La Argentina es cada vez más dependiente de los mercados externos.
Hasta el 2005, el programa económico permitía hacer correcciones para reencauzar sus desvíos.
Hoy ese margen es mínimo.
Para el gobierno, el motor del modelo económico sigue siendo el tipo de cambio real depreciado que fomenta la competitividad del sector externo, incentivando así las exportaciones y el nivel de actividad.
Por otra parte, una paridad de estas características protege al sector industrial sustituidor de importaciones, lo que impacta positivamente en el crecimiento económico y en la demanda laboral.
A este esquema se le puede agregar un tercer efecto positivo: cuanto más depreciado esté el tipo de cambio real, mayor será la capacidad de recaudar del Estado (mayores retenciones a las exportaciones) y por ende de aplicar subsidios al sector privado para mantener el sistema de "doble precio" que hoy está presente en el país.
El oficialismo sostiene que la principal fortaleza de este modelo económico está dada en los superávits gemelos (fiscal y de balanza comercial) que presenta.
Ahora bien, con un escenario de inflación por encima del 25% anual, seguir depreciando el tipo de cambio para dar oxígeno al modelo K no es sostenible en el corto plazo.
JAVIER LOJO