Si bien todavía no está del todo definido quién encabezará la conducción del Ministerio de Economía en la provincia del Neuquén, el gobernador electo, Jorge Sapag, analiza designar cuanto antes a una persona de su entera confianza en esta estratégica cartera para contener los que van a ser los últimos “saltos” del gasto de la administración Sobisch.
Analizando las frías estadísticas se observa que en los ocho años durante los cuales el actual gobernador estuvo al frente del Ejecutivo el presupuesto de la administración neuquina se multiplicó por tres, pasando de 1.245 millones de pesos a los más de 3.800 proyectados para el cierre del 2007. La crisis que acarreó la salida de la convertibilidad generó cambios importantes en las reglas de juego de la economía del país y éstos –en un inicio– terminaron por favorecer el desarrollo de los presupuestos provinciales. Neuquén no quedó exento de este esquema.
En el período 1999-2007, los ingresos corrientes se incrementaron en mayor proporción que las erogaciones primarias. Sin lugar a dudas, éste es un dato saludable en términos fiscales, ya que permitió a la provincia del Neuquén disponer de un ahorro corriente de importancia. Sólo en 1999 (que corresponde predominantemente a la administración de Felipe Sapag) y en el 2001 las cuentas públicas provinciales mostraron saldos negativos en sus resultados económicos primarios (ver infogramas). En el resto de los años, presentaron un importante superávit. Es así que, en toda la gestión del actual gobernador, el gobierno provincial hizo “caja” por cerca de 2.800 millones de pesos, al tener en cuenta los resultados primarios del presupuesto.
La mayor parte de este importante ahorro se disipó con las erogaciones de capital que concretó el Ejecutivo en el período en cuestión. En relación con este punto, distintos economistas coinciden en señalar que no hay mejor destino del ahorro corriente en un presupuesto estatal que la obra pública, en vistas de mejorar las condiciones de infraestructura de la provincia y la calidad de vida de quienes habitan en ella.
Sin embargo, los números “macro” que muestran los presupuestos neuquinos dan cuenta de que sólo el 55% del ahorro corriente conseguido por la administración Sobisch se destinó a ese segmento. El restante 45%, unos 1.250 millones de pesos, fue canalizado a través de “otras vías presupuestarias” que poco tienen que ver con las mejoras en infraestructura mencionadas.
Los datos oficiales muestran en este sentido que, contrariamente a lo que uno podría suponer, desde la salida de la convertibilidad la inversión en obra pública en relación con el gasto total concretado por la provincia tocó sus mínimos en el período 2003-2006 (ver infograma).
Al analizar los números del presupuesto se desemboca en dos interrogantes: ¿cómo es que la provincia tiene hoy tantos problemas de estructura en los sistemas de salud y educación? ¿Fue necesario recurrir al reciente endeudamiento dejando de lado el costo de oportunidad que en la actualidad tiene esta herramienta financiera?
EL ESCENARIO
QUE SE VIENE
Haciendo abstracción del pasado, respecto del cual los infogramas dicen mucho más que lo que se podría llegar a escribir, Jorge Sapag debería contemplar la posibilidad de encontrarse con un escenario económico-financiero no tan favorable como el que tuvo su antecesor.
En el frente interno está todavía pendiente una suba de sueldos en parte de la administración pública a la que no se le tocó el salario. Estudios muestran que al cierre de este año la masa salarial se ubicará en torno de 1.670 millones de pesos (proyección para el 2008), lo que sin dudas terminará por achicar el fuerte superávit fiscal que presentan las cuentas del Estado. Por otra parte, las expectativas sociales generadas por este nuevo gobierno –abonadas por la conducta histórica que ha tenido– inducen a pensar que la administración Sapag ampliará los fondos estatales destinados a lo que se denomina “demanda primaria”, que engloba los sistemas de salud y educación y la vivienda. En un escenario con crecimiento de los ingresos del orden del 20% anual, como se presentó en los últimos años, no habría –en principio– grandes inconvenientes en sostener este esquema. El problema está en que esta previsión de ingresos ilimitados difícilmente pueda sostenerse en los próximos años.
