Muchos son los argumentos que se esgrimen a la hora de analizar la crisis institucional que atraviesa la UNC. Muchas también son las justificaciones que surgen a la hora de generar un debate de ideas sobre el futuro y los cambios que deben concretarse en esta casa de altos estudios para dar respuesta a las necesidades sociales y económicas de la región.
Uno de los ejes que preocupan a las actuales autoridades que integran el rectorado es la caída que ha mostrado la curva de inscriptos en los últimos años. La participación de la UNC está cediendo espacios importantes en la región por carecer de una estrategia definida para la captación de alumnos.
Informes oficiales del 2001 muestran que, de los estudiantes que finalizaban el secundario, unos 9.300 estaban dispuestos a ingresar en la universidad o a incorporarse directamente al campo laboral. Las proporciones de elección eran mucho mayores para el primer caso. En el 2002 ingresaron algo más de 8.800 nuevos estudiantes en la UNC. La gran mayoría de ellos había concluido la secundaria el año anterior; el resto estaba compuesto por reinscriptos y por ciudadanos decididos a estudiar después de transcurridos algunos años desde su egreso del nivel medio.
Tomando en cuenta esta estadística, se puede estimar entonces que en el 2002 la UNC absorbía el 65% de los alumnos secundarios recibidos en la región. El resto ingresaba en el sistema laboral o viajaba a otras provincias para iniciar sus estudios.
Este año, haciendo una estimación a partir de la estadística correspondiente, se observa que la UNC recibió sólo el 34% de la población estudiantil egresada el año anterior.