Pocas han sido las señales económicas dadas por Jorge Sapag desde su llegada al gobierno.
En sus primeros sesenta días al frente del Ejecutivo sólo atinó a hablar de la herencia recibida –en relación con el déficit de caja con que hoy cuenta la administración–, sin mostrar indicios de cambios para modificar el verdadero problema que enfrenta la provincia: la peligrosa tendencia que evidencia el gasto, un dato que repercutirá fuertemente sobre las cuentas fiscales en el mediano plazo.
Dentro de las variables a analizar, la masa salarial es uno de los grandes problemas sin resolver. Los números son realmente preocupantes: desde la salida de la convertibilidad se multiplicó casi por cuatro y para el cierre del 2008 se espera que alcance los 2.400 millones de pesos entre planta permanente, contratados y consultorías. Este valor representa el 56% del total de las erogaciones presupuestarias, todo un record en la historia de las finanzas provinciales.
Las recientes estadísticas dadas a conocer en el informe elaborado por la Consultora Delphos Investment dan cuenta de que los indicadores de solvencia y eficiencia fiscal de Neuquén se encontraban, al cierre del 2007, en niveles más que aceptables respecto de la media nacional (ver infografía).
Pero esto es sólo una foto de la realidad fiscal. La película –el mediano y largo plazo– muestra un final abierto para la nueva administración. El informe detalla también el deterioro progresivo que han experimentado las cuentas desde el 2005, situación ésta que coincide con las estadísticas que presenta el resto de las provincias en materia fiscal.
Los números son contundentes en este aspecto. Por primera vez, en los últimos cinco años Neuquén ha mostrado indicadores negativos en sus balances anuales. Al cierre del 2007, el resultado fiscal sin privatizaciones cerró en 13 millones de pesos en rojo mientras que, sin transferencias corrientes, el déficit se elevó a 97 millones. En el 2004 ambas variables presentaban saldos positivos por 132 y 75 millones de pesos respectivamente. Si se relaciona esta cifra con el presupuesto proyectado de la provincia, que este año cerrará por encima a los 4.200 millones de pesos, el desequilibrio mencionado termina por ser insignificante, aunque no deja de representar una tendencia preocupante ya que el mismo está dado por cuentas del gasto que, en muchos casos, son inflexibles a la baja.
El dato alentador y que permite todavía hacer correcciones en la estructura presupuestaria es el resultado económico que presentan los números de la provincia. Al cierre del año pasado, la diferencia entre ingresos y gastos corrientes daba un superávit de 655 millones de pesos. Este número, sin dudas, es clave ya que permite contar con un margen de acción para reacomodar la estructura de las erogaciones presupuestarias totales. Pero para que esto ocurra debe existir voluntad política, la que hasta hoy no se ve en la administración del nuevo gobernador.
DESVÍOS
Sin lugar a dudas, uno de los temas que más preocupan a las nuevas autoridades de Hacienda es la baja calidad del gasto que presenta la provincia.
Neuquén, por dar un ejemplo cualquiera, tiene un presupuesto un 40% superior al que ostenta Río Negro, con un 10% menos de población e indicadores sociales profundamente inferiores.
El trabajo de Delphos Investment muestra que la provincia administrada por Jorge Sapag se encuentra, en este punto, entre las peores a nivel nacional (ver infografía).
¿Cómo es posible que con 4.200 millones de pesos de presupuesto Neuquén sea una de las provincias con más delitos por habitante, altos niveles de indigencia y baja educación? La respuesta debe buscarse en la baja calidad del gasto que presenta el estado provincial: se sigue gastando, producto de los altos niveles de regalías, pero se hace mal y a destiempo.
El otro problema que se le presenta a Hacienda es la creciente presión que ejerce la masa salarial sobre el presupuesto de la provincia.
Para el cierre del corriente año se espera que Neuquén termine erogando por este concepto algo más de 2.400 millones de pesos, valor que dista mucho del proyecto de presupuesto 2008 ingresado oportunamente en la Legislatura. Es que en el último trimestre del 2007 el gobierno de Jorge Sobisch, con la anuencia del electo gobernador Jorge Sapag, otorgó importantes aumentos en Salud, Educación y algunos organismos descentralizados, lo que determinó un crecimiento de la masa salarial de unos 450 millones de pesos. La suba promedio, del 23%.
Si se toma como referencia la inflación provincial del año, que fue del orden del 30%, o el incremento que recibió el sector privado formal, que se ubicó en el 31,5% (ver recuadro), el porcentaje de aumento dado por el gobierno provincial a los agentes no parece ser algo fuera de lugar.
