LUXEMBURGO (dpa).- Cuando surge el tema cambiario, los ministros de finanzas europeos dan señales de que no es un asunto de su competencia: “Es cosa de los mercados”, responden a menudo a cualquier pregunta en ese sentido.
Entretanto, el euro pasó la barrera de los 1,40 dólares y con ello también aumentó la intranquilidad. La moneda comunitaria no sólo se encareció frente al dólar sino también respecto del yuan chino y del yen japonés.
En vista de la amenaza de una trampa cambiaria, los ministros de la eurozona –en general muy discretos– renuncian ahora a diplomáticos juegos de palabras e instan abiertamente a China a revalorizar el yuan.
El premier luxemburgués, Jean-Claude Juncker, ubicó a China en el primer lugar de los problemas cambiarios. “Primero China, segundo el dólar, tercero el yen”, dijo.
Juncker viajará junto al presidente del Banco Central Europea (BCE), Jean-Claude Trichet, y el comisario de Asuntos Económicos y monetarios, el español Joaquín Almunia, al gigante asiático antes de fin de año para negociar una posible revaluación de la moneda china.
Es un paso sin precedentes. Sin embargo, los expertos dudan de que esta visita de alto rango mueva a los responsables chinos a un rápido cambio de curso en su política cambiaria.
También el titular de Economía alemán, Peer Steinbrück, se mostró reservado durante la reunión de los ministros de finanzas de la zona euro que tuvo lugar en Luxemburgo. “Hay que esperar los resultados”, dijo respecto de la misión de los más altos representantes de la finanzas europeas.
Sobre todo Estados Unidos reprocha desde hace mucho tiempo a Pekín intensificar la máquina de exportación a través de una moneda mantenida baja artificialmente. China también es un caso complicado, porque tiene la mayor reserva monetaria del mundo, de más de un billón de dólares.
Según diplomáticos, ya es notable que tras un largo debate los ministros de la Unión Europea, la comisión de la UE y el Banco Central Europeo (BCE) hayan adoptado un compromiso en el tema del tipo de cambio ya que, por cierto, en Europa hay opiniones divergentes al respecto.
A los ministros de Alemania, Austria y Holanda un euro alto no parece depararles noches de insomnio. “Prefiero un euro fuerte a un euro débil”, afirmó Steinbrück. Su rostro no demostraba preocupación.
A diferencia de Francia e Italia, el gobierno en Berlín no participa de las quejas públicas sobre la fortaleza del euro, ya que hasta el momento las exportaciones alemanas no parecen sufrir una baja importante. “Made in Germany” va a la UE, sólo el 9% a Estados Unidos.
“De acuerdo con el desarrollo de los últimos veinte años las actuales fluctuaciones cambiarias no son nada sensacionales”, agregó el ministro alemán. De hecho, un estudio de la comisión realizada este verano (boreal) demuestra que la revalorización del euro entre el 2001 y el 2006 sólo alcanzó a las exportaciones en forma limitada. La conclusión del estudio, dirigida sobre todo a Francia, indica que la capacidad competitiva nacional decide sobre la fortaleza del euro más que el rumbo cambiario de la moneda comunitaria.
En poco más de una semana, de cara al encuentro del Grupo de los Siete países más industrializados del mundo (G7), los europeos intentarán hacer valer su voz en temas cambiarios.
China no integra el G7 y se esperan largas discusiones con Washington, teniendo en cuenta que ya Juncker declaró el dólar como segundo problema.
Sobre todo en París, ya hace tiempo que existe la sospecha de que Estados Unidos prefiere un dólar más débil debido a que su déficit comercial y su balance de los intercambios de mercancías y servicios son muy altos.