BUENOS AIRES.- En la Argentina de la década del ’80 del siglo pasado, el gobierno de turno intentó alentar las asociaciones de empresas para que accedieran a mercados externos mediante una norma legal que les confería ciertos privilegios. Sin embargo, los resultados fueron poco satisfactorios, tanto por la inestabilidad macroeconómica de entonces como porque los beneficios impositivos previstos estaban supeditados al cumplimiento de exigencias quizás demasiado complejas. Aquí tuvieron en cuenta que varias naciones –Italia, España, India, Chile y Brasil, entre otras– estimulaban esos emprendimientos para mejorar las posibilidades de exportar.
En realidad, una de las primeras ideas al respecto fue proporcionada por el británico Alfred Marshall, profesor de economía política política en Cambridge y precursor de la “economía del bienestar”, en 1920. Fue reproducida por Julián Hecker y Santiago Juncal, del “Programa de desarrollo de complejos productivos regionales” de la Subsecretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y Desarrollo Regional (Sepyme) y expresa lo siguiente: “La aglomeración de firmas involucradas en actividades similares o relacionadas genera un conjunto de economías externas localizadas que reducen los costos para los productores que las forman”.
Como esos primeros intentos locales no culminaron como se esperaba, a fines del ’98 la Fundación BankBoston decidió impulsar los vínculos señalados con la Fundación Export.Ar, que actúa en la órbita del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto (ver aparte).
Después, como consecuencia de la crisis del 2001, se conoció el “Plan de acción para gestionar la innovación”, preparado por el Grupo Empresario de la Pastoral Social de La Plata con tres universidades ubicadas en la capital de la provincia de Buenos Aires y participación como pasantes de sus graduados y alumnos. Al tomar como referencia el papel de los “clusters” en el desarrollo económico-social y las políticas de innovación de la Unión Europea, se apuntó a aprovechar las potencialidades de los recursos físicos y las capacidades humanas disponibles para encontrar un modelo de desarrollo propio, sostenido y sustentable. Como experiencia piloto, cinco pymes dedicadas a la lombricultura, elaboración de quesos, autoservicios, envases plásticos y reciclado de residuos, iniciaron actividades de cooperación.
Más cerca en el tiempo, la Sepyme consideró que el desarrollo de complejos productivos (“clusters”) permitiría aprovechar la heterogeneidad de las industrias locales del mismo sector y región, mejorando la capacidad de innovación y la absorción y difusión de tecnologías.
Aquellos formados por cinco o más micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) legalmente establecidas en la Argentina y sin vinculaciones societarias entre sí pueden llegar a recibir asistencia técnica y económica. Las mipymes pueden pertenecer a los sectores primario y/o de transformación, comercialización, acondicionamiento o acopio y/o de servicios.
Aparte de la Sepyme, entre los organismos que colaboran, se encuentran: el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el Fondo Tecnológico Argentino (Fontar), el Consejo Federal de Inversiones (CFI),el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) del BID, los dieciocho Eurocentros que asesoran en el país a las pymes locales y el programa Italia/Unido.
Si bien un “cluster” es una concentración geográfica de empresas e instituciones interconectadas en un sector particular, incluye proveedores especializados, servicios e infraestructuras de apoyo. Por lo general, se extienden verticalmente en la cadena de valor y lateralmente hasta la tecnología y el sector relacionado. Incluso participan organismos gubernamentales, universidades, parques tecnológicos y servicios especializados de educación, información, reciclaje y apoyo técnico, con limitaciones determinadas por la complementación de los intervinientes. Desde el punto de vista geográfico pueden coincidir con las divisiones políticas y administrativas, aunque no resulta necesario.
Un “cluster” pocas veces coincide con una clasificación industrial o económica tradicional, ya que promueve una forma de agrupación distinta para incrementar la productividad de las empresas; dirigir la innovación, y estimular la creación de nuevas firmas.
“Con el programa de complejos productivos que comenzó a implementar la Sepyme hace un año, buscamos pasar de un trabajo de asistencia a nivel individual a un trabajo articulado, donde las pymes se puedan sumar”, explicó Matías Kulfas, titular del organismo.
