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Domingo 02 de Julio de 2006
 
 
 
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  PERSPECTIVAS
  La verdadera discusión
Hay confusión sobre cuáles son los problemas que la Argentina debe resolver.
La cuestión es qué política aplicar para vencer la inflación con crecimiento.
 
 

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La confusión sobre la naturaleza del problema a resolver es el peor pecado político. Lo alarmante de los partidos locales es la escasa discusión estratégica en términos reales y no doctrinarios. En un sentido, significa que la mirada de lo más selecto de la opinión pública, que es la más interesada en la política nacional, todavía no se orienta completamente acerca del papel que se está jugando como país y en el mundo.
En cambio, en otros países, las discusiones resultan más acotadas a la realidad. Así, por ejemplo, en Estados Unidos discuten si la corrección a la baja de la economía será larga o corta y profunda o suave, y la llevan a cabo en gran medida los republicanos porque los demócratas no podrían promover la expansión mundial en medio del ajuste interno porque así atropellarían a la mayor parte de su clase dirigente, que es también la clase dirigente internacional.
En México, por poner otro ejemplo, la opinión está dividida claramente entre dos alternativas: más integración a Estados Unidos en el Nafta o tratar de reestructurarlo y de reposicionarse dentro de su estrecha asociación con Estados Unidos. Pero en la Argentina y en la mayor parte de América del Sur éste no es el dilema, o por lo menos no lo es expresado en términos de acercamiento o alejamiento de Estados Unidos. La historia de las dictaduras militares locales se estructuró en función de esa aparente definición que todo lo abarcaba y el país no tuvo estabilidad política, económica ni social. Esa es la mirada de los países industrializados, sin problemas de crecimiento. Y, además, ya no existen los soviéticos.
El crecimiento en una América del Sur más integrada podría afirmarse hoy con una inserción en la economía mundial con más espacio para Asia, que es al fin y al cabo el demandante de los commodities que hicieron posible la mejora de los últimos años y específicamente el crecimiento de la Argentina, de alrededor de 9% anual en los últimos cuatro años. Para México la situación es diferente. Su socio regional es Estados Unidos sin vueltas y lo que podría lograr con Asia es limitado. Entonces, como el Nafta le dio crecimiento pero lo empobreció y diferenció aún más de lo que estaba, no quieren que Fox permanezca en el poder, buscan otra forma de inserción en el mundo y aspiran a redefinir el tratado. El Nafta, materia prima del ALCA, no es nuevo: tiene doce años de vida y cada vez encuentra más resistencia. Ese es el motivo del actual rechazo al PRI liberal, de la inseguridad del Partido de Acción Nacional (PAN) por retener la presidencia y del avance del Partido Revolucionario Democrático (PRD), heredero de la fracción de centro izquierda del PRI que consiguió cuarenta años de crecimiento a una tasa promedio de 6%.
Este contenido es el que debe estar presente en la discusión nacional. Por otro lado, es un asunto de varias dimensiones. En un corto y mediano plazo de no más de un año, la cuestión es la duración de la crisis estadounidense, porque el peligro de inflación no está desperdigado por el mundo sino concentrado en Estados Unidos y los países desarrollados debido a la inflación en la emisión de moneda, de la que ya se dieron datos en ediciones anteriores. Esta inflación es la subyacente y la que se desparrama por el mundo, encarece el petróleo, el oro, los metales y los commodities, está acompañada por endeudamiento y déficit fiscal y ahora se le agregan las subas en las tasas de interés.
La inflación argentina es comparativamente menos grave porque proviene de los precios mundiales. En el ámbito interno se encuentra contenida por la política de precios y por la política monetaria que practica Redrado en el Banco Central. La validez de la contención de precios reside en que se trata del corto y mediano plazo. En el mediano y largo plazo, si el país logra sostener su política de crecimiento, también conseguirá superar el mal acompañamiento de la crisis mundial, sin sufrir en el ínterin un colapso derivado del ajuste que llevaría tiempo recomponer y que nunca se logró del todo a través de las anteriores políticas de ajuste y menos en lo atinente a la situación social.
Confundir los tiempos en estas cuestiones es peligroso y es infantil repetir las recetas de situaciones que no son las nuestras. La Argentina tiene ahora un endeudamiento pesado pero no insostenible, como el de los noventa. La actual inflación interna es moderada y el país cuenta con reservas altas, superávit fiscal y comercial y ahorro e inversión elevados. Revaluar o ajustar en estos momentos significaría cargar con la inflación proveniente de las divisas, porque lo que se emitió –si se consultan los informes del Banco Internacional de Pagos de Basilea o los del Fondo Monetario Internacional– son medios de pago y deuda en dólares y otras divisas fuertes, mientras que la emisión en pesos es compatible con la paridad existente.
En cambio, si se hiciera caso a los ajustadores locales e internacionales, que reclaman una revaluación, habría suba de precios, empeoramiento de la crisis laboral y social y, por consiguiente, la reedición de 2001.
Esta es la verdadera cuestión: qué política se aplica para un país que en el largo plazo necesita vencer la inflación con crecimiento y que actualmente está superando el déficit de ahorro y de inversión. La queja de que no hay suficiente inversión privada se corrige con crecimiento en el mediano y largo plazo y con la presencia de la inversión pública. Si una parte de la inversión proviene de un gasto público que es inferior a los ingresos (vale decir con superávit) resulta ser una situación mejor que, por ejemplo, sostener el consumo con endeudamiento proveniente de préstamos externos, como se hace actualmente en los principales países industrializados y como hizo la Argentina en los noventa. Plantear estos problemas y el de los contratos y las instituciones fuera del contexto real de la Argentina y del mundo es una trampa a la opinión pública.
La Nación publicó un reportaje de Silvia Pisan a Joaquín Estefanía, ex director de El País, que la periodista resume así (28/6, p. 1): “...queda la sensación de que las revueltas de Francia no fueron un hecho aislado sino, tal vez, un primer dato, revelador y rabioso, de que la globalización no marcha tan bien ni siquiera entre quienes podrían considerarse sus principales beneficiarios...”.

 

   
CARLOS ABALO
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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