La venta de cerveza en el país aumentó en forma sostenida. Pasó de 6,1 millones de hectolitros en 1990 a 14,6 millones en el 2006 –con una caída en el 2002–, según la Cámara de Industria Cervecera Argentina (CAIC) y el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
En cuanto a la capacidad instalada de producción, se incrementó desde la década pasada a consecuencia de las inversiones, sobre todo de grupos extranjeros y, si bien la expansión local resultó más acelerada que la mundial, estuvo por debajo de la de América Latina. En la tabla de posiciones, liderada por China desde el 2003 y seguida por los Estados Unidos, la Argentina figuró en el puesto 23º, con el 1% del volumen total.
El consumo superó los 38 litros por habitante por año, prácticamente la cuarta parte de los 155 de la República Checa, que encabezó el ranking mundial. Por eso en el sector dedujeron que el mercado nacional tiene un potencial de crecimiento considerable, incluso por los cambios de hábitos de los jóvenes y de quienes integran la franja de la población de menores recursos.
De cualquier manera, a medida que crece el poder adquisitivo, se comprobó que ganan terreno los sabores y las variedades.
VENTAS
Las ventas movilizan 1.600 millones de pesos al año y el 40% de las mismas se efectúa durante el verano, cuando también se concentran más lanzamientos de productos e intensifican las acciones promocionales, preferentemente en los principales centros turísticos.
La cerveza blanca es la variedad con mayor demanda, en especial la que se expende en botellas de vidrio. La negra ya captó el 3%, por lo que no sorprendieron las presentaciones de rojas, saborizadas y especiales (con extractos naturales de flores), entre otras. La evolución reseñada se advirtió más en el segmento “premium”, en tanto declinaron las alternativas “light” y sin alcohol.
Las cervezas artesanales (ver aparte) captaron el 6% de la participación total frente al 94% de las industriales, en tanto prosiguió el reemplazo de las importadas por las nacionales.
La Dirección Nacional de Alimentos (DNA) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, documentó que:
• el consumo es muy elástico a la influencia de la publicidad al momento de elegir una marca,
• aumentó la demanda de las más económicas respecto de las demás, en oportunidad de la crisis de 2001-2002, y
• luego de la devaluación, las importadas fueron reemplazadas por las nacionales e incluso por las artesanales.
Quilmes-Brahma lideran las ventas, con el 71%. A continuación se ubica la Compañía Industrial Cervecera (CICSA), filial del grupo chileno Compañías Cerveceras Unidas (CCU), entre cuyos accionistas se encuentran Anheuser-Busch Budweiser, de los Estados Unidos, y Heineken, de Holanda, que elabora Schneider, Heineken, Budweiser, Santa Fe y Salta, 16%. Ahora, Inversora Cervecera, con Bieckert, Palermo e Imperial, tiene el 7% e Isenbeck, el 6%.
Las estrategias y publicidades de Quilmes giraron en torno de temas de humor, compañerismo, camaradería e identificación con el país, en tanto que Brahma acuñó el término “refrescancia”. Schneider, en la década pasada adquirida a Cervecerías Santa Fe por CICSA, apeló al desacartonamiento y recurrió mucho a la radio y Budweiser optó por el fútbol y el polo. Isenbeck trató de diferenciarse con contenidos basados en la amistad.
Esta última mantuvo sus enfrentamientos con Quilmes. En el 2006 “festejó” que el seleccionado de fútbol de Brasil quedara fuera del campeonato mundial, en más que obvia alusión a que fue adquirida por AmBev, propietario de Brahma.
El día en que Inversora Cervecera culminó la compra de Bieckert, Palermo e Imperial (ver aparte), coincidió con la obtención del torneo clausura de fútbol por Estudiantes de La Plata, cuyo sponsor era Bieckert, circunstancia que supo aprovechar.
En la DNA recordaron que el desarrollo de la industria cervecera está ligado al de la agricultura:
• La cebada es el principal insumo, que durante la década pasada se expandió acompañando de algún modo lo ocurrido con el sector analizado. Distintas variedades, después de someterse al proceso de malteo (germinación ininterrumpida), quizá se complementan con maíz, arroz, sorgo, avena y/o trigo. Para ampliar el concepto, debe tenerse en cuenta que la norteamericana Cargill encaró una inversión de 50 millones de dólares en la construcción de una maltería en la localidad santafesina de Alvear, para elaborar 138.000 toneladas anuales más, con lo cual podrá exportar, en especial a Brasil.
• Por razones climáticas, la Argentina es el único productor posible de lúpulo en América Latina, con plantaciones en Río Negro –en mayor magnitud en El Bolsón– y Neuquén. Como la producción no satisfacía la demanda interna y era preciso importar, se buscó crear el “Fondo nacional del lúpulo”, con gravámenes por litro de cerveza comercializada y una contribución sobre el precio del lúpulo vendido, a cargo de los productores y de los gobiernos nacional y provinciales, y hasta cualquier otro ingreso que llegara a aprobarse.
• La levadura, que transforma las moléculas de azúcar en alcohol, anhídrido carbónico y calor (energía) y brinda sabores y aromas específicos.
Las exportaciones, que ahora superan a las importaciones, fueron iniciadas por Quilmes en 1988, que las siguió liderando. Entre una veintena de destinos, figuraron las naciones limítrofes, Estados Unidos, España, Italia, Angola, Costa Rica, Australia y Japón. En principio, representaron el 0,5% de la producción, en tanto que últimamente se aproximarían al 2%. Los exportadores internacionales más importantes son México, Holanda y Alemania. La Argentina fue una buena plaza para que ingresaran las principales marcas extranjeras, que representaron el 2% del consumo. Hasta el 2000, el principal proveedor fue los Estados Unidos, pero tras la devaluación fue desplazado por México, mientras parte de las importaciones era sustituida por productos nacionales.
El nuevo jugador del rubro
Quilmes Industrial SA (Quinsa) anunció el 11 de octubre último las ventas de sus marcas de cerveza Palermo, Bieckert e Imperial y de la fábrica en Luján (Buenos Aires) donde elaboraba la Brahma en unos 100 millones de dólares.
Concretó la transacción con Inversora Cervecera (ICSA), integrada por ARG, firma presidida por Ernesto Gutiérrez, accionista mayoritario, y acompañado por Eduardo Eurnekian, quien controla Aeropuertos Argentina 2000. También intervinieron fondos de inversión europeos administrados por el banco UBS.
La decisión de la citada subsidiaria del holding InBev (compuesto por la belga Interbrew y la brasileña Ambev, dueña de Brahma) se debió a la obligación de colocar tales bienes en una compañía sin presencia en el mercado cervecero local, con el propósito de que la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CDNC) terminara de aprobar la fusión entre Quilmes y Brahma.
Este fue un proceso que se inició en el 2002, cuando Ambev ingresó en Quilmes al comprar el 37,5% de las acciones que poseía la familia Bemberg en unos 600 millones de dólares. Luego, completaría la adquisición del 100% abonando otros 1.250 millones.
Las tres marcas mencionadas controlaban el 7% del mercado y facturaban en conjunto el equivalente a 25 millones de dólares anuales. La fábrica involucrada fue inaugurada por Ambev a mediados de la década pasada y puede producir 2,9 millones de hectolitros anuales, pero sólo hizo 900.000.
Ahora ICSA espera trabajar a plena capacidad con el asesoramiento logístico de la firma cordobesa Pritty. Firmó preacuerdos para elaborar marcas exclusivas para supermercados y, por otra parte, exportar a granel.
Esta operación fue cuestionada ante la CDNC y la Secretaría de Comercio Interior por la mexicana Femsa (Fomento Económico Mexicano), que estuvo interesada en comprar y es una de las principales embotelladoras locales de Cola-Cola y en su país elabora las cervezas Sol, Tecate y Doble Equis. Otra propuesta surgió de la elaboradora de bebidas santafesina Naranpol.
Casi simultáneamente con la transacción de marras, Quilmes anunció la construcción de una fábrica de cerveza en Tucumán (y una nueva línea de embotellado de gaseosas en su planta bonaerense de Zárate).
Las artesanales modificaron gustos
Las cervezas artesanales argentinas conquistaron en las dos últimas décadas más adeptos, por lo que sus fabricantes incrementaron la producción. La situación generó la aparición de nuevos emprendimientos en todo el país, destacándose que el primero fue Sur El Bolsón, que nació en la localidad homónima rionegrina en 1985.
No existen estadísticas oficiales sobre la cantidad de establecimientos existentes pero sí se sabe que contribuyeron a modificar los gustos de los consumidores (quienes, sin embargo, no dejaron de tomar los productos industriales). Abundan los de características familiares, que elaboran las “premium”, especiales, en ocasiones en volúmenes significativos.
No parecerían existir demasiados secretos de procesamiento en lo fundamental, pero cada firma procura aportar su toque personal, diferente. Hasta proliferaron los cursos para enseñar qué cervezas hacer e insumos y equipamientos utilizar.
Básicamente, se transmiten recetas más o menos tradicionales, sin aditivos ni conservantes químicos, con ingredientes como el agua potable disponible, malta –que es cebada sometida a germinación y secado para activar los procesos enzimáticos del grano y adjuntos, en ocasiones importada de Baviera (Alemania)–, lúpulo –que en oportunidades llegó a ser de procedencia inglesa– y levadura. Desde hace un par de años actúa, por ejemplo, BA Malt, que desarrolló maltas biscuit, caramelo y de sorgo, la cebada tostada y trigos caramelo y tostado y que este año construirá una planta en Villa Soldati (ciudad de Buenos Aires).
Entre quienes enseñan cómo elaborar cervezas artesanales, advierten que se necesitan equipamientos que incluyan, como mínimo: molino de malta, macerador, hervidor, quemador (hornalla), termómetro, densímetro, probeta, enfriador de mosto, lavador de granos, fermentador, tapón, “airlock”, equipo para hacer sifón, balde de plástico y llenadora y tapadora de botellas.
Este mercado específico se reforzó con la devaluación, convirtiéndose en un segmento de negocios importante. Un grupo heterogéneo de pequeños fabricantes creó la Asociación Cerveceros Artesanales de la República Argentina, en junio del 2004. Expresaron entonces su decisión de convertirla en una organización para difundir, enseñar y desarrollar la actividad y, asimismo, convertirla en un ente regulador y fiscalizador de los productos elaborados por sus miembros. Entre otras intenciones, plantearon la necesidad de lograr mejores negociaciones conjuntas con los proveedores para bajar los costos de producción y elaboración.
Aunque los valores de las artesanales superan los de las industriales, en los pubs se expenden prácticamente a los mismos precios que las últimas.