El dólar no deja de traerles dolores de cabeza a los ahorristas. Muchos salieron a comprar hace 15 días a 3,30 y hoy se encuentran con una realidad totalmente distinta: la moneda norteamericana cerró esta semana a 3,09 para la compra. Esta baja está dentro de la lógica del plan K. Por orden del ex presidente, el Banco Central salió a liquidar todo vestigio de especulación en el mercado. Sacó de las reservas 3.000 millones de dólares en los últimos días e hizo desplomar la divisa a los niveles de fines del año pasado. Pero esto trajo aparejado un efecto colateral: la suba de tasas. Y es allí hacia donde los ahorristas deben mirar en la semana.
Por otro lado, en mayo volaron los depósitos de los bancos. La mayor parte de los plazos fijos no fue renovada. Estadísticas privadas señalan que para el cierre de este mes los depósitos mostrarán mermas en torno de los 1.800 millones de pesos. La crisis del campo generó incertidumbre y esto se vio reflejado en la no renovación de los depósitos a plazo fijo. En este contexto, los bancos salieron a ofrecer mejores tasas de interés a los inversores con el fin de retener el dinero en sus arcas. Y el incentivo fue mayor para aquellos que se animaron a dejar sus ahorros por más tiempo: al cierre de la semana, las entidades ofrecían tasas del 17,5% para colocaciones a seis meses de plazo y del 18,5% para depósitos a un año o más. Esas tasas son sustancialmente más elevadas que las que se pagaban hace unos meses. Si bien la suba en los intereses aún no alcanza para superar el índice de inflación -que según estimaciones privadas se ubica bastante por encima del 20%-, lo cierto es que algunos economistas ya empiezan a ver en los plazos fijos una alternativa de inversión algo más atractiva, sobre todo en relación con el tipo de cambio, que se espera que no varíe demasiado de aquí a fin de año.
En definitiva, una tasa de interés del 17% anual puede cubrir las expectativas de los ahorristas, por lo menos en lo que al corto plazo se refiere.
JAVIER LOJO
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