| BUENOS AIRES.- Durante años la industria argentina del juguete perdió participación en el mercado por el aumento de las importaciones, sobre todo las del sudeste asiático, a veces subfacturadas, que fueron ocupando espacios en los negocios del rubro; híper y supermercados, y maxikioscos. La inolvidable apertura económica arrasó con las fábricas que no pudieron competir, según la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ). De 220 que existían, en la década de los ‘90 del siglo pasado quedaron 60 -30 simultáneamente importaron-, sin conseguir créditos ni estar en condiciones de encarar nuevos proyectos. La devaluación y el tipo de cambio alto influyeron para que se frenaran parcialmente las adquisiciones en el exterior y contribuyeron a que volviera a crecer el sector. Este captó un “pico” del 55% en el 2003, que después bajó al 30%, cuando funcionaban 90 plantas, y se dijo que fabricaban probablemente 8.700 artículos diferentes. Semejante panorama se vislumbró mientras preocupaba que los chicos, a una edad cada vez más temprana, dedicaran demasiado tiempo a la informática y los videojuegos. De cualquier manera, tres segmentos productivos sumaron el 52% de las participaciones relativas en el mercado interno: juegos para la construcción o de encastre, 18%; muñecos/as, animales y figuras de acción, 18%, y otros (trenes eléctricos, elementos con motores, instrumentos musicales, sonajeros y artículos para deportes), 16% (ver gráfico). En la competencia intervienen aspectos decisivos que explicaron para el Centro de Estudios para la Producción (CEP), en cierta medida, el grado de concentración y la oferta del exterior: * Diferenciación. Por marcas, licencias, diseños, packaging y publicidad. * Escala. Con fuerte presencia de importaciones donde las decisiones están condicionadas por el tamaño del mercado y los elevados costos fijos. * Valor de la maño de obra. * Factores de idiosincrasia, idiomáticos y/o culturales. Sin embargo, la penetración extranjera de juegos de mesa y didácticos siguió siendo relativamente baja. La citada dependencia de la Secretaría de Industria, Comercio y de la Pequeña y Mediana Empresa calculó que el mercado de juguetes movilizó en el 2005 cerca de 300 millones de pesos, de los cuales los pequeños y medianos establecimientos de capitales locales, en el 90% ubicados en el área metropolitana, aportaron 109 millones. Entonces ocupó a unos 7.000 trabajadores regulares y temporarios (¡1.000 menos que en 1948!) y pronosticó una expansión para este año del 19% respecto del 2005, o sea 1% más que el 18% del período precedente. El año pasado, la mitad de las fábricas utilizó capitales propios; el 38% los de proveedores, y sólo el 3% recurrió a las entidades financieras. La aparición y consolidación de grandes cadenas de jugueterías afectó a muchas tradicionales, en tanto se verificó una mayor participación de los híper y supermercados. Y si bien en ocasiones los precios de venta al público superaron entre el 80% y el 100% a los aplicados a la salida de las fábricas, la CAIJ ratificó a Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, el mantenimiento de los de sus asociados sin modificaciones, hasta el 6 de enero próximo, excepto que alzas en las materias primas obliguen a incrementarlos. Esa entidad empresaria y la Asociación Brasileña de Fabricantes de Juguetes (Abrinq) solicitaron a los gobiernos del Mercosur que instrumentaran salvaguardias ante la “invasión de productos chinos”, más allá de que por algunos se pagaban aranceles del 23% y otros derechos específicos. A su vez, la Cámara de Importadores de la República Argentina; la Asociación Argentina de Empresas Jugueteras y Afines, y la CAIJ acordaron limitar tales adquisiciones y lograron que la Dirección Nacional de Aduanas elevara los valores de criterio en hasta el 80% para una decena de posiciones arancelarias, a fin de proteger artículos con producción local verificada y competitiva y características de calidad apropiadas. Entre ellos, líneas de triciclos y juguetes con ruedas; muñecos con figuras de animales; órganos musicales; vehículos con control remoto y a fricción; pelotas