El nivel de ocupación formal en la Argentina trepó el 34,1% durante el pasado quinquenio, según la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Influyó, al parecer, para reducir la incidencia del empleo no registrado, o sea sin aportes al sistema de la seguridad social y por lo tanto sin los derechos ni los beneficios previstos para quienes trabajan en relación de dependencia, en su mayoría personas con bajos niveles de educación y formación. Sin embargo, a principios de año quedaban alrededor de 700.000 beneficiarios del Plan Jefas y Jefes de Hogar, o sea 1,3 millones menos que al asumir Néstor Carlos Kirchner su presidencia en el 2003.
La tasa de trabajo "en negro" comenzó a bajar luego de alcanzar su máximo histórico del 48,9% en el cuarto trimestre del 2004 (con picos de más del 55% en provincias del norte). En el primer trimestre del 2008 cayó al 37,3%, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), equivalente a 4,5 millones de personas conforme estimó Héctor Recalde, diputado nacional por el Frente para la Victoria y asesor de la CGT.
La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) reveló que la región Noroeste tuvo entre enero y marzo pasado la mayor proporción de empleo precario: 46,5%, y la Patagonia la menor: 21,5%. En cuanto a las ciudades, Santiago del Estero exhibió la más elevada: 50,6%, y Comodoro Rivadavia la más baja: 17,5% (Neuquén quedó con 18,8%).
La incidencia del trabajo no registrado fue considerada por algunos economistas como un síntoma de debilidad, ya que en los últimos cuatro años se crearon más de 3 millones de empleos que permitieron bajar la desocupación y contribuyeron a la recuperación del salario real. Interpretaron que la expansión económica y las políticas instrumentadas no fueron eficaces para disminuir de manera más acentuada la incidencia del trabajo "en negro".
En un estudio sobre la evolución de la tasa de empleo no registrado desde 1980, con una serie de procesamientos para compararla, se arribó a las siguientes conclusiones:
* El comportamiento previo al 2003 mostró un crecimiento estructural cuya tendencia no consiguió revertirse pese a las acciones instrumentadas. Sólo se redujo en forma algo significativa (al menos un punto porcentual) en 2 de los 24 años, con lo cual contrastó con el descenso observado desde el 2005: 1,3% promedio anual.
* La contracción se advirtió en la mayoría de las actividades y en todos los estratos de tamaño.
* El nuevo patrón de crecimiento modificó las
características de los puestos de trabajo. Mientras en décadas precedentes el no registrado explicaba casi con exclusividad la generación de empleos, desde el momento en que se implementó el régimen vigente el registrado impulsó la expansión al 7% promedio anual, cuando entre 1980 y el 2002 sólo lo hizo al 0,6%, excluyendo los beneficiarios de los planes de empleo.
* La tasa de empleo "en negro" se contrajo entre el 2004 y el 2007 en casi todas las actividades y estratos de tamaño, con las únicas excepciones de servicios de salud y otros comunitarios, sociales y personales. Entre las disminuciones, se destacaron: la construcción (-9%), hoteles y restaurantes (-8%) y comercio (-7%).
Una limitación al estudio de las series de largo plazo de los indicadores de la EPH fue el cambio metodológico introducido en el 2003. Por eso la información relevada en los últimos cuatro años no resultó estrictamente comparable a la captada anteriormente, lo que impedía evaluar la situación actual del trabajo "en negro" respecto de los valores de las décadas del '80 y '90. Para resolver esto, se armonizaron los indicadores sobre el trabajo registrado y el no registrado mediante un conjunto de operaciones sobre los valores originales que permitió construir series que permitieran el seguimiento desde 1980. El crecimiento de la incidencia del trabajo no registrado hasta el 2004 contrastó con la claramente descendente verificada desde el 2005, que se atribuyó a la mayoría de los sectores que componen el sistema productivo.
Entonces la tasa del no registrado "armonizada", excluyendo a los beneficiarios de planes de empleo, se incrementó prácticamente en todos los años desde 1980 hasta el 2004 y sólo se redujo en forma algo significativa en 2 de los 24 años transcurridos.
Por otra parte, el número de trabajadores no registrados entre el 2004 y el 2007 se incrementó al 7% promedio anual, cuando entre 1980 y el 2004 lo hizo sólo al 0,6%. La tendencia permitió pasar en 4 años de uno de los niveles más bajos de empleo registrado en el 2003 a superar en más del 16% el máximo alcanzado en las dos décadas anteriores, que fue en 1999. Y si bien ésta fue una expansión significativa, no fue suficiente para reducir la cantidad de trabajadores "en negro" acumulada en las citadas dos décadas.
Se consideró un dato positivo lo ocurrido últimamente, o sea la estabilización de este segmento ocupacional en una fase de fuerte crecimiento económico con creación neta de empleo asalariado, ya que en el pasado se incrementó en casi todos los períodos económicamente expansivos.
MIGUEL ÁNGEL FUKS