BUENOS AIRES.- La consolidación del crecimiento, la creación de empleo, la redistribución progresiva del ingreso y la reducción de la pobreza fueron publicitados como logros de la actual política económica del gobierno. Sin embargo, las autoridades de turno reconocieron que las ventajas comparativas naturales y el abandono de la política industrial durante la década pasada gravitaron para que la estructura productiva se especializara en “commodities”, sobre todo de base primaria, que “no constituyen una opción de crecimiento y desarrollo sostenible”.
Ahora buscarán una mayor diversificación e integración a la economía mundial, teniendo en cuenta los cambios que impulsan el conocimiento y la tecnología para crear nuevos productos con mayor valor agregado. Cuando procuran disimular los contratiempos de los últimos tiempos, desde el porteño Palacio de Hacienda se refirieron a “la necesidad de dar consistencia y potenciar las acciones en marcha y permitir, simultáneamente, encontrar un nuevo rumbo que asegure sustentabilidad y mejore la calidad del crecimiento en el largo plazo”.
Funcionarios del Ministerio de Economía y Producción trataron la propuesta con los integrantes del Consejo Federal de Producción (CFP) y plantearon que la estrategia productiva no tiene que ser una iniciativa aislada sino que debe articularse y complementarse con acciones en infraestructura, ciencia y tecnología, comercio exterior, inversiones, educación, trabajo, desarrollo social, medio ambiente y gestión pública, sobre la base de un consenso con otros actores institucionales, sociales, sectoriales y regionales.
Al presentar lo que comúnmente se prefirió llamar “Plan productivo nacional” (PPN) en vez de “Lineamientos estratégicos para el desarrollo productivo de la Argentina”, el presidente Néstor Carlos Kirchner exhortó a no desperdiciar la oportunidad de debatir sobre “las alternativas y las opciones que se van a dar” en “la tarea de construir un país con características estratégicas”. Subrayó la existencia de tres países diferentes: el del centro, que se desarrolló de manera más importante que el resto; el sur, pujante, con posibilidades y problemas de aislamiento, por muchos años el ‘patio trasero’, y el norte, que fue condenado a no crecer y para el cual se encaró una tarea enorme con todos los gobernadores de esas provincias a fin de recuperar el tiempo perdido.
Felisa Miceli, ministra de Economía y Producción, explicó que después de elaborarse los planes productivos provinciales en el CFP se buscó conformar el nacional. Tendrá dos etapas:
• La primera hasta el 2010, en la que se consolidarán los cimientos con los actores representativos de las distintas actividades.
• La segunda hasta el 2016, con mayores perspectivas de integración regional y de articulación entre las políticas macroeconómicas y las productivas.
Pareció convencida de que “la Argentina tiene que tener políticas de Estado que sean la base de su desarrollo”, a partir de los compromisos de mantener un tipo de cambio competitivo, el desendeudamiento, el superávit fiscal y la inversión pública, sin olvidar la atención del capital humano. Incluso admitió posibles riesgos del sobrecrecimiento en la estabilidad de precios y algunos “cuellos de botella” en materia de infraestructura, que provocarían desacoples en la oferta y la demanda de mano de obra.
“Se trata de pasar de la macroeconomía a la sintonía fina trabajando con los sectores, las provincias y los municipios, para generar un plan que permita dar un shock de inversiones en todos los sectores que permita mejorar la competitividad de la economía para que cada vez podamos agregar más valor y tener un recurso humano no solamente mejor calificado sino fundamentalmente mejor remunerado”.
Los objetivos de la estrategia productiva son:
• Crecimiento sustentable, mediante el aumento sistemático de la producción de bienes y servicios, con mayor valor agregado promedio y reducción paulatina del contenido primario, en el marco de la preservación del medio ambiente.
• Más y mejor empleo y distribución del ingreso.
• Equilibrio regional, para promover el desarrollo territorial y disminuir las diferencias entre niveles de ingresos y calidad de vida.
De cualquier manera, se reconoció que la estructura productiva aún tiene un “cuadrante ausente” a nivel sectorial, cadenas de valor y conglomerados productivos que combinen un alto grado de innovación y, a la vez, tengan fuertes complementaciones (ver infograma). Si bien los “commodities” agrícolas se expandieron en los últimos años, aún tienen que complementarse más con el resto de la estructura. En cuanto a los “commodities” industriales (acero, aluminio y papel) y a las empresas transnacionales, se indicó que se caracterizan por sus conductas innovadoras y que todavía son débiles las complementaciones con el resto del tejido productivo. Respecto de las privatizadas de servicios públicos, se las consideró relativamente de poco vigor en materia de innovaciones (excepto telecomunicaciones) y encadenamientos productivos. Estos últimos son significativos en la industria manufacturera que, junto con los servicios privados, absorbe mano de obra.
Existe la intención de inducir un “cambio virtuoso” a través de los aumentos graduales de los niveles de calidad, innovación, articulación, complementación y productividad y de alinearlo sobre las exportaciones, inversiones, competitividad y financiaciones.
Las actividades innovadoras estarán referidas a bienes y servicios, insumos y métodos de producción, acceso a otros mercados y cambios organizacionales y de gestión.
El apoyo del Estado profundizará una nueva intervención hacia sectores estratégicos, cadenas productivas y conglomerados regionales, acompañada por un desarrollo que lo dotará de instrumentos de medición de objetivos y monitoreo de metas articuladas con los privados, desplegándose especiales esfuerzos de financiamiento hacia proyectos con significativas potencialidades.
El análisis preliminar permitió determinar actividades de alto impacto potencial y sectores innovadores, así como también segmentos en los tradicionales a los que se apoyará con los planes en marcha o los nuevos:
• Los de alto impacto potencial como biotecnología, nanotecnología y energías renovables.
• Los innovadores; entre ellos, agroalimentos, farmo y agroquímica, tecnologías de información y comunicación (TICs), tecnologías nuclear, aeroespacial y satelital; bienes de capital y aquellos con alto valor agregado (turismo, industrias culturales, diseño, arquitectura, ingeniería y a empresas).
• Tradicionales, ya existentes, con alta densidad productiva e impacto en el empleo y relativamente baja capacidad innovadora, con potencial de cambio a través de una mayor incorporación de innovaciones o del desarrollo de atributos de calidad, diseño o prestaciones específicas. Agrupan a parte de la industria manufacturera, como la metalmecánica (automotor y autopartes, naval y maquinaria agrícola e industrial), química y petroquímica, textil e indumentaria, cuero, madera y muebles y construcción y sus insumos.
En el CFP, las provincias fueron convocadas a trabajar sobre los ejes rectores y lineamientos propuestos por la Nación, con participación de los sectores e instituciones localizados en su jurisdicción. Ciertos ejemplos proporcionados por la cartera de Economía y Producción son los planes estratégicos de la región Centro, Chubut y Cuyo y el programa de competitividad para el Norte Grande.
Fuerte respaldo a la política industrial
BUENOS AIRES.- Cuando las industrias se cerraban, la educación técnica desaparecía y el empleo fabril caía, Juan Carlos Lascurain era el presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra) y estuvo entre quienes encabezaron una marcha de empresarios y trabajadores para enfrentar un modelo que “desconocía” el valor de la actividad y “agredía” a las firmas pequeñas y medianas.
Cuando asumió el mismo cargo en la Unión Industrial Argentina, el mes pasado, Adimra, la Unión Obrera Metalúrgica y la Secretaría de Industria, Comercio y de la Pequeña y Mediana Empresa manifestaron su disposición a profundizar los análisis de los temas laborales, resolver el problema de las mayores importaciones, sobre todo de China y Brasil, y encontrar alternativas para disminuir los costos energéticos, mejorar el acceso a los créditos, promover exportaciones y crear tecnologías.
Como titular de la central fabril, Lascurain apoyó “la política industrial que guía el actual gobierno”, valoró la “reivindicación” de la actividad que realiza el presidente Néstor Kirchner y observó “un notorio proceso de reindustrialización que alcanza a todo el país”. Semejante respaldo y la promesa de evitar temas que pudieran “irritar” a Kirchner motivaron que el 24 de mayo éste recibiera en la Casa Rosada a la nueva cúpula de la UIA y a directivos de empresas, con excepción de los que no compartieron esas adhesiones y otros criterios. Los visitantes reiteraron “un fuerte respaldo a la política industrial” y plantearon las necesidades de seguir invirtiendo y de financiación.
“Sólo teniendo autonomía nacional podemos delinear políticas de desarrollo industrial y de resguardo del mercado interno –expresó Lascurain al asumir–. Gran parte del mundo desarrollado nos quiere imponer ser proveedores de materias primas y bienes de bajo valor agregado y pretende nuestro mercado interno para sus bienes industriales”.
Más allá de valorar y compartir “pilares fundamentales”, como los superávits fiscal y comercial y la preservación de un tipo de cambio competitivo, Lascurain recordó que frente a reglas de juego consistentes “hemos respondido con fuertes inversiones, creciendo en exportaciones y demostrando que somos capaces de competir en el mundo y consolidar una de las tasas de crecimiento más elevadas del mundo”. Está convencido, asimismo, de que “todos los sectores son viables y tienen un importante aporte que realizar para la recuperación del empleo y la mejora del poder adquisitivo de la sociedad”.
