El oro se puede adquirir en varias presentaciones y cotiza en diferentes mercados, entre los que se destacan Londres, Nueva York, Hong Kong y Sydney, que operan las 24 horas del día. La unidad de peso tradicional es la onza troy, equivalente a 34,1033 gramos.
En la Argentina, se puede comprar oro físico en bancos, casas de cambio y corredores de metales, bajo formatos de monedas, barras y lingotes. El Banco de la Ciudad se presenta como el único que vende lingotes con certificación del título del metal.
Entre las monedas de oro con más transacciones, se destacan: el Krugerrand sudafricano, con una onza exacta de oro puro aliado con otros metales para mantener su consistencia; el chileno y el mexicano. El argentino, se conoció en la década del '80 del siglo diecinueve, cuando durante la presidencia de Julio Argentino Roca fue lanzado el peso moneda nacional por la ley 1.130.
Como una alternativa a la adquisición directa, están los ETF (Exchange Trade Fund), que son certificados que representan una cuota parte de una canasta de activos que siguen los comportamientos de determinados índices, comúnmente la cotización de la onza de oro en Londres, y que permiten diversificar un portafolio de inversión internacional. Lanzados en el 2004, permitieron que el WGC y otras autoridades monetizaran el oro para cotizarlo como renta variable en varias bolsas del mundo. Últimamente englobaban más de 15 millones de onzas.
Los futuros y opciones son otra de inversión, que adquieren quienes pretenden obtener ganancias con fluctuaciones a corto plazo.
No faltan programas de entidades financieras que resguardan el oro y entregan al inversionista un certificado para canjearlo por el metal, si así lo desea. La ventaja es la comodidad y la desventaja que, en ocasiones, sólo es posible vender el certificado a la misma entidad o a un corredor autorizado.
Quienes optan por acciones de compañías mineras tienen que saber que pueden subir simultáneamente con el precio del metal y que son mucho más volátiles que el oro.
El buen diseño de una joya agrega valor al oro, pero no siempre para compensar el costo añadido al precio del metal recuperable, que en oportunidades está mezclado con otros (ver aparte).