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Domingo 18 de Marzo de 2007
 
 
 
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  REFORMA JUBILATORIA
  Mentiras previsionales
En sólo tres semanas, el gobierno reformó en su esencia el sistema jubilatorio vigente hasta el momento.
Así, el Estado actúa de manera inconveniente a los intereses de los futuros jubilados.
 
 

Con nulo debate y en un tiempo record de sólo 27 días, el sistema previsional ha sido reformado de manera esencial. Lo que en países que quieren ser serios lleva años y en otros que ya lo son, lustros y décadas, en la Argentina demandó sólo tres semanas de aparente discusión. Pero ya está hecho, y lo que queda ahora es ayudarles a los trabajadores a tomar la mejor decisión, pues son ellos los que deberán elegir cómo quieren jubilarse, y no equivocarse será crucial para su futuro. Por ello, trataremos de develar algunas de las más evidentes mentiras previsionales en las que se basó la propaganda oficial.

Mentira 1: “El sistema de reparto es solidario y el de capitalización, no”.

Uno de los elementos que pueden llevar a un trabajador de buena fe a pasarse a reparto es su vocación solidaria. Sin embargo, debe saber que el sistema previsional argentino tiene un componente solidario que es común a ambos subsistemas y se materializa en la PBU, la que es igual para todos los jubilados, independientemente de sus aportes. La diferencia entre reparto y capitalización, en cambio, radica en cómo se calcula el componente retributivo (no solidario) de las futuras jubilaciones. En el primer caso, como un 1,5% del salario promedio de los últimos diez años de trabajo por cada año de aporte; en el segundo, según lo que rindan los aportes personales depositados en una AFJP.

Mentira 2: “En todo el mundo se está volviendo a reparto”.

El régimen de reparto aplica, aquí y en todo el mundo, un sistema de contabilidad oficial que no se autorizaría en ninguna otra circunstancia. Cada peso que se deposita en la Anses constituye un préstamo forzoso que deberá reintegrarse a la hora en que el aportante se jubile. La recaudación de la Anses, por ende, es un acto de endeudamiento público liso y llano, sólo que en lugar de ser autorizada y contabilizada como la emisión de un “bono previsional”, no se la autoriza en el Presupuesto (sólo se la “estima”) y se la contabiliza como un ingreso corriente, como si fuese recaudación tributaria. Nada más peligroso desde el punto de vista contable. Cuando sucede lo que pasa ahora en todo el mundo, que las obligaciones superan la recaudación, ello es técnicamente equivalente a una no-refinanciación total (roll-over) de los “bonos previsionales” emitidos en el pasado. El estrangulamiento financiero debe ser subsanado con ajuste fiscal o endeudamiento genuino. La tentación de caer en “default previsional” suele ser irresistible, entonces.
Sólo como ejemplo de las diferencias, digamos que el valor actual del incremento de la deuda previsional de reparto asumida con la instrumentación (por mera resolución de la Anses) de la dispendiosa moratoria del 2006, que reparte dineros públicos a diestra y siniestra, equivale al monto que le debe el Estado a las AFJP por el canje de deuda instrumentado en bonos Cuasi-Par. Todas las dificultades institucionales y los conflictos que implicó expropiar mediante la quita de fondos de las AFJP valió lo mismo que la gentil moratoria decretada por la Anses de un día para el otro. ¿El valor presente de cada una? Unos 45.000 millones de pesos. Como se aprecia, lo que en una AFJP lleva años acumular, la Anses lo “dibuja” y promete en pocos minutos.

Mentira 3: “A los indecisos les conviene empezar en reparto”.

A diferencia del anterior, que era de capitalización con un residual de reparto que se acabaría con el tiempo, el nuevo sistema creado es mixto. Por lo tanto, ahora hay que combinar ambos subsistemas de la manera óptima y, si nos atenemos a la letra de la ley y tomamos como cumplible la promesa del nuevo reparto (1,5% del salario por año de aporte), el óptimo indica que conviene empezar en una AFJP para pasarse a reparto los últimos años y jubilarse allí. De este modo, los ahorros iniciales, que no se pierden, rendirán intereses durante muchos años y la nueva promesa de reparto completará el haber. Ahora bien: si éste es el óptimo, ¿por qué la ley adjudica los indecisos a reparto, en vez de hacerles el favor de situarlos en la opción óptima? El Estado está actuando de manera inconveniente a los intereses de los futuros jubilados, induciéndolos a una mala opción. De todos modos, será interesante ver cuántos siguen indecisos con el nuevo sistema. Hasta ahora era una mera indecisión entre las once AFJP; ahora, será decidir entre una AFJP cualquiera y el Estado, lo que debería hacer bajar el nivel de indecisos si la racionalidad jugara algún papel entre los trabajadores jóvenes.
La lista podría seguir con otras mentiras que no hay espacio aquí de develar: “El único sistema público es el de reparto”, “Devolvemos la libertad de opción”, “Las AFJP no van a quedar tan mal paradas”, “A los ahorros previsionales se les va a dar un mejor destino”, etc. Develar estas mentiras ayudará a una decisión popular más racional y, por lo tanto, más libre. Si el recuerdo histórico no basta aún para comprender, que al menos sea la razón la que ilumine a los trabajadores.

 

 

   
SANTIAGO GALLICHIO Consultora Exante
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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