WASHINGTON (AFP).- La gradual depreciación del dólar operada con la aprobación tácita de Estados Unidos es una apuesta arriesgada, aunque no lo suficiente todavía como para que Washington quiera invertir la tendencia, afirman analistas.
El billete verde no cesa de perder terreno desde hace varias semanas frente a la moneda única europea, bajando a un nuevo piso, en más de 1,55 dólares por euro. "Simplemente, el dólar no logra mantenerse", resume Shaun Osborne de TD Financial Group.
La explicación cabe en una frase. Desde comienzos de año "las perspectivas económicas continuaron deteriorándose, la Fed redujo sus tasas de interés con la óptica de continuar haciéndolo, los dirigentes estadounidenses se muestran indiferentes, en el mejor de los casos, sobre la suerte de su divisa, y el dólar cae", agregó.
Hasta ahora, el deterioro progresivo de la tasa de cambio del dólar mayormente acomodó a Estados Unidos, que pudo reducir por primera vez en seis años su déficit comercial el año pasado.
Los dirigentes estadounidenses dan un visto bueno tácito a la situación repitiendo regularmente que quieren un dólar "fuerte" pero que son los mercados los que deben fijar libremente la cotización de las divisas.
Nadie ignora el mensaje de que en realidad Washington está muy satisfecho de que su moneda descienda, mientras lo haga de manera ordenada.
Pero la creciente volatilidad y la fuerte caída del dólar constatada en los últimos tiempos "sugieren que las condiciones podrían hacerse caóticas", advirtió Osborne.
Las repercusiones de la debilidad del dólar ya se hacen sentir fuera de Estados Unidos. La valorización de sus divisas rechina a japoneses y europeos, que temen que su competitividad se vea afectada por una cotización demasiado desfavorable.
Algunos se inquietan sobre las eventuales consecuencias de un hundimiento del dólar. "El caos en el mercado de cambios podría afectar la vida de millones de personas, ya que una vez desencadenado podría alimentar un resentimiento social y conflictos políticos que podrían cambiar el destino de naciones enteras", advertía la economista Judy Shelton en un artículo publicado en el "Wall Street Journal".
Sin embargo, no se debe esperar una reacción rápida de Washington. Mientras el billete verde no pierda del 5 al 10% en un mes o dos, no hay razón para que Estados Unidos haga algo, subraya Nariman Behravesh del gabinete Global Insight. "Todavía no estamos ante un aterrizaje brusco ni un desmoronamiento" del dólar, estimó.
Además, la amenaza de recesión que se teme no requiere un lenguaje más enérgico, porque para los estadounidenses el significado más evidente de la debilidad del dólar es el mejoramiento de la balanza comercial.