El Ministerio de Economía y Producción considera “estratégico” impulsar el citado “Programa de desarrollo de complejos productivos regionales”, que trabaja en temas de comercio exterior, capacitación y asistencias técnica y financiera. Las dos líneas financiadas permiten:
* Contratar temporariamente a un coordinador que brinde apoyo técnico en la definición de un plan de trabajo de corto y mediano plazo que identifique las oportunidades de asociación exitosa, organice las tareas comunes, verifique lo realizado, participe en los viajes y reuniones y, fundamentalmente, gestione el seguimiento de las actividades. También debe gerenciar los recursos canalizados, garantizar el cumplimiento del plan y ser el nexo con la unidad ejecutora del proyecto.
* Cofinanciar actividades puntuales del plan de trabajo, con aportes no reembolsables.
No faltaron economistas que consideraron que existen asociaciones exitosas cuando aplican una estrategia conjunta de comercialización para adquirir insumos y exportar y advirtieron, asimismo, respecto de lo complicado de coordinar las tareas y la necesidad de que los involucrados tengan paciencia hasta que comiencen a obtener resultados favorables.
Programa para grupos exportadores
BUENOS AIRES.- La Fundación BankBoston –mantendría esa denominación hasta que la Inspección General de Justicia autorice cambiarla por la de Fundación Standard Bank, como consecuencia de la reciente transacción entre ambos bancos– junto con la Fundación Export.Ar, que actúa en el ámbito del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, desarrollaron desde fines de 1998 un programa para formar grupos con empresas de un mismo sector que resolvieron unirse para aumentar sus posibilidades de exportar sus producciones y que en cada caso son orientadas por un coordinador.
Esa modalidad operativa disminuyó los costos de asistencia a ferias y exposiciones y simplificó la selección de los mercados posibles. En no pocos casos, una firma asumió la representación de las demás en los viajes al exterior para tratar de captar clientes. Por otra parte, la experiencia demostró que resultó más sencillo conseguir buenos agentes y representantes cuando se les ofreció vender productos de un grupo de firmas que en el caso de una sola.
Conviene que la empresa que desea incursionar en la exportación cuente con un producto que aventaje a aquellos con los que pretende competir, ya sea en precio, calidad, novedad o servicios posventa.
Las tareas de la Fundación Export.Ar y la Cancillería argentina permiten que los consorcios e incluso las empresas que los integran dispongan de abundante y valiosa información para sus ventas al exterior.
Los respaldos financiero y técnico se encuadran dentro de lo autorizado por disposiciones de la Organización Mundial de Comercio
Las dos fundaciones impulsaron asociaciones asignando modestos estímulos financieros y limitando los requisitos burocráticos a cumplir. Argumentaron que el apoyo más importante consistió en que, de manera alternada, una y otra se hicieron parcialmente cargo de los honorarios del coordinadores. Hay uno en cada grupo, seleccionado por sus miembros, cuyos honorarios están en el primer semestre en un 100% a cargo de una u otra entidad, durante el segundo en un 75%, luego en un 50% y en el cuarto, finalmente, en un 25%. Significa que las empresas van asumiendo progresivamente la cobertura de esa inversión, siempre que tengan éxito. Además, cada grupo resuelve de qué modo distribuye entre sus componentes, la proporción a pagar.
Las empresas se hacen cargo de los gastos no cubiertos para asistir a ferias y exposiciones, así como de otros necesarios para la apertura de mercados en el exterior.
Las condiciones que debieron cumplir las firmas para incorporarse al programa, fueron:
* Acordar la integración como mínimo de 5, teniendo en cuenta que la cantidad óptima es 10 y el máximo aconsejable 15.
* Para los productos y servicios que comercializan deben tener un mismo canal de distribución en el exterior. O sea que sus interlocutores –clientes, distribuidores, agentes, representantes o revendedores– pueden ser los mismos. También pueden unirse las acciones de promoción, como ferias y exposiciones o misiones al extranjero.
* Es conveniente que algunas firmas exporten en cada grupo y, por lo tanto, conozcan cómo hacerlo para colaborar con aquellas que nunca lo hicieron.
Las dos fundaciones establecieron el procedimiento para que los coordinadores seleccionen los mercados en los que se concentrarán las acciones vendedoras de cada consorcio. Para ello consultan a los integrantes adónde quieren llegar y preparan un pedido de información sobre las perspectivas existentes, para lo cual pueden solicitar información a las embajadas, consulados u oficinas comerciales del lugar en cuestión. Con todo eso, se procede a elegir él o los países sobre los que concentrará la actividad, que se recomienda no sean más de tres.
