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Domingo 30 de Julio de 2006
 
 
 
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  ESTADOS UNIDOS MUESTRA FUERTE DEPENDENCIA DE LAS IMPORTACIONES DE PETROLEO
  El talón de Aquiles
La última refinería construida en el país norteamericano data de 1976.
A principios de los 80 habían 300 establecimientos, hoy hay menos de 150.
 
 

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NUEVA YORK (AFP).- Pese a sus ganancias record, las petroleras no construyen refinerías en territorio estadounidense desde hace 30 años, una situación que aumenta la dependencia norteamericana de las importaciones de crudo y hace más vulnerable el país a accidentes o daños climáticos.
La refinería Marathon Oil, situada en Garyville, Luisiana (sur) es la última que fue construida en Estados Unidos, en 1976. Desde entonces, el número de refinerías ha caído a menos de la mitad, que pasaron de 300 a comienzos de los años 80 a menos de 150 hoy.
Si la capacidad de refinación ha aumentado en los últimos años, mediante la expansión de las refinerías existentes, lo cierto es que éstas no siempre permiten satisfacer la voracidad de los automóviles y de la propia industria. Con el daño que causaron en numerosas refinerías del sur del país los huracanes del año pasado, Katrina y Rita, han puesto en evidencia ese cuello de botella del complejo petrolero estadounidense. Desde entonces, cada accidente menor, o cualquier interrupción de la producción por mantenimiento, ha sido suficiente para hacer disparar de inmediato los precios de la gasolina y, como efecto secundario, del crudo.
Tras la puesta en práctica de nuevas normas ambientales en la composición de la gasolina, el Departamento de Energía había advertido sobre una eventual escasez de carburante este verano. Esta situación no deja de suscitar interrogantes, en momentos en que los petroleros estadounidenses son acusados de aprovechar los precios elevados de la gasolina.
En un artículo publicado a comienzos de junio, el semanario “The New Yorker” dio a entender que para los refinadores finalmente resultaba “racional” la búsqueda de limitar la capacidad de producción, puesto que eso les garantizaba ganancias importantes sin necesidad de ninguna inversión suplementaria.
Por otra parte, las sumas gigantescas necesarias para la construcción de una nueva refinería resultan un factor disuasivo para los potenciales competidores, según esa revista.
Sin embargo, los especialistas del sector petrolero no comparten ese análisis y suelen comentar que el principal obstáculo para la construcción de nuevas refinerías es el “factor NIMBY” (“No detrás de mi casa”, por su sigla en inglés). “Los norteamericanos quieren gasolina pero no quieren las refinerías”, resumió James Williams, analista de WTRG Economics.
Esta situación, sumada al rigor de las normas ambientales, “torna muy difícil y muy costoso obtener un permiso de construcción” de una refinería, añadió Williams. Un proyecto de refinería en Arizona, lanzado en 1999, no se concretó y, en todo caso, no hubiera quedado terminada antes de 2011, según el American Petroleum Institute (API), principal cabildero de la industria petrolera.
“Las refinerías exigen inversiones de capitales enormes y no siempre resultan rentables a largo plazo”, subrayó también Jason Schenker, analista de Wachovia. Según el API, esta inversión puede elevarse hasta 7.000 millones de dólares para una refinería cuya construcción lleve por lo menos cinco años.
Como resultado, los refinadores prefieren instalarse en China, India o en países productores de petróleo, con lo que Estados Unidos se torna cada vez más dependiente de sus proveedores extranjeros. Desde el comienzo de los años 80, las importaciones estadounidenses de gasolina se multiplicaron por seis. Una situación delicada desde el punto de vista estratégico, según Williams.

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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