La economía de China es altamente influida por el consumo de los estadounidenses. Por eso, más que buscar en el gigante asiático las razones del desplome de las Bolsas de esta semana, hay que estar atento a la correlación entre el crédito que alimenta las inversiones americanas y su efecto en el mercado.
El desequilibrio de cuenta corriente de EE. UU., que asciende a alrededor de 900.000 millones de dólares, implica una "exportación" de dólares hacia el resto del mundo, los que son acumulados como reservas en los bancos centrales de otros países.
China es hoy el 'matrimonio de conveniencia' que encontró la administración Bush para sostener sus fuertes desequilibrios. El gigante rojo compra bonos americanos a cambio de no recortar el ingreso de sus exportaciones. Pero esto es como una bola de nieve para la economía estadounidense. La espiral negativa en la que entró se retroalimenta año tras año ya que la administración Bush continúa profundizando sus déficits gemelos y, para compensar estos desequilibrios, aumenta la emisión de bonos que son comprados en su mayor proporción por el gobierno chino.
Tarde o temprano, los desequilibrios se corrigen, ya sea gradualmente o, por el contrario, en forma abrupta. En general, los desequilibrios de los países emergentes suelen corregirse abruptamente, generando un "efecto dominó". Mientras tanto, los ajustes de los desequilibrios de EE. UU. son en general más graduales, menos traumáticos.
Los operadores tienen un nuevo aforismo: "Cuando los mercados caen, lo único que sube es la correlación". Por supuesto, se trata de una generalización exagerada, pero lo que pasó el martes en los mercados de todo el mundo demuestra que la frase tiene más de un elemento de verdad.