Cada coordinador comunica mensualmente las altas y bajas de firmas, misiones vendedoras, asistencia a ferias, catálogos editados y otros aspectos del plan de trabajo, que permiten a los representantes de las fundaciones examinar la evolución lograda.
La aplicación del programa permitió la conformación de 50 consorcios. Uno de ellos es el Grupo Exportador de Turismo Al Sur del Nahuel, de Río Negro, con siete firmas de Bariloche y una del Paraje El Manso.
Propuestas
representativas de diferentes regiones
BUENOS AIRES.- Existen una treintena de complejos productivos (“clusters”), representativos de desarrollos regionales. El más reciente fue presentado oficialmente en Haedo (Buenos Aires), el 26 de junio pasado, y está integrado por veintiséis pequeñas y medianas empresas nucleadas en la Cámara Argentina de Proveedores de la Industria Petroenergética (Capipe) y que se dedican a la metalurgia, metalmecánica, calderería, electromecánica, electrónica, química, ingeniería y construcciones civiles.
Entre las propuestas asociativas con las que trabaja la Sepyme, destacaron las siguientes:
* Metalmecánica de Olavarría. Entre siete y diez firmas de ese distrito bonaerense procuran posicionarse a nivel nacional y colocar su producción en el exterior. Lo hacen también en conjunto con el gobierno provincial.
* Metalmecánica y naval. Desde Berisso y Ensenada (Buenos Aires), seis empresas se dedican a construir y reparar embarcaciones y equipos de uso a bordo y a ampliar sus actividades fabriles. Con el Astillero Río Santiago y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), procuran constituirse en un modelo para la industria navalpartista.
* Metalmecánica de Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos y Córdoba. Mediante nuevos instrumentos tecnológicos para fortalecer al sector, mejorar los procesos productivos e incrementar las exportaciones, unas 200 industrias dedicadas a la maquinaria agrícola forman parte del emprendimiento impulsado desde la Fundación Cideter, que se dedica a la investigación y desarrollo para la reconversión de pymes. La Sepyme actúa articuladamente con el INTI.
Además, la subsecretaría señaló “clusters” dedicados a los rubros que se mencionan:
* Software. Son quince firmas de Tucumán, Catamarca, Salta, Jujuy y Santiago del Estero a las que asiste para formar una red. También hay agrupamientos en Rosario (Santa Fe) y Neuquén (con aproximadamente quince empresas).
* Vino de altura. Mediante la flexibilización de programas nacionales, se intenta adecuar a las necesidades locales a veinte pequeños productores de Tinogasta (Catamarca).
* Metalmecánica. A solicitud del gobierno de Tucumán, se establecen contactos con firmas citrícolas, mineras y azucareras, así como con las del polo metalúrgico de Tafí Viejo, procurando incluso aprovechar los talleres ferroviarios allí existentes.
* Madera y mueble. Se organiza una cadena productiva con empresas de Entre Ríos, Misiones, Chaco, Formosa y Jujuy.
* Proveedores de la industria petrolera. Se avanza para orientarlos al comercio exterior.
* Tecnologías de la información. Se acompaña el plan de desarrollo de Mar del Plata (Buenos Aires) mediante la conformación de centros.
* Abono orgánico. En Perico (Jujuy).
* Turismo. Apoyo a grupos de distintos rubros en El Carmen (Jujuy).
* Productores de manzanas y peras. Desarrollo de un centro de acopio en Cipolletti (Río Negro).
* Instrumentos biomédicos. Se avanza para crear un centro de fabricación en Bahía Blanca (Buenos Aires).
Aunque no apareció en la lista oficial difundida, no hay que olvidar a Córdoba Technology, constituida en el 2001 por diez firmas para desarrollar tecnologías de información propias y ahora compuesta por 51, con presencia en mercados externos. Fomentó la creación del Instituto Tecnológico de Córdoba (ITC).
Por otro lado, fueron presentados los clusters frutícola, turístico y tecnológico en Río Negro, con el propósito de conocer iniciativas y motivar a los productores, empresarios e instituciones.
Organismos provinciales asumieron responsabilidades, como la Subsecretaría de Ciencia, Tecnología y Desarrollo; la Secretaría de Fruticultura, y el Ministerio de Turismo, con apoyos de la Agencia de Desarrollo Provincial Crear y Pro Río Negro.