La venta de Chrysler a Cerberus es considerada en Estados Unidos como una decisión necesaria para sacar al tercer constructor estadounidense de la crisis financiera, que implicará sin embargo despidos y cortes de beneficios para sus empleados. El grupo germano-estadounidense DaimlerChrysler retuvo el fondo de inversiones Cerberus, que detentará 80,1% de Chrysler por 7.400 millones de dólares, haciéndose cargo de los compromisos del constructor estadounidense relacionados con cargas sociales: 18.000 millones de dólares, entre retiros y beneficios de salud. Según Kimberly DuBord, del sitio financiero Briefing, el divorcio es una decisión sana luego de "una década de existencia desastrosa como consecuencia de pérdidas, costos fijos enormes, errores estratégicos y presión de los accionistas".
Finalmente, "la opción de un fondo privado, sacando a Chrysler su cotización bursátil, era la mejor solución para reestructurar Chrysler". Creado en 1925 por Walter Chrysler, el constructor estadounidense de las prestigiosas marcas Chrysler, Dodge y Jeep, hoy es un grupo débil que arrastra una pérdida de 1.100 millones de euros e incapaz de mantener su parte del mercado en Estados Unidos.
Cerberus era "el candidato perfecto" para Chrysler, estiman varios analistas, porque ya está presente en el sector.
"El acuerdo está bien estructurado", estimó David Healy, de Burhnam Securities, subrayando que "ahora que Chrysler se retira de la Bolsa, se esperan muchos cambios".
Los costos salariales seguirán seguramente en la mira de Cerberus, aunque se trata de un problema muy sensible. "Las cargas sociales son un serio inconveniente para Chrysler", recuerda Peter Morici, profesor de la universidad de Maryland (noreste), en alusión a las prestaciones sociales históricamente generosas en la industria automotriz estadounidense.