La UIA concentrará sus esfuerzos en “la mejora de la competitividad”, de acuerdo con los siguientes ejes de acción.
• El funcionamiento del sistema de riesgos de trabajo, sin olvidar las posibles consecuencias de normas que favorezcan la “industria del juicio”.
• El desarrollo de instrumentos que financien las inversiones a largo plazo y con costos razonables, a fin de consolidar el rol del capital nacional y evitar, a la vez, un proceso de desnacionalización, pero sin limitar las externas.
• Consolidar incentivos que favorezcan a las pymes, generando estímulos impositivos y jurídicos que prioricen la generación de empleo.
• Evaluar permanentemente el desenvolvimiento de las relaciones económicas con Brasil y China.
• Reducir sustancialmente la informalidad.
• Acentuar la capacitación de recursos humanos.
Otros lineamientos para fortalecer el crecimiento
BUENOS AIRES.- Cuando Eduardo Duhalde ejercía la presidencia de la Nación y Roberto Lavagna era su ministro de Economía, en mayo del 2003 se conoció un conjunto de 68 estudios y reflexiones (6.500 páginas organizadas en 28 volúmenes) denominado “Lineamientos para fortalecer las fuentes del crecimiento económico”. Fue encarado entre la citada cartera y el Banco Interamericano de Desarrollo, con la coordinación de la oficina en Buenos Aires de la CEPAL, bajo la dirección de Bernardo Kosacoff. Los trabajos contaron con la supervisión de Oscar Tangelson, secretario de Política Económica (sigue desempeñando el mismo cargo), y José Octavio Bordón, director ejecutivo del proyecto (ahora embajador en los Estados Unidos).
Lavagna reconoció que ciertas ideas y conclusiones no fueron compartidas por su cartera ni por el gobierno, pero se respetaron por “la libertad de pensamiento tantas veces menospreciada en nuestro país”. Destacó, además, que “algunos son más profundos e innovativos que otros; algunos se ocupan de temas eminentemente globales y otros, de cuestiones sectoriales o aun subsectoriales”.
Tangelson y Bordón insistieron en que era preciso trazar una “estrategia argentina de desarrollo, con un patrón de crecimiento económico de tasas elevadas y estables y eficiencia y equidad en la distribución”. Reconocieron que el país tenía entonces “una estructura de exportaciones primarizada”, un mercado interno “muy deprimido por las caídas del empleo y del salario real”, “altos niveles de pobreza y fragmentación social”, “un federalismo caótico, injusto e ineficaz” y “una moneda débil”.
Por eso se planteó la necesidad de un “régimen monetario, cambiario y fiscal que mantenga la inflación baja, un tipo de cambio real estable, sostenible, que asegure competitividad a la economía, y cuentas públicas balanceadas para absorber impactos exógenos con menores costos en términos de actividad económica y empleo”. Se recomendó, asimismo, “evitar la generación de nuevas rigideces estructurales, tales como niveles y estructura del endeudamiento público y privado, insostenibles en el mediano plazo”.
En aquel momento se advirtió que la Argentina necesitaba “una estrategia de desarrollo productivo de la que careció durante los últimos treinta años” y que, luego del agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, no pudo diseñar. Por otra parte, se reconoció que “la inestabilidad institucional y macroeconómica y la estabilidad de enfoques macroeconómicos no favorables a la producción contribuyeron a un escenario de creciente desarticulación productiva a nivel de encadenamientos, sectores y regiones”. Para mejorar la competitividad sistémica del aparato productivo, se recomendó el abordaje simultáneo de los siguientes objetivos.
• “El fortalecimiento de los sectores que alcanzaron mayor dinamismo durante los ’90 (tramas y cadenas agroalimentarias)”.
• “La reconstitución de cadenas productivas desarticuladas con competitividad potencial e impacto sobre el empleo”.
• “La consolidación de un ambiente amigable para el desarrollo de negocios y el surgimiento de nuevos emprendedores y el desarrollo de las pymes”.
• “La promoción de sectores estratégicos donde la Argentina puede alcanzar un rol relevante (software-servicios informáticos, biotecnología, gas y bienes culturales)”.
• “Un mayor equilibrio en el desarrollo productivo entre regiones”.
• “La profundización del Mercosur y, a partir de ésta, el mantenimiento de negociaciones económicas-comerciales con otros acuerdos regionales y a nivel multilateral (OMC) a efectos de alcanzar un mejor acceso a los mercados para nuestra oferta exportable”.