BUENOS AIRES (ABA).- A finales de este año, en varios sectores de la economía se pagarán salarios en dólares bastante superiores a los que se abonaban en la última etapa de la convertibilidad. Así lo pronosticó un informe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), a cargo del economista Juan Luis Bour.
La investigación refleja que la recuperación de las remuneraciones de los salarios en dólares en nuestro país tuvo dos etapas; la primera, iniciada en el 2003, consistió básicamente (en un 74%) en la caída del tipo de cambio a partir de sus máximos de mediados del 2002, mientras en sólo un 26% fue producto del incremento de los salarios nominales.
En cambio, desde el 2004 a la fecha, las remuneraciones en dólares crecieron más por la diferencia de velocidad con que se ajustan los salarios nominales que por los cambios en el valor de la divisa (la excepción fue en el 2005, con una leve apreciación nominal).
En promedio, en 2005/07 el crecimiento de los salarios en dólares fue del 20,3% anual, luego del 48% acumulado en los primeros dos años pos-crisis.
Aun después de tales aumentos –detalla el informe de Bour–, al concluir el año pasado la remuneración formal promedio era un 21% inferior a la del 2001.
ESCENARIO
Ahora bien, teniendo en cuenta los datos citados, augura el mencionado economista jefe de FIEL que si en el 2008 se verifica un aumento salarial similar –o aun ligeramente inferior– al del 2007, con una devaluación del peso algo inferior al 3%, las remuneraciones en dólares cerrarán muy cerca de su nivel pre-crisis; es más, no está claro que esta tendencia a la apreciación de los salarios en dólares vaya a interrumpirse en el 2009.
¿Cuál es la fundamentación de tal estimación? Responde Bour: que el contexto del mercado laboral, la negociación colectiva y el marco político favorecen que los salarios sigan superando la inflación doméstica, tal como ocurrió durante los últimos años.
En cuanto al tipo de cambio –agrega–, cabe esperar que se mantenga la apreciación real producto del fuerte superávit de cuenta corriente y la escasa probabilidad de que la política monetaria se torne menos expansiva. Dentro de este panorama, la apreciación cambiaria y la salarial son dimensiones duales del mismo proceso inflacionario.
Por otra parte, las cifras de los últimos tres años evidencian que la recuperación salarial no ha sido un fenómeno limitado a algunos sectores sino bastante generalizado. El crecimiento fue liderado por la construcción y servicios (ambos son trabajos intensivos y, en el caso de servicios, no transables). Bour señala que tomando en forma conservadora un aumento salarial en dólares para el 2008 del 19% (en pesos creciendo un 22%) hacia el cuarto semestre del año los sectores construcción, minería, agro, hoteles y restaurantes, transporte y servicios sociales tendrían remuneraciones más altas en dólares que a comienzos de la década.
El mayor retraso, aun cuando la remuneración media sería un 70% mayor que el promedio del segmento formal, estaría en el sector financiero.
RIESGOS
El aumento salarial, indica Bour, sumado a otros factores de la política económica, se traduce en un aumento del costo de producir localmente. En materia laboral la imposición patronal media creció 5 puntos respecto del 2001 (del 18 al 23%), a lo que se sumó la eliminación de topes salariales sobre los que se realizan aportes, la eliminación de complementos salariales sin cargas tributarias (vales de alimentos) y cambios en normas regulatorias que llevaron a reducir en un 4,5% el número de horas por obrero en la industria.
Es decir, para un mismo salario en dólares respecto de comienzos de la década los costos laborales se han incrementado en promedio un 12% por trabajador. Sólo las ganancias por productividad (reemplazo de empleados por máquinas) permiten que los costos unitarios de producción se mantengan debajo del pasado en algunos sectores como el industrial, agro y minería.
Por último, el trabajo de Bour advierte sobre el impacto que tendrán los precios sobre la inversión. Al respecto se subraya que, si bien la inflación salarial en dólares no condena a una menor inversión (en la medida en que las empresas tengan la libertad para adaptarse tecnológica y competitivamente), sí impacta en el caso de producirse aumentos en la presión tributaria, cambios de regulación que reducen la eficiencia productiva, políticas antiinflacionarias de desenganche de los precios internacionales (impuestos y prohibiciones de exportación) y manipulación directa de los precios de los productores (mediante controles de precios).
Por lo tanto, incrementar la presión tributaria (sobre el trabajo o el capital), regulaciones antiproductivas –como la prohibición de exportaciones o inflación– y la manipulación mediante los controles de precios serían señales que incidirían en perjuicio de la inversión.