BUENOS AIRES.- Aunque resultan difíciles de obtener las estadísticas sobre los delitos informáticos, existen coincidencias en cuanto a que son numerosos y, por lo tanto, provocan elevados daños económicos. Eso se atribuyó a que no son fáciles de descubrir y sancionar, muchas veces en virtud del poder económico de quienes los perpetran.
De cualquier manera, la consultora Internet Security Systems (ISS) estimó que la Argentina ocupó el año pasado el noveno puesto en el ranking mundial de estafas informáticas, con el 1,9% de los casos, que representaron unos 1.200 millones de dólares.
Avances que permiten recopilar información sobre datos personales y hábitos de consumo, así como también sitios recorridos por usuarios y consumidores en la web, motivaron en los últimos años la elaboración de proyectos presentados ante el Congreso de la Nación vinculados con delitos informáticos. Incluso, preocupó la formación de bases de datos y que ciertas empresas ahorraran costos e inversiones en publicidad al estar en condiciones de dirigir sus ofertas a compradores potenciales seleccionados. Esto facilitó, además, el consumo de bienes digitales on-line, ya que permitió identificar a las personas autorizadas a adquirir o usar determinados servicios.
Fraudes, sabotajes, terrorismo y vandalismo son, entre otras, amenazas para los sistemas de procesamiento de datos. Varias se manifiestan con ataques de virus, de los cuales llegó a calcularse que habría más de 50.000. Enviar un virus a través del correo electrónico y provocar, por ejemplo, que se caiga toda una red informática todavía no es delito, como determinó un fallo judicial que sobreseyó a un ex creativo de una agencia de publicidad que, enojado por un despido que consideró injusto, causó el colapso deliberado de los sistemas de su ex empleador.
Para lograr mejores estándares de seguridad, existen dispositivos para el reconocimiento de voz y escáners de huellas digitales, entre otras alternativas, pero muchas firmas suelen considerarlos como gastos innecesarios por no haber tomado plena conciencia de los riesgos.
Los hackers irrumpieron en la década del '70 del siglo pasado, dotados de gran capacidad para aplicar tecnologías de última generación, y organizaron congresos internacionales, cursos y seminarios. En la Argentina, algunos habilidosos abandonaron lo que venían haciendo para convertirse en ciberladrones de claves personales; otros, optaron por ofrecer servicios de... seguridad. Uno de estos últimos anunció, en mayo pasado, que desarrolló el 80% de un programa que combina una tecnología de firma digital y una forma de encriptación y que, una vez instalado, brinda la seguridad de que la información no se podrá alterar entre la fuente y el destinatario y de que, de ser robada, nadie podrá entenderla. Un fallo del Juzgado en lo Criminal y Correccional Nº 9 de la Capital Federal determinó, a fines de junio, que hackear para violar un e-mail no era punible.
No sólo se aconseja extremar los cuidados con lo expuesto sino, además, con:
" los "phishing", o sea, los robos de datos de los usuarios a través de páginas de internet que imitan a sitios de bancos, otras entidades financieras y páginas de subastas o empresas;
" los "spyware", que recolectan informaciones válidas de las computadoras;
" los "troyanos", virus capaces de instalarse en las computadoras y robar identidades y
" los "spam", mensajes electrónicos, habitualmente comerciales, no solicitados y que se envían masivamente.
Con el aumento de los dispositivos personales que se conectan a internet creció, por otra parte, la piratería virtual, como se insistió en la edición 2007 de la RSA, especializada en la protección on-line de identidades de acceso a redes de datos e información digital (adquirida en 2.100 millones de dólares por el gigante norteamericano de almacenaje de información EMC). La conferencia sobre seguridad informática más grande del mundo, en San Francisco (Estados Unidos), en febrero pasado, congregó a los principales especialistas preocupados por luchar contra los denominados "cybercrimes" y proteger las transacciones bancarias on-line (hasta asistió Bill Gates).
Las empresas estaban preocupadas por incrementar en ciertos casos más que duplicar la capacitación en seguridad, las pruebas de intrusión, los asesoramientos en regulaciones y normas, la adopción de sistemas de gestión en seguridad para las normas ISO y la evaluación de riesgos/diagnósticos específicos, de acuerdo con lo que demostró una encuesta de la consultora Prince & Cooke en mayo del 2006.
Cuando en el país continúa aumentando la cantidad de usuarios de la red, proliferan los delitos informáticos amparados en el anonimato y la falta de una ley específica.
Como los ataques de "phishing" son bastante relevantes, el experto Armando Carratalá, de Certisur, explicó en la Asociación de Marketing Bancario que por lo general está relacionado con el engaño a los usuarios de banca on-line y de otros sitios, como eBay (donde desde 1995 se subastan productos a través de internet) o los de las tarjetas de crédito. Los robos de identidad se aprovechan para usar los datos como cuentas y contraseñas para transferir dinero de los clientes.
En la Argentina hay 15 millones de internautas y antes de fin de año serían más de 16 millones, lo que supondría una fuerte suba del comercio electrónico.
Del total de usuarios que se conectan por lo menos una vez por semana, sólo 2,78 millones reciben una factura mensual por el uso de la red, en tanto los demás concurren a locutorios y cibercafés. El año pasado, 5 millones concretaron compras y ventas virtuales en el país por 10.162 millones de pesos, según la Cámara Argentina de Comercio Electrónico.
Desde el INDEC señalaron cómo se incrementaron los accesos a internet: a fines de marzo del 2007 había 2,6 millones de residenciales, de los cuales 1,9 millones eran cuentas de abono y el resto, usuarios "free", mientras que los de organizaciones eran 246.000, con 244.000 cuentas de abono.
El comisario Ricardo Sánchez, jefe de la división Análisis Criminal de la Policía Federal, explicó que la fuerza sólo puede intervenir "cuando se cometió o se detecta que se va a cometer un delito, pero si una acción no está tipificada, aunque se sospeche un posible daño, la policía no puede intervenir. El envío de 'correo basura' es irregular pero no ilegal, por ejemplo".
"Los sitios desde los cuales se cometen delitos están alojados en paraísos virtuales Irán, Filipinas o Tailandia son los más usados donde nadie averigua mucho qué circula por las páginas web ni investiga posibles delitos", agregó Sánchez.
MIGUEL ANGEL FUKS