La Argentina logró crecer en los últimos cinco años a una tasa del orden del 9% anual. Todo un record para el país.Pero ¿cuánto de este fenómeno se debió a las excelentes condiciones internacionales y cuánto al mérito del gobierno a través del programa económico local implementado a partir del 2002?
Los precios de los commodities y las tasas de interés influyeron significativamente en la performance macroeconómica del país, permitiendo que el robote económico pos-crisis se transformara, a partir del 2005, en crecimiento genuino, en gran parte por un buen posicionamiento de sus términos de intercambio. En este sentido, en los últimos años el escenario económico internacional incidió en la economía argentina a través de dos canales: el real y el financiero.
Así lo destaca un reciente informe elaborado por la consultora Economía & Regiones (E&R) en el que se señala que, desde el sector real, el efecto proviene del intercambio de bienes y servicios con el resto del mundo, ya que la mejora de los precios y el aumento de los volúmenes de exportación estimulan el nivel de actividad. Por otro lado, el efecto financiero, que opera vía las bajas tasas de interés internacionales, incentiva a que los agentes económicos tomen decisiones de inversión y consumo a través del acceso al financiamiento a bajo costo y, consecuentemente, impulsen el crecimiento.
En el caso de los términos de intercambio, se observa una tendencia estructural ascendente. Es decir, en el largo plazo los términos de intercambio de Argentina tienden a mejorar, lo que implica que "lo normal" es que el precio de las exportaciones argentinas se encarezca en relación con el de las importaciones externas.
Al observar la serie de términos de intercambio para el período 1986/2007, E&R des
taca cuatro etapas bien diferenciadas. En el primer período, comprendido entre 1987 y 1991, mejoraron un 1,7% promedio anual. Luego, durante el período 1992/ 1996 (segunda etapa) y entre el 2003 y el 2007 (cuarta etapa) se produjo una aceleración en la velocidad de crecimiento, con una expansión promedio del 3,5% anual. Por el contrario, durante el lapso comprendido entre 1997 y el 2002, se deterioraron a un ritmo promedio anual del 0,6%.
Así, las relaciones de intercambio de Argentina mejoraron a una tasa promedio del 1,9% durante todo el período analizado.
El otro punto es el efecto del canal financiero internacional a través de la tasa de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos, medida en términos reales.
En teoría, señala el informe, cuanto más reducida sea dicha tasa menor será el ingreso de capitales a Estados Unidos y, por ende, mayor el financiamiento disponible para las economías emergentes, a menor costo.
Adicionalmente, cuanto más baja sea la tasa en términos reales, más fuerte será la tendencia hacia la depreciación del dólar, lo que también impacta favorablemente en los términos de intercambio sobre las economías emergentes, reforzando su crecimiento. De hecho, en la infografía se puede observar que durante los períodos en los cuales la tasa real de la FED se mantuvo en niveles bajos los términos de intercambio de Argentina crecieron con mayor intensidad. Por el contrario, cuando la tasa ha estado más alta, los términos de intercambio de Argentina han mejorado suavemente o incluso, en algunos casos, empeoran. Es decir: la tasa de referencia de la Reserva
Federal y los términos de intercambio de Argentina están relacionados, lo que significa que el canal real y el financiero internacional también interactúan.
CÁLCULOS
A fin de determinar qué porcentaje de la expansión económica argentina de los últimos cinco años responde a las excepcionales condiciones internacionales registradas durante dicho período, E&R realizó estimaciones que permiten afirmar que prácticamente la mitad del crecimiento verificado obedece a las condiciones favorables del contexto externo, con un poder de compra de las exportaciones que mejoraron a tasas record y una tasa internacional de referencia en niveles extraordinariamente bajos.
Asimismo, en un contexto internacional menos favorable, el crecimiento de la ocupación se habría reducido a la mitad, en tanto que la caída del número de desocupados también representaría un poco menos de la mitad de la efectivamente registrada.
Por su parte, los niveles de pobreza e indigencia habrían caído 18 y 14 puntos porcentuales menos que en la actualidad. En efecto, la pobreza
ascendería al 36% de la población y la tasa de indigencia treparía al 13,7%, muy por encima de los niveles actuales (23,4 y 8,2% respectivamente).
Finalmente, a partir del análisis anterior se estima la relevancia del escenario internacional en la evolución macro- económica doméstica de los próximos cinco años.
La primera conclusión que se puede extraer es que el actual ritmo de crecimiento de la economía argentina difícilmente será sostenible en el próximo lustro.
En este sentido, el estudio permite avizorar que en los próximos cinco años el ritmo de expansión del nivel de actividad será algo inferior al registrado durante los últimos cinco.
Así, suponiendo que los términos de intercambio crecerán a la misma velocidad que en el período 2003/2007 y que la tasa de interés internacional de referencia se ubicará en torno del 1% anual, la tasa de crecimiento promedio de la economía argentina se ubicará en el 5,5% anual.
En materia de indicadores sociales, aun en este escenario extremadamente positivo, es probable que la velocidad de generación de puestos de trabajo y de reducción del desempleo, pobreza e indigencia se suavice en relación con la performance del último lustro.
Si, en cambio, consideráramos un escenario alternativo en el cual el contexto internacional continuara siendo positivo pero algo menos favorable, el dinamismo de nuestra economía sería menor: la tasa de crecimiento promediaría el 4% anual durante el próximo lustro.
Finalmente, es de destacar que, si bien las condiciones externas continuarían impulsando el crecimiento argentino, las decisiones de política económica que tome la nueva administración pueden apuntalar o, por el contrario, frenar el proceso de expansión económica.
Las condiciones para seguir creciendo están dadas, pero el nuevo gobierno debería encarar los desafíos pendientes a fin de sustentar dicho crecimiento. Entre ellos, habría que mencionar la aceleración de la inflación, la distorsión de precios relativos, el congelamiento de las tarifas energéticas, el deterioro del frente fiscal, las pujas distributivas, la insuficiente inversión y la ausencia de un verdadero salto exportador.
(Redacción Central)