| Para hacer un análisis de la economía japonesa hoy, hay que remitirse al pasado y hacer un poco de historia. La mayor parte de la década pasada Japón ha estado sumido en una aguda crisis económica. Aunque alguna vez fue el campeón del crecimiento del mundo avanzado, en 1998 la industria japonesa se destruyó, llegando a producir menos de lo que había producido en 1991. En el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, Japón realmente fue un número uno. En el curso de esas dos décadas, pasó de ser un Estado primordialmente agrícola a ser el primer exportador mundial de acero y automóviles. El mundo se preguntaba cuál había sido el secreto del éxito japonés. Y, sin lugar a dudas, lo fue el sistema económico corporativista impulsado, en el cual el Estado cumplió un rol sumamente activo incentivando un fuerte proceso de concentración de riquezas en los grandes grupos, los que pudieron realizar enormes inversiones. De esta forma, la economía creció fuertemente acumulando ineficiencia y a costa de la calidad de vida de sus habitantes. Pero dicho régimen económico no pudo subsistir en el marco de la globalización y comenzó a entrar en crisis. Las ineficiencias del modelo desestabilizaron la estructura económica y política nacional. No hay nada misterioso en el comienzo de la caída de Japón en 1991: tarde o temprano la burbuja financiera tenía que explotar y cuando lo hiciera produciría un descenso en la inversión, en el consumo y, por lo tanto, en la demanda en general. El estallido de la “burbuja” inmobiliaria y financiera terminó por hacer entrar en crisis al sistema bancario de Japón. Debe tenerse en cuenta que las entidades japonesas no estaban regidas por normas prudenciales adecuadas que les permitieran enfrentar la crisis. Y aquí radica una de las teorías de la recesión japonesa: el país está en una trampa de liquidez sólo porque sus bancos están financieramente débiles: “Si se arreglaran los bancos, se recuperaría el crecimiento”. La crisis económica resquebrajó el sistema político, también corporativista. ¿Qué hizo Japón para salir de ella? Desde comienzos de los años ‘90 el gobierno ha presentado una serie de paquetes de estímulo, pidiendo prestado dinero para construir carreteras y puentes sin importar que el país los necesite o no. Estos paquetes crearon empleos directos y le suministraban a la economía en general un cierto impulso. En 1991, el gobierno japonés tenía un excedente bastante robusto (2,9% del PIB), pero en 1996 ya tenía un déficit peligroso del 4,3% del PIB. Fueron varios años de búsqueda de una solución a los reveses de la economía. Hasta que por fin se logró constituir un gobierno parlamentario fuerte, con legitimidad y suficiente poder para encarar las necesarias reformas económicas, principalmente, del sistema financiero. Las principales herramientas para luchar contra la crisis fueron una política monetaria y una fiscal sumamente flexibles. Las tasas de interés de referencia del Banco de Japón se redujeron fuertemente de 6% a principios de los ‘90, a 0,50% a mediados de la década. Por último, en el 2001, se buscó un nivel de tasas de casi 0 (0,10%) que no volvió a tocarse hasta la actualidad. Con ello se buscó inyectar grandes cantidades de liquidez con políticas de mercado abierto (comprando todo tipo de activos financieros nipones). Esta abun- dancia de liquidez y una política de asistencia directa desde el gobierno permitieron al sistema financiero enfrentar el proceso de reestructuración que se le impuso y evitar el colapso. La economía japonesa empezó a consolidarse efectivamente en 2003 y mantuvo tasas de crecimiento moderadas pero en aumento desde ese entonces. En un comienzo, las exportaciones sostuvieron la economía y fueron el motor de su reactivación. Sin embargo, pronto se sumaría con fuerza el consumo y en 2004 despegó la inversión. Si bien el proceso deflacionario empezó a revertirse en ese mismo año, todavía los niveles de inflación son cercanos a cero, aunque positivos. En la actualidad la situación política y económica luce mucho mejor y la economía japonesa parece estar revirtiendo la tendencia recesiva que se observó en la década pasada. Los datos son sumamente alentadores para Japón que cerró el 2005 a toda orquesta. Los números de crecimiento para el cuarto trimestre del año superaron las expectativas del consenso, con un incremento del PBI real de 1,4% sobre el trimestre anterior, que se traduce en un crecimiento anual del 4,5%. Con este dato, el país nipón logra un aumento trimestral del PBI real por arriba del 1% en tres de los últimos cuatro trimestres, una performance que no se daba desde principios de la década del ´90, antes de que explotara la burbuja inmobiliaria y sumiera a Japón en un largo estancamiento. La economía japonesa continúa consolidando su expansión con un crecimiento del PIB de 3,1% estimado para 2006. El gran crecimiento logrado en 2005 estuvo motorizado por diversos factores. Por un lado, por las mayores exportaciones, debido a la fuerte demanda de EE. UU. y China y ayudado por una depreciación real del yen. Por otro lado, un factor crucial para tal crecimiento fue la aceleración del Consumo Privado que aportó 0,4 puntos porcentuales al aumento de 1,4% del PBI trimestral. A su vez, la baja tasa de desempleo (4,4% promedio en 2005) y la mejora en los ingresos han tenido efecto sobre el nivel de confianza de los consumidores, que se mantuvo en niveles altos durante todo el año. En este contexto de recuperación de la demanda interna y externa, junto con los aumentos en los precios de los commodities, la electricidad y la telefonía, el Indice de Precios al Consumidor (IPC) subyacente, que excluye alimentos frescos, está exhibiendo variaciones interanuales positivas desde octubre del año pasado, luego de 24 meses de deflación. En este marco, luego de que el IPC subyacente de febrero registrara una suba de 0,5% interanual, el Banco de Japón anunció, el pasado 9 de marzo, el inicio de un cambio de sesgo de su política monetaria. Este cambio consistirá en el abandono gradual de las metas cuantitativas sobre las cuentas corrientes que las entidades financieras mantienen en el Banco de Japón, para pasar a una política de tasas, con foco en la tasa de mercado de “call”. |