Y es aquí donde entra la segunda variable: el frente externo. Hay posibilidades ciertas de que a partir del segundo semestre del 2008 la economía internacional comience a reacomodarse luego de cinco años creciendo a tasas del 3,5% anual. Los ciclos económicos históricos dan cuenta de que el período de expansión 2003-2007 estaría ingresando en su etapa de madurez.
Cualquier ajuste externo repercutirá sobre los precios internacionales de los “commodities” y esto –producto del actual programa económico–, sobre las cuentas fiscales nacionales y provinciales.
La actual estructura del gasto que presenta el presupuesto neuquino (fundamentalmente en lo que se refiere a su deuda pública y su masa salarial) desnuda ciertos interrogantes sobre la salud de las cuentas fiscales de la provincia en los próximos años.
La maldita deuda
La administración del gobernador Jorge Sobisch recibió la provincia con una deuda de alrededor de 490 millones de pesos. Ocho años después ese pasivo se eleva a aproximadamente 2.400 millones. El crecimiento –en moneda local– fue cercano al 400%. En dólares, este indicador se eleva al 60%.
Ahora bien, si a este pasivo cercano a los 2.400 millones de pesos no se le computa la última emisión pública (250 millones de dólares), los valores de la deuda con que Sobisch recibió y entregará el próximo 10 de diciembre la provincia son casi los mismos, en torno de 500 millones de dólares. La posición del Neuquén respecto de otras provincias, en relación con su deuda, es buena. Es más: la nueva administración de Jorge Sapag no dudará en recurrir a esta herramienta financiera de existir un contexto presupuestario desfavorable en algún momento de su gestión. Si bien la variable deuda pública/presupuesto se muestra mucho mejor en el período 1996/1999, hoy hay posibilidades de que sea optimizada no sólo a través de la cancelación de parte de los pasivos provinciales. Existen posibilidades de que Neuquén pueda acceder a un mejor financiamiento de su deuda pública mediante un acuerdo con la Nación. Parte de la estrategia de acercamiento que Jorge Sapag está intentando realizar con el presidente Kirchner responde a este objetivo.
Cabe esperar que, ordenando el actual presupuesto y firmando un acuerdo para que Nación participe del refinanciamiento de parte los pasivos neuquinos, no sea necesario emitir más deuda, aunque siempre existe la tentación de hacerlo.
La masa salarial
alcanza nuevos records
La nueva administración proyecta recibir, para su primer presupuesto, una masa salarial del orden de los 1.670 millones de pesos. El valor representa un crecimiento levemente superior al 200% cuando se lo compara con los niveles consolidados al cierre de 1999.
Teniendo en cuenta el resto de las variables presupuestarias, pareciera que la erogación en salarios no creció demasiado. Sin embargo este componente del gasto, al no ser flexible a la baja –como sí lo es el resto de las variables–, compromete la evolución de las cuentas fiscales.
En los infogramas se puede observar claramente el fuerte crecimiento nominal que registró esta variable.
El indicador que muestra la relación del gasto en personal con los recursos corrientes evidencia un crecimiento sostenido a partir del 2004. Frente al escenario actual, en el que el consumo es uno de los factores determinantes en el sostenimiento del plan económico, las posibilidades de que la masa salarial mantenga esta tendencia alcista no debe ser descartada. Hoy, más del 50% de los recursos corrientes se destinan a este rubro.
También hay que aclarar que la planta de personal se incrementó en cerca del 20% en los últimos ocho años.
Teniendo en cuenta un contexto externo no tan favorable como el de los últimos años, el seguir presionando sobre los salarios podría llegar a complicar la salud de las cuentas públicas neuquinas. Nadie pone en duda el legítimo reclamo de los trabajadores estatales por mejorar su calidad de vida a través de mejores sueldos, pero está claro que la próxima administración tendrá poco margen para sostener el ritmo de crecimiento registrado por la masa salarial en los últimos años.