inflables; juegos de sociedad de tablero y de plástico, y árboles y artículos navideños. Los principales importadores fueron la norteamericana Mattel (otorgó, además, licencias de su línea Barbie), la francesa Smoby, la italiana Chicco, Arcos Dorados (para las promociones de McDonald’s), Ferrero (para “sorpresas” de sus huevos de chocolate Kinder) y Ditoys (abastece a las sucursales de El Mundo del Juguete). La balanza comercial sectorial fue deficitaria desde 1993 hasta 1997, cuando superó los 100 millones de dólares. Luego disminuyó -excepto en el 2000- hasta los 14 millones de 2002. Seguidamente, se amplió, pero a una tasa decreciente. Quedó el recuerdo de que durante la convertibilidad del uno a uno, por cada dólar exportado, en promedio se importaron casi 10... El 72% de las compras en el exterior del año pasado provino de China, que con más de 2.000 fábricas y cerca de un millón de trabajadores, alcanzó una participación en la producción mundial del 50%. De allí llegaron las principales marcas, pero muchos productos no las tenían o eran genéricos, en oportunidades de calidad media-baja, con escasa innovación tecnológica y presentaciones relativamente pobres. Otras operaciones significativas provinieron de Italia, 15% y Brasil, 5%. Tras la devaluación, las exportaciones registraron un pequeño salto. Desde 1993 y hasta 2005, tuvieron un valor promedio anual de 7,6 millones de dólares, y el último año se dirigieron principalmente a Brasil (21%), Chile (14%); Estados Unidos (12%) y Uruguay (10%). Los rubros que más salieron fueron los de construcción para armar; otros (incidieron las panoplias de armas), y Navidad y cotillón (nieve artificial, adornos y guirnaldas). Normas de seguridad que deben cumplirse BUENOS AIRES.- En el mundo existirían 250.000 variedades de juguetes, que el Centro de Estudios para la Producción (CEP) clasificó en función de los siguientes criterios: * Edades (bebés, niños y adultos). * Tipos de productos (muñecos, autitos, panoplias, bélicos, etc.). * Actividades que estimulan física e intelectualmente. * Materias primas, como plásticos y químicos; maderas; metales (hierro, acero y aluminio); textiles; papeles, cartulinas y cartones, e insumos gráficos. * Con o sin movimientos, eléctricos y a pilas (motores y sistemas a fricción, cuerda y resorte), * Procesos de fabricación. Más allá de la clasificación de los productos, el CEP excluyó a los videojuegos por no estar entre los juguetes tradicionales e incorporó a los navideños y de cotillón. La industrialización comprende distintas etapas: diseño, desarrollo, fabricación, armado, empaque, promoción y marketing. Las mayores ventas son estacionales y se concretan, sobre todo, en el día del niño y las fiestas de Navidad y Reyes. Ante esa situación, en los últimos tiempos hubo firmas que impulsaron las promociones y los regalos empresariales. Entre los canales de distribución, se encuentran los mayoristas que actúan como nexo con los minoristas (jugueterías tradicionales y con sucursales, hiper y supermercados y negocios de artículos para el hogar) y los polirrubros, librerías, kioscos y “drugstores”. Como los niños son los principales destinatarios, se insistió en que los juguetes deben cumplir con normas de seguridad para su comercialización o transferencia gratuita: nacionales, como las del IRAM (Instituto Argentino de Normalización y Certificaciones) e INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial); regionales, Copant (Comisión Panamericana de Normas Técnicas), e internacionales, en este caso las del CEN (Comité Europeo para la Normalización) e ISO (Organización Internacional de Estándares, que fija reglas, guías o definiciones para materiales, productos, procesos y servicios). La globalización de los productos BUENOS AIRES.