Pero el problema no está tanto en el nivel de remuneraciones que hoy recibe el empleado estatal sino en la cantidad de trabajadores que no tienen definida una función dentro de cada repartición. Volvemos nuevamente al tema de la calidad del gasto. Oficialmente existen hoy algo más de 37.000 trabajadores públicos en Neuquén. Extraoficialmente, donde se computan las asesorías, esa cifra se eleva por encima de los 41.000 trabajadores.
En los últimos 90 días ingresó a planta permanente una cifra importante de trabajadores sin una función claramente definida. Obviamente, todo esto bajo el amparo político del gobernador saliente y del entrante.
Esta señal, negativa para el sistema, permite preanunciar que la metodología de ingreso al Estado provincial poco tiene que ver con la capacidad que ostentan estos trabajadores. La afinidad política sigue siendo la llave para conseguir un puesto en el Estado.
El otro dato preocupante es la incidencia que tiene el empleo público sobre el total existente en Neuquén. Este indicador se encuentra por encima de la media nacional; es decir, existe una alta dependencia del empleo público sobre la contratación total de personal. Neuquén, con un alto porcentaje de trabajadores públicos dentro del total de su fuerza laboral, tiene pocas posibilidades de traspasar sus recursos humanos al sector privado.
En este sentido, se puede observar que existe una correlación entre los indicadores socioeconómicos de cada provincia y los niveles de empleo público existentes en las mismas.
Todos los indicadores muestran que, en el corto plazo, las cuentas fiscales neuquinas no enfrentarán grandes desequilibrios. Obviamente, contener la presión de los gremios que continúan solicitando aumentos salariales para sus trabajadores será clave para sortear los próximos años sin entrar en déficits estructurales difíciles de revertir.
En este sentido, lo más preocupante para las cuentas neuquinas son el mediano y el largo plazo. Para esquivar este problema, el gobierno ya debería estar dando señales de cambio en lo referente al gasto –y a la calidad del mismo– y, fundamentalmente, reorientando partidas para mejorar, entre otras cosas, los bajos niveles de infraestructura que presenta el territorio neuquino.
Lamentablemente, poco se ve en este sentido. Más bien, lo que se observa es una continuidad del modelo de la gestión anterior, donde lo público inhibe el desarrollo privado. Lamentable.
La presión del sector privado
Durante el 2007, en Neuquén el crecimiento del salario privado en el sector formal creció el 31,5%.
Al ritmo de la inflación y la importante creación de empleo que muestra la economía, los salarios también crecen. Así lo refleja un reciente estudio elaborado por el Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales (IADER) en el que se destaca que Neuquén se encuentra entre las cuatro provincias del país que mayor aumento de salarios otorgaron al sector privado formal durante el 2007.
El dato no es menor, teniendo en cuenta la relación que existe con la industria hidrocarburífera. En Neuquén, la mayor parte del trabajo del sector privado está ligada a la industria del petróleo, un segmento económico que ha dado altas utilidades en los últimos años. Los datos dados a conocer por el IADER remarcan asimismo que el salario promedio del sector privado formal se ubica hoy en los 3.146 pesos, cifra que sitúa a Neuquén en el tercer puesto del ranking provincial de los salarios mejores pagos (ver infografía).
El año pasado, en el sector privado formal las remuneraciones brutas aumentaron un 25,8%, muy por encima de la inflación oficial pero en sintonía con la que, según el IADER, se registró verdaderamente. Sin embargo, las subas salariales no han sido parejas en las diferentes provincias y, tal como ocurría en la década del ’90, persisten grandes diferencias de ingresos entre las diversas regiones del país. Por ejemplo, en noviembre pasado, un asalariado del sector privado “en blanco” de Santa Cruz ganaba en promedio un 36,7% más que lo que percibía un trabajador en Capital Federal o un 77,5% por encima de lo que se cobraba en los partidos del Gran Buenos Aires y, por lo menos, el doble de lo que se ganaba en la mitad de las provincias. En Río Negro el salario promedio en este segmento se ubicó en 2.025 pesos, con una suba del 27%.
Fuentes
del trabajo
La información cuantitativa utilizada en el presente informe proviene del estudio realizado por Delphos Investment sobre la base de publicaciones de organismos oficiales; en particular, el INDEC, los ministerios de Economía y del Interior, la Secretaría de Energía y el Banco Central de la República Argentina.
Se aclara que la deuda provincial considerada corresponde a una estimación en función de los datos del 2006 y de las proyecciones de déficit financiero.
El gráfico radar, al inicio del infograma con los detalles de la provincia del Neuquén, busca explicar en forma sencilla las diferencias entre los distintos indicadores que presenta la provincia y la media a nivel país. En este caso, se observa que los índices sociales y de competitividad son los que presentan la peor performance.