobre sus ideas, Parrilli arremetió contra aquellos que pensaban distinto en el recinto: "Hemos asumido la responsabilidad histórica de desactivar definitivamente esta bomba de tiempo -en referencia al sistema previsional liderado por el Estado- y lo hacemos con orgullo y convicción. Estamos convencidos de que esta reforma estructural del sistema de previsión (AFJP) obedece a estos claros principios de nuestra doctrina y accionar políticos".
El valor de la palabra. Hoy su hermana, Nanci Parrilli, cuyo mérito político para ser diputada nacional es, entre otros, ser portadora de apellido, defenderá con las mismas convicciones el mandato del Poder Central.