El golpe fue duro. La reunión entre Brasil, Argentina y Bolivia para redistribuir la oferta de gas en la región dejó un sabor más que amargo para la administración de Cristina Fernández de Kirchner.
La presidenta no encuentra el tiempo ni el espacio para dar noticias que permitan un cambio de rumbo en la crítica situación energética que vive el país.
Pero lo más dramático es la impunidad con la que se mueve el matrimonio Kirchner a la hora de hacer anuncios que luego sólo quedan en la formalidad de los actos protocolares. Basta con recordar la reunión realizada en 2006 en la ciudad capital de La Paz entre los presidentes Evo Morales y Néstor Kirchner. Con grandes pompas, el entonces primer mandatario argentino y su infaltable compañero Julio de Vido anunciaban que se ponía fin a la crisis energética del país para los siguientes 20 años.
Los anuncios eran realmente positivos y fueron recibidos con suma alegría por los industriales argentinos. El nuevo acuerdo firmado detallaba que Bolivia proyectaba enviar para el 2008 unos 7 millones de metros cúbicos de gas a la Argentina y para el 2011 se comprometía a elevar ese valor a cerca de 28 millones de metros cúbicos. Por aquel entonces, la “solución a la crisis” se multiplicó por todos los medios periodísticos. El acuerdo estratégico firmado en el 2006 liberaba a la Argentina de depender de la inversión de capitales extranjeros para sostener la oferta de energía y el manejo del sistema, literalmente, volvía a manos del Estado. Un verdadero sueño “peronista”.
Pero la realidad del mercado cacheteó al gobierno nacional y lo hizo volver esta semana a la realidad. Bolivia no puede cumplir con lo acordado y, de los 7 millones de metros cúbicos prometidos para el 2008, sólo podrá entregar lo que hoy manda por el gasoducto del norte: 2,8 millones. Los 28 millones para el 2011 quedan en la fantasía de algunos funcionarios.
¿Por qué Bolivia no pudo aumentar su oferta de gas hacia la Argentina? Porque no llegaron las inversiones para ello. Es decir, Bolivia sufre la escasez de ingreso de capitales tal como ocurre en la Argentina.
Un reciente informe elaborado por la consultora Abeceb.com muestra que las inversiones anunciadas en la Argentina durante el año pasado continúan siendo de “recupero relativamente rápido”. Esto quiere decir que muy pocos de los fondos que llegan son para modificar las actuales limitantes en infraestructura que presenta la economía del país. Son fondos que, en general, aumentan la escala de los proyectos que ya están en ejecución.
Nada se habla de inversiones en infraestructura para ampliar la actual oferta de gas, electricidad o petróleo ni sobre obras de infraestructura vial, temas éstos que representan un “cuello de botella” para el desarrollo económico del país.
Los datos del estudio detallan que durante el año pasado se proyectaron inversiones desde el sector privado por algo más de 22.400 millones de dólares, valor que refleja un aumento de sólo el 2% respecto de los anuncios del año anterior.
Otro dato preocupante es que los anuncios por parte de capitales argentinos representaron el 35% del total, contra el 28% registrado en el 2006. Este guarismo evidencia que la participación de capitales del exterior en la economía argentina continúa perdiendo importante terreno, una consecuencia más de una política económica implementada desde el gobierno nacional tendiente a apuntalar y proteger a la burguesía empresaria local y un escenario lejano al ideal que define el mercado.
LOS DATOS
El informe de la consultora Abeceb.com destaca que en una primera desagregación de los anuncios realizados durante el 2007 se observa que, a diferencia de lo que venía sucediendo en años anteriores, el sector primario fue el que menos anuncios recibió en cantidad de proyectos y también en la medición en dólares.
El sector que más anuncios recibió, en cantidad y en monto, fue el de servicios, que creció casi un 52% respecto del 2006. Si bien el sector recibió 277 anuncios por un total de 11.166 millones de dólares, más de la mitad de esa cifra se concentró en apenas ocho proyectos. Telefónica de Argentina, por ejemplo, adelantó planes de inversión por un monto cercano a los 2.000 millones, mientras que Edenor hizo pública su intención de duplicar su capacidad de distribución energética en los próximos 10 años, proyecto que le demandará unos 1.000 millones.
En el mismo sector (energético), SEDASA tiene casi listo el proyecto de la central Chihuido I, sobre el río Neuquén, que le significará desembolsos por unos 550 millones de dólares aunque todavía no están garantizados para la puesta en marcha de este proyecto los aportes de la Nación. Desde el gobierno central, por ahora, se aclara que “está el apoyo político para Chihuido I y II”, pero nada se habla sobre los plazos de los desembolsos.
