BUENOS AIRES.- "La piratería y la falsificación destruyen el empleo formal y contribuyen a dar pérdidas al fisco", declaró Juan Brouchou, presidente de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la República Argentina (AMCHAM). Hace casi un año reveló que la entidad estaba "luchando contra la falsificación" de diversos artículos, entre otros los CD, que movilizarían anualmente unos 100 millones de dólares (además de la indumentaria y la comida).
Semejante situación modificó la distribución tradicional y el negocio de la industria discográfica, donde ya habían aparecido los ring tones, temas de películas o novelas, conciertos y eventos para marcas (branded events).
Uno de los mayores desafíos enfrentados por la actividad fue, precisamente, el de las copias ilegales en forma comercial o casera, que provocaron la disminución de sus ingresos de manera sostenida en tanto aumentaba la piratería, de acuerdo con el diagnóstico de Martín Raposo, del Centro de Investigación en Entretenimiento y Medios (CIEM) de la Universidad de Palermo. Sin embargo, las acciones desarrolladas para combatirla y el uso de nuevas tecnologías permitieron vislumbrar oportunidades de recuperación.
La posibilidad de copiar música, para algunos con poca pérdida de calidad y evadiendo el pago de derechos de autor, se sumó a la capacidad instalada de fabricación de discos ópticos y conformó un escenario propicio para incentivar las prácticas ilegales. No obstante lo expuesto, los cambios más recientes, relacionados principalmente con la telefonía celular y su posibilidad de bajar música en tiempo reducidos, ya sea para escucharla o para usarla en la personalización del aparato, sirvieron para imaginar un escenario de crecimiento para la industria.
La piratería en el mercado mundial movilizó 4.500 millones de dólares en el 2006 y alcanzó una participación estable del 30%, es decir que uno de cada tres discos resultó un producto ilegal. En la Argentina es un flagelo que superó el 50% de la demanda total.
Los sellos discográficos se mostraron reticentes a legitimar el consumo de "música gratis" e interpretaron que era necesario explorar e implementar nuevos modelos de negocios. En los países centrales acercaron catálogos a los consumidores, a través de internet y la telefonía celular, para atenuar los efectos indeseados.
La conclusión de los especialistas fue que debía avanzarse aún más en la búsqueda de alternativas para captar a quienes estuvieran dispuestos a pagar para recibir productos cómodos y de calidad. Las perspectivas que se vislumbraron para el desarrollo de la telefonía móvil fueron superiores a las percibidas para la venta por internet; en el primer caso, por el desarrollo de las descargas pagas y en el segundo, por la falta de una modalidad de micropagos para las adquisiciones por internet. Por eso algunos expertos advirtieron que ésa u otra financiación se convertiría en una herramienta importante para la industria discográfica.