| “Si me sale ésta, me van a tener que poner al lado del de San Martín”, confiaba orgulloso el presidente Néstor Kirchner aquella tórrida tarde de noviembre de 2004, minutos antes de recibir al presidente chino Hu Jintao en su despacho de la Casa Rosada. En forma inmediata –y casi al unísono– funcionarios del entorno salieron a completar el concepto del primer mandatario ante una multitud de periodistas que aguardaban en el lugar: “En los próximos cinco años hay que esperar inversiones por 20.000 millones de dólares”; “Los chinos sabe quién es Kirchner y por eso vienen a invertir en el país”; “Esta alianza estratégica permitirá potenciar el crecimiento económico del país”; “En los próximos años, la Argentina multiplicará por 10 sus exportaciones al gigante asiático”… y, como éstas, muchas afirmaciones más. Las expectativas de un acuerdo de proporciones gigantescas acapararon la atención general. Las inversiones que harían pie en la economía argentina a cambio de una concesión que, en aquel momento, no pareció ser muy importante para el país (el reconocimiento de China como economía de libre mercado), se asemejaba a la tabla de salvación que necesitaba la Argentina para crecer sorteando la influencia de los países centrales. Pero pasaron algo más de dos años y las secuelas del tiempo comenzaron a mostrar una realidad que poco tiene que ver con las expectativas impulsadas en aquel entonces desde el gobierno nacional. El fenómeno chino desapareció hoy de la agenda presidencial. Según datos oficiales, las inversiones chinas en nuestro país no alcanzaron los 500 millones de dólares en los últimos dos años, muy lejos de los 20.000 millones de dólares de los que se habló en su momento. Y si bien desde el oficialismo se argumenta que este desembolso “siempre se planteó para el largo plazo”, no puede negarse que de todas maneras los resultados son excesivamente pobres y demuestran que, en oportunidad del acuerdo alcanzado en noviembre de 2004, hubo una evidente sobrevaloración y exceso de optimismo. Un reciente informe elaborado por la consultora Centro de Estudios Bonaerense (CEB) realizó un trabajo al respecto y en el mismo destaca que, a la expansión del 20% de las exportaciones a China en el 2005, le siguió un crecimiento anémico del 1% este año, que contrasta fuertemente con la dinámica de las importaciones provenientes del dragón chino con un aumento del 60% en 2005 y del 38% en 2006. Según datos consignados por el INDEC, para el cierre de este año el saldo comercial favorable a nuestro país prácticamente desaparecerá, para transformarse casi con seguridad en déficit durante el 2007. CHINA CON LA ARGENTINA Y EL MUNDO En el trabajo realizado por el CEB se analiza el comportamiento del comercio con China y las tendencias observadas de su intercambio con el mundo. Las exportaciones chinas en el globo han venido creciendo a un ritmo sostenido de aproximadamente 30% anual en el último quinquenio. Con la Argentina no ha sucedido algo similar, ya que la crisis sufrida por nuestro país en 2002 provocó una retracción importante de las importaciones. A partir de entonces las ventas a la Argentina entraron en un período de recuperación, con tasas muy altas de crecimiento y, en la actualidad, confluyendo hacia las tasas de crecimiento global que presenta en el mercado internacional. El crecimiento de las importaciones totales chinas también es considerable, oscilan entre tasas del 35-40% en 2003-2004 y confluyen a un crecimiento menor en los 2 últimos años. Por su parte, continúa señalando el CEB, la variación de las compras desde la Argentina es altamente volátil, lo que se condice con la estructura primarizada de las ventas argentinas al dragón asiático. Mientras en algún año aumentó fuertemente (+125,6% en 2003), en los últimos años el promedio de crecimiento está bastante por debajo de las compras globales. DIFERENCIAS EN LA REGION Otra manera de enfocar el tema, es comparar la inserción argentina en el mercado chino con la que tuvieron paralelamente Brasil y Chile, países de una estructura exportadora similar a la de nuestro país. Podemos anticipar que la Argentina es la menos favorecida de las tres economías latinoamericanas por la elección comercial de China. Mientras que desde el 2003 a la actualidad, tanto Brasil como Chile más que duplicaron sus exportaciones a China, la Argentina sólo creció un 29%. Como contrapartida, nuestro país fue el que más sufrió el aumento de las ventas chinas, +328% frente al 269% de Brasil y al 168% de Chile. En consecuencia, en un contexto en que los 3 países son superavitarios en el comercio con China, la Argentina es la que más velozmente está viendo reducido dicho superávit. CONCLUSIONES El repaso de los vínculos económicos comerciales con China no deja lugar a dudas acerca de los pobres resultados cosechados en los últimos años. En cuanto al comercio, la dificultad se potencia al observar cómo se le escapa a nuestro país un superávit comercial que mantendrá sólo hasta este año. El trabajo termina