En la medida en que aumenta la profundidad de la crisis financiera internacional se acentúan los interrogantes y las preocupaciones sobre los probables efectos que podría tener sobre la Argentina. Un reciente estudio elaborado por Idesa con datos del Banco Central y de la AFIP destaca que:
* En el primer semestre del 2008 los impuestos directamente ligados al comercio exterior -retenciones, aranceles e IVA recaudado por la Aduana- representaron el 29% de la recaudación tributaria total.
* En junio del 2008 el Índice de Precios de Materias Primas que exporta la Argentina alcanzó el pico histórico de 229, con base 1995=100, y la recaudación fiscal sobre actividades ligadas al comercio exterior tuvo aumentos superiores al 60% anual.
* En agosto del 2008 el Índice de Precios de Materias Primas era de 202 y la recaudación fiscal sobre el comercio exterior ya crece a tasas inferiores a 60% anual.
El escenario más probable que emerge de la crisis financiera es el de moderación en el nivel de actividad económica mundial en combinación con una tendencia hacia la apreciación del dólar. Esto seguramente tendrá asociada una disminución en los niveles de precios internacionales de las materias primas. El Índice de Precios de las Materias Primas que elabora el Banco Central ya registraba en agosto este fenómeno y se proyecta su profundización en setiembre, al menos en relación a las oleaginosas.
Alcanzaría con que los precios internacionales retornen a los relativamente altos niveles del 2006 para que la exuberancia fiscal del comercio exterior se esfume. En este marco, la crisis financiera internacional se va a convertir en el factor que ponga en evidencia la insolvencia fiscal estructural que la Argentina nunca logró superar. En otras palabras, más allá de un prolongado -aunque no por ello transitorio- período de importantes superávits fiscales, la propensión a gastar más que lo que se recauda sigue siendo la regla.
El debilitamiento de la recaudación sobre el comercio internacional va a obligar a morigerar el crecimiento en el gasto público y a aumentar la recaudación de otros impuestos. Seguramente que la inflación elevada es una "ayuda" para cumplir ambos objetivos, ya que permite "licuar" gasto y aumentar la recaudación nominal.