La industria manufacturera, en tanto, recibió 176 anuncios de inversión por un total de 4.699 millones de dólares, esto es, un 21% más que en el 2006.
En el sector industrial también puede identificarse una importante concentración de los anuncios en pocos proyectos: de los 176 que se anunciaron en el 2007, sólo siete concentran el 51,7% del monto total.
Por último, el sector de la construcción registró anuncios de inversión por 3.814 millones de dólares, un 17% más que en el 2006. El grupo inglés Moverwithus, por ejemplo, anunció proyectos inmobiliarios en Campana, Buenos Aires, y el sur del país por casi 600 millones. Un monto similar hizo público el grupo inmobiliario El Plomo (Chile) para construir un complejo de viviendas en 540 hectáreas ubicadas en Cariló.
ORIGEN DEL CAPITAL
El estudio detalla que en el 2007 los anuncios de empresas argentinas fueron los más voluminosos en monto y en cantidad, representando más del 35% del total (7.961,6 millones de dólares). Estos proyectos se focalizaron en el sector servicios (generación eléctrica, servicios de internet y telefónicos) y construcción (desarrollos inmobiliarios en Capital Federal).
En tanto, las empresas estadounidenses realizaron anuncios por 3.045,5 millones de dólares (13,6%), básicamente en el sector industrial (en especial, en combustibles y en automotriz) y en el de servicios (de la mano de proyectos hoteleros y comercios minoristas).
Respecto del 2006, se destaca la ausencia de Canadá, que durante ese año había constituido el segundo origen del capital comprendido en los anuncios realizados en el país. Se debe a que los proyectos mineros –principal rubro en el que participan empresas canadienses– fueron un 84% menores en el 2007 que en el año anterior. Otro punto a destacar es que, salvo las firmas locales, todas las de otros orígenes registraron menores anuncios el año pasado que en el 2006.
Del total de anuncios registrados, más del 70% tienen proyectada una tasa de recupero de capital menor a los cinco años, un dato que muestra que en la Argentina todavía no existen las inversiones de largo plazo, aquellas que son necesarias para poder realizar los cambios de infraestructura que permitirían al país crecer sin los actuales “cuellos de botella”.
Seguridad jurídica y confianza son claves para revertir esta compleja situación. Estamos a tiempo para poder cambiar.
Costos en alza,
utilidades en baja
Sin lugar a dudas, uno de los puntos que analizan los inversionistas a la hora de colocar sus capitales en el país está determinado por los costos que tiene la actividad a la que han de ser asignados esos fondos. Hoy en la Argentina existen importantes desfases entre los costos de producción y el valor final del producto. Esto está dado fundamentalmente por la intervención poco racional que viene realizando el Estado en el mercado. Fuentes oficiales aseguran que esta política es necesaria para que los precios internos no se “disparen”. Sin embargo, lo hecho hasta ahora por la administración Kirchner no sólo generó distorsiones de precios –que cada día que pasa son más difíciles de reencauzar– sino que también disparó la inflación a niveles incompatibles con el desarrollo normal de una economía.
El tema energético es emblemático en la Argentina. ¿Por qué hoy no llegan inversiones del exterior, teniendo en cuenta los excelentes precios que registra el precio del gas y el del petróleo en el mercado internacional? Sencillamente, porque las regulaciones del Estado argentino no permiten a los inversores obtener todos los beneficios que sí consiguen si colocan sus fondos en otros países. Por un lado, hoy el proceso de extracción de crudo en un pozo desarrollado en territorio argentino tiene un costo de producción un 22% superior a otro que presenta las mismas condiciones en Brasil; por el otro, los ingresos que percibe el inversor por ese crudo extraído en territorio argentino son un 40% inferiores a los que obtendría por el mismo producto en el vecino país. Con este esquema de trabajo, ¿quién en sus cabales optaría por invertir en la Argentina? Muy pocos son los que lo hacen. Y es por ello que las inversiones que llegan al sector energético en el país vienen de la mano de proyectos ya desarrollados o “maduros” en los que es imprescindible inyectar capital para que la ecuación económica no termine siendo negativa para el inversor.
Las petroleras en la Argentina muestran este perfil de inversión: los capitales que aportan son para sostener los proyectos de extracción que ya están en marcha; no existen fondos para nuevas explotaciones. La llegada de Eskenazi a YPF podría cambiar las reglas de juego, pero no para bien. (J. L.)