destacando que tanto la composición como la dinámica del comercio advierten que la reversión comercial será un hecho que perdurará en el largo plazo, haciendo patente tanto las dificultades de inserción de nuestro país como las facilidades encontradas por China para ingresar a nuestro mercado. De esta manera, la discusión vuelve a retomar la temática de las carencias de Argentina en términos de productividad y competitividad, y pone una sombra de duda sobre la capacidad de nuestro país para obtener beneficios de un comercio expandido con los grandes bloques comerciales. China constituye un país particular, su forma de manejarse y relacionarse con los países también es muy específica y se corren serios riesgos de fracasar en el caso de no llegar a comprender su filosofía. Como lo han dejado trascender repetidamente los funcionarios más influyentes de la economía china, la pauta esencial para determinar el grado de vínculo y relacionamiento con otros países es la confianza. Una muestra clara de que el vínculo Argentina-China aún no ha prendido en los funcionarios chinos es que las inversiones del gran dragón oriental en Latinoamérica han preferido hasta el momento a Brasil, México y Chile, por sobre nuestro país. (J.L.) Exportaciones con poco valor agregado Además de las diferentes dinámicas de crecimiento de los flujos de comercio, también existen diferencias de fondo en la composición del intercambio, ya que las compras desde China se asientan en productos industriales y de alto valor agregado, en tanto que las ventas están muy concentradas en algunos pocos commodities y productos primarios. El gráfico adjunto expone las principales particularidades del intercambio comercial con China. La gran diferencia de productos comercializados, destaca el informe, alude a la primarización de las ventas argentinas, concentradas en pocos commodities, y a la heterogeneidad de los productos industriales enviados por China a nuestro país. El porcentaje de concentración en los 3 principales productos es un claro indicador de la primarización mencionada previamente, así como también los mayores valores de exportaciones por producto de nuestro país. El valor por kilo exportado de ambos países y la participación de los productos industriales en los flujos de venta en ambas direcciones confirman la hipótesis anterior. Para terminar de caracterizar al comercio bilateral a continuación se muestran los productos que experimentaron la mayor variación en lo que va del año en términos de valor. En primer lugar, el producto de mayor crecimiento de las exportaciones argentinas fueron los aceites crudos de petróleo, de los que se exportaron 354 millones de dólares más que en los 10 primeros meses de 2005. Este resultado no es favorable, ya que la economía argentina dispone de cada vez menos saldos exportables de petróleo y sus derivados. Por su parte, es expresivo que los productos que más retrocedieron en las exportaciones a China fueron los porotos y el aceite de soja. El primer caso se explica por la escasa disponibilidad de soja en grano para exportar durante 2005, ante la enorme demanda de las plantas procesadoras. En el segundo caso, puede intuirse que comienza a tener incidencia la decisión china de no comprar productos procesados, sino realizar el procesamiento por sí mismo. El estudio finaliza señalando que, en el caso de los mayores aumentos y caídas para productos importados desde China, se advierte una gran heterogeneidad y una elevada participación de productos industriales. Sin estrategia El acuerdo con China confirma que somos un país sin una estrategia clara de inserción en la globalización. Cómo es posible que reclamemos protección sobre las importaciones provenientes de Brasil, pero nos abramos incondicionalmente a las importaciones chinas. Que se resista competir dentro del ALCA con los altos salarios de Estados Unidos y salgamos competir con los bajos salarios chinos. Es una contradicción de la que la administración Kirchner todavía no puede salir. Las estadísticas terminan por demostrar que luego del acuerdo con China, la balanza comercial argentina sufrió un importante deterioro y que las inversiones prometidas nunca llegaron a nuestro país. El problema es que, ante la necesidad de definir una estrategia, el gobierno tiene una actitud esquizofrénica, mezclando elementos con estrategias opuestas. Por una lado critica abiertamente la posición dominante de los países centrales de Occidente por tener barreras proteccionista al comercio y subsidiar a sus productos. Pero acto seguido cierra un acuerdo con un país no occidental que tiene una política comercial mucho más agresiva que los primeros. Vamos por todos los rincones del mundo “llorando” por el proteccionismo agrícola como factor que impide el crecimiento sostenido. Frente a esto, el resto de los países no entiende nada. “Cómo, ¿se quejan del proteccionismo agrícola y ponen retenciones?”. Está claro que, sin estrategia comercial, no hay acuerdo que pueda mantenerse a flote. |