Air Pampas denunció, a fines de mayo pasado, que la Secretaría de Transporte de la Nación no la convocaba a audiencia pública para que le otorgaran rutas y así poder comenzar sus actividades.
Después "agradeció" a Ricardo Jaime, titular de esa dependencia, por "luchar incansablemente para que el 100% del mercado aeronáutico de cabotaje quedara en unas únicas manos" y "evitar la aparición de la competencia, demorando eternamente la autorización de vuelo". Incluso llegó a denunciar que había "1.850 empleados esperando trabajar, 25 aviones esperando despegar y 33 destinos nacionales esperándonos", por lo que interpuso una acción judicial. El origen de la situación parecía remontarse al 10 de agosto de 2007.
Entonces manifestó su interés por participar de la próxima audiencia pública para la obtención del permiso de explotación, llamado que interpretó no debería demorarse más de 20 días.
Aunque el proyecto del español Antonio Mata Ramayo -ex gerente general y accionista de Aerolíneas Argentinas (AA)- significaba la inversión en un trienio de 75 millones de dólares, en la citada Secretaría advirtieron acerca de la existencia de un acuerdo de Mata Ramayo y sus ex socios en AA, Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual, por el cual se obligaba a no desarrollar directa ni indirectamente, ni como asalariado, accionista o administrador de otras sociedades, durante dos años, ninguna actividad mercantil, empresarial, industrial o profesional relacionada con el transporte aéreo.
El incumplimiento obligaría a Mata Ramayo a indemnizar a sus ex socios en concepto de daños y perjuicios por unos 60 millones de dólares.
Por otra parte, Mata Ramayo reveló que, para obtener la licencia para operar con Air Pampas, un presunto emisario de Jaime le solicitó que pagara 6 millones de dólares por Safe Fly (SF), de los hermanos Claudio y Mario Cirigliano, dueños también de Trenes de Buenos Aires (TBA) y de las líneas de colectivos Plaza.
Créase o no, SF no tenía aviones ni rutas confirmadas y perdía 170.000 pesos mensuales al abonar los sueldos de casi 100 empleados absorbidos de la desaparecida Southern Winds (la de las "narcovalijas" de hace cuatro años).