- Las muñecas serían el juguete más antiguo. Se encontraron algunas realizadas con arcilla, huesos y maderas que representaban símbolos míticos y religiosos y eran usadas por los niños, quizás en el año 3000 antes de Cristo. La fabricación de juguetes en gran escala comenzó en las postrimerías del siglo diecinueve y hasta mediados del veinte se encaró en los países de mayor consumo, como los Estados Unidos y los de Europa occidental, de acuerdo con lo investigado por el Centro de Estudios para la Producción (CEP). Luego, con la evolución tecnológica y la ampliación de las escalas, se generaron cambios organizativos. Los plásticos modificaron una actividad fundamentalmente artesanal. Otros avances permitieron inventos más sofisticados y atractivos, como los que incorporaron mecanismos que aportaron movilidad y sonido. En 1970, aparecieron los primeros videojuegos comerciales. Por entonces, las principales empresas trasladaron sus plantas a países con mano de obra barata. Tras la Segunda Guerra Mundial, eligieron Japón; en los ‘60, Hong Kong, Taiwan y Corea del Sur, y desde fines de los ‘70, China, Malasia e Indonesia. “Este proceso de translocalización determinó, en cierta medida -señaló el CEP-, que la producción dejara de depender de las características propias de cada país y del grado de desarrollo de sus economías; fue la globalización de los juguetes”. Los orígenes de la industria nacional se verificaron en 1890, pero fue en la década del ‘40 del siglo pasado cuando tuvo un verdadero surgimiento, debido a que la Segunda Guerra Mundial provocó una reducción de las importaciones. En las primeras décadas del siglo pasado, los juguetes eran considerados “artículos de lujo” y no formaban parte de la vida cotidiana de la mayoría de los niños. Mientras en 1935 había 41 fábricas, doce años más tarde se contabilizaron 259. Algunas supieron aprovechar los repartos gratuitos dispuestos por el gobierno presidido por Juan Domingo Perón y la Fundación Eva Perón, que organizaban compras mediante licitaciones para distribuirlos en fechas próximas a las festividades de Navidad y Reyes Magos y por intermedio del correo en escuelas, sindicatos y hasta comisarías. Hubo justicialistas que publicitaron que esa política generó la costumbre de regalar juguetes a los chicos. El CEP destacó que en 1964 había 308 establecimientos, que ocupaban a 1.425 personas. Excepto por los juguetes japoneses que predominaban en ciertos segmentos, como los robots, en aquella década la mayoría eran de fabricación nacional. Después hubo firmas que alquilaron o adquirieron matrices en desuso, por obsoletas en los Estados Unidos y Europa, para reconvertirse y modernizarse. La dictadura militar de 1976, absurdamente denominada “Proceso de reorganización nacional”, dispuso una apertura económica que desencadenó una fuerte entrada de productos extranjeros y el cierre de fábricas. En los ‘80, desembarcaron marcas internacionales, en ciertos casos asociadas con firmas locales, y se instaló un nuevo concepto de juguetes relacionados con la televisión y el cine. Fue en ese momento que empezaron a realizarse localmente personajes de series como He Man y G.I.Jo y del film “La guerra de las galaxias”, aparte de los muñecos Playmobil. La convertibilidad de los ‘90 provocó un nuevo cimbronazo, que hizo imposible la competencia con los productos extranjeros que invadieron el país y se convirtió en el período más crítico de la historia de la industria del juguete. Lo corroboró la Comisión Nacional de Comercio Exterior, al indicar que dicha apertura y el atraso cambiario perjudicaron la performance del sector y generaron la desaparición de más firmas y la reconversión y/o reducción de otras, con lo que se perdió el 35% de los puestos laborales. En la segunda mitad del período irrumpieron las filiales de transnacionales como Mattel (Barbie), Hasbro (figuras y personajes, desde “Mi pequeño Pony” hasta los de Star Wars y los Simpson, por ejemplo) y Lego (de Dinamarca, con sus múltiples alternativas a partir de ladrillos de unión automática que aportan fundamentos de construcción y física para bebés, niños pequeños y adultos). Quedaron firmas que aplicaron un “mix” fabril entre las ofertas local e importada e incursionaron en segmentos no tan golpeados por las importaciones, como los juegos didácticos y de mesa y los rodados. La salida de la convertibilidad, devaluación mediante, marcó un punto de inflexión reseñado en otro lugar de este informe sectorial. |