El temor a que estalle la burbuja inmobiliaria que tan jugosos beneficios ha deparado al sector del ladrillo en España desde hace una década se transformó esta semana en pánico en la Bolsa de Madrid, donde los principales valores relacionados con la compraventa de viviendas sufrieron un auténtico descalabro.
El desplome de las inmobiliarias arrastró además a empresas de construcción y bancos, éstos últimos ligados al negocio de las hipotecas.
Para muchos analistas del sector comenzó el proceso de reacomodamiento de precios de las viviendas que se viene anunciando desde principios de año. “Está claro que son insostenibles para cualquier asalariado cotizaciones de 5.000 euros el metro cuadrado por un piso en las afueras de Madrid. Nadie puede acceder ni siquiera con las beneficiosas líneas de créditos existentes”, aseguró un operado.
Las bajas para las viviendas de la UE se proyectan en el 20% hacia fin de año, lo que reflejaría un aterrizaje no violento para el sector inmobiliario y bancario.
Si bien nadie se atreve todavía a hablar de una crisis, ya son muchos los que califican como “ajuste de mercado” la evolución que el sector del ladrillo ha experimentado en los últimos meses, después de vivir un auténtico “boom” entre 1996 y 2006. Por una parte, el Euribor, el tipo de interés variable por el que se rigen la mayoría de las hipotecas, lleva un año y medio subiendo sin parar y en marzo se colocó en el 4,11%. Por la otra, desde mediados del año pasado las ventas de viviendas han caído más del 25%, una baja que en el caso de Madrid incluso roza ya el 40%. Con estos datos, no es de extrañar que a lo largo y ancho de España se estén multiplicando los carteles de “se vende” en las fachadas de los edificios.
Si por un lado hay muchas familias que están agobiadas por el pago de unas hipotecas cada vez más caras y por el otro los bancos endurecen las condiciones para otorgar los préstamos, el número de potenciales compradores se reduce. ¿Es esto el comienzo de un círculo vicioso?
Estados Unidos no muestra tendencias distintas. Esta semana salieron los datos oficiales sobre las ventas de viviendas usadas que muestran en marzo su mayor baja en 18 años, cayendo 8,4% en relación a febrero, a 6,12 millones de unidades en ritmo anual. Los economistas temen que las dificultades del sector inmobiliario anticipen un debilitamiento prolongado del consumo de los hogares.
El sector inmobiliario es la vaca lechera de los hogares estadounidenses, cuyas viviendas se apreciaron más de 10% en los últimos años. Ello tuvo repercusiones inmediatas sobre el consumo: primeramente porque se sentían más ricos y luego porque podían endeudarse más en base a la apreciación de su vivienda. Desde hace un año sin embargo, esta dinámica se bloqueó y los precios ya no aumentan. Y esto sin duda, termina repercutiendo sobre los “futuros” de las viviendas. (R. Central/AP)
Tendencias locales
Las ventas de propiedades en Buenos Aires comienzan a mostrar síntomas de desaceleración. Los precios llegaron a un techo y muy pocos son los que arriesgan que puedan seguir subiendo en el corto plazo. Los departamentos usados no pueden sobrepasar los 1.500 dólares el metro cuadrado y los nuevos, siempre hablando de propiedades estándares en el cordón norte de Capital Federal, no consiguen compradores por encima de los 2.000 dólares el metro cuadrado.
En Neuquén y mercados aledaños pasa algo similar. Cuesta vender un departamento usado por encima de los 1.000 dólares el metro cuadrado y uno nuevo por debajo de los 1.500 dólares. “Construir, se sigue construyendo. El dinero para hacerlo está. El problema es que hoy es más difícil conseguir vender esas propiedades”, confió un operador del mercado neuquino al ser consultado por el tema. Lo que hoy coyunturalmente está salvando al mercado neuquino es la demanda de alquileres de sectores con alto poder adquisitivo.
Empresas constructoras de Buenos Aires que ya realizaron obras en Neuquén aseguran que el mercado en esta zona está encontrando “su equilibrio” y que, a partir de ahora, los precios comenzarán a “estabilizarse”. Está claro que el boom de la construcción para los inversores ya pasó. Ahora hay oportunidades, pero dentro de un mercado muy selectivo.