| Todas las miradas apuntan al 29 de junio. Ese día el titular de la Reserva federal de los Estados Unidos (Fed), Ben Bernanke, anunciará qué pasará con la tasa de interés de los Bonos del Tesoro. Pero los mercados ya se anticiparon a los anuncios con las estrepitosas caídas de las Bolsas en todo el mundo. En los último 60 días, los principales indicadores bursátiles norteamericanos cayeron, en promedio, alrededor del 15%. En los países emergentes ese valor golpeó mucho más y se ubicó por encima del 20%. Las Bolsas, en general, se anticipan a los acontecimientos de la economía global. Es por ello que muchos de los analistas consideran que la Argentina podría ingresar en un proceso de desaceleración económica producto de estos altibajos en el mercado internacional. Las palabras del presidente del Fondo Monetario Internacional, Rodrigo de Rato, no ayudaron a poner calma en el ambiente: “Es probable que la economía esté ingresando en un escenario recesivo”. El deterioro del contexto internacional es consecuencia de que se espera más inflación y menos crecimiento en EE. UU. y, en general, en todas las economías en desarrollo. La elevada inflación minorista norteamericana hace pensar que el ciclo alcista de las tasas de interés no habría concluido. Esto implicaría que la misma se ubicara por encima del 5% anual en los próximos meses, una cifra que podría empezar a afectar el ritmo del crecimiento económico mundial. Muchos analistas asimismo arriesgaban, a principios de esta semana, que la Fed analizaba anunciar la última semana de junio una suba sobre la tasa de 0,5 puntos para llevarla, de un salto, al 5,5% anual. Ante esta expectativa de aumento de tasas y desaceleración del crecimiento económico mundial, los inversores buscan refugio en activos seguros. En los últimos 30 días más de 65.000 millones de dólares dejaron las Bolsas del mundo para ubicarse en ‘Fondos Money Market’, un resguardo que continúa siendo seguro para muchos inversores. ¿Cómo queda la Argentina frente a este nuevo escenario internacional? La mayor parte de los analistas coincide en señalar que la posición del país es hoy mucho más segura que años anteriores ante una posible crisis internacional (ver recuadro). Sin embargo, el debate se genera sobre las dudas acerca de la posibilidad de continuar creciendo y romper de esta manera la historia de ciclos cortos de expansión económica que ha registrado la Argentina en los últimos 100 años. Esta es la base conceptual de un reciente estudio elaborado por el economista Mario Brodersohn, de la Consultora Econometría, titulado “La onda larga de crecimiento de Kondratieff reemplazó los ciclos de stop and go”. El fracaso del paradigma de la Convertibilidad como instrumento para superar los ciclos cortos de crecimiento del Argentina finalizó con una modificación estructural del programa económico. El tipo de cambio real bajo fue reemplazado por uno alto y los déficits fiscales y externos por fuertes superávits. Tal como lo destaca Brodersohn en su trabajo, un elemento central de este cambio de paradigma es un nuevo y mucho más favorable contexto económico internacional como resultado del empuje que crea el desarrollo económico de China e India, lo que se refleja en los elevados precios de los commodities. El nuevo modelo económico del presidente Kirchner requiere un tipo de cambio alto para poder mantener las retenciones a las exportaciones y sostener superávits externos y fiscales importantes que permitan financiar un elevado y sostenido crecimiento económico. Si el dólar alto cae, es decir se aprecia tal como lo hizo en Brasil y otros países del mundo, se desmoronaría el nuevo paradigma del oficialismo dadas las dificultades de sustituir los ingresos impositivos provenientes de las retenciones a las exportaciones. Según Brodersohn, el dólar alto puede caer por el accionar de dos fuerzas. Una externa, que es la baja de los precios internacionales de determinados commodities, y otra interna que es la presencia de inflación generada por el elevado ritmo de crecimiento económico y las debilidades propias que presenta una política de regulación de precios en el mediano plazo para el control de este indicador. Respecto de las cotizaciones internacionales que se proyectan sobre los commodities, distintos estudios del Banco Mundial destacan que para el período 2007-2010 los mismos caerán por debajo de los niveles actuales. La caída generalizada de la Bolsas en el mundo puede ser el primer indicio de esta proyección sobre la desaceleración de la economía global. Junto a este escenario aparecería la menor demanda de commodities de los distintos países que hoy lo hacen con firmeza y la caída de precios sobre los mismos. ¿Qué garantías hay de que una menor expansión económica de las naciones desarrolladas no afecte el crecimiento de China y la India? Ninguna. Pero el nuevo paradigma argentino enfrenta no sólo el desafío de un contexto internacional menos favorable, sino también el de frenar las expectativas inflacionarias que están asociadas al acentuado y sostenido proceso de expansión económica que vive el país desde hace tres años. En el frente interno, la pregunta es ahora si los precios ‘administrados’ por el gobierno no están generando las condiciones de una inflación reprimida que en algún momento se mostrará en su real dimensión. Para la Consultora Econométrica, la respuesta a esta pregunta va a depender de la manera en que el gobierno resuelva los siguientes desafíos: • La debilidad estatal para gerenciar la política de precios administrados: luego de diez años de libertad total sobre la política de precios, el Estado desarticuló totalmente los organismos de supervisión y control montados previos a los años ’90. Por lo tanto la capacidad institucional del gobierno para gerenciar una eficiente política de precios administrados hoy es prácticamente inexistente. • La creciente distorsión de precios relativos debilita el incentivo a invertir. El caso más emblemático es el energético. Desde la salida de la Convertibilidad el Indice del Costo de Vida creció algo más del 80% mientras que los precios de los servicios públicos, en este mismo período, lo hicieron a tasas del 13%. Esta distorsión de precios relativos determinó que muchos sectores dejen de recolocar sus fondos en el país. La demanda de energía para una expansión económica del 7% anual requiere hoy fuertes inversiones que no están proyectadas para que desembarquen en el país. Todo ello oscurece el panorama futuro en términos de abastecimiento energético en un contexto de expansión sostenida de la demanda. • La iniquidad derivada de la segmentación laboral: cerca de la mitad de los trabajadores del país hoy se encuentra en negro y esta situación irregular difícilmente pueda sostenerse en el tiempo. Estas diferencias sociales sólo pueden modificarse con decisiones de política económica orientadas a cambiar los actuales niveles de la segmentación y estratificación laboral, lo cual podría afectar la tasa de inflación y la sustentabilidad de un dólar competitivo. • El deterioro acumulado de los salarios públicos y las jubilaciones atentan contra el superávit fiscal. La capacidad política del gobierno para limitar el crecimiento del gasto público se concentra en los salarios y las jubilaciones, dado que los subsidios y la inversión pública se regulan en función de los compromisos que asume la gestión política del oficialismo. Esta realidad explica la resistencia del gobierno para aumentar el salario real de los empleados públicos y el aumento concentrado de las jubilaciones. Nuevamente, y tal como se señaló con los trabajadores en negro, la iniquidad social asociada con esta política puede ser conflictiva con los requerimientos de un elevado superávit fiscal para sostener el tipo de cambio alto. Si el paradigma kirchnerista logra superar los desafíos planteados, se estaría en condiciones de argumentar que se avizora un nuevo ciclo de onda larga de crecimiento, rompiendo con la tradición de los últimos 100 años en el país. Una economía menos expuesta El impacto de los cambios en el escenario financiero internacional sobre la economía argentina serían más reducidos que en el pasado. Por un lado, la dependencia del financiamiento internacional se redujo notablemente con el canje de deuda (que pospuso la mayor parte de las amortizaciones para después de 2011) y luego del pago voluntario al FMI con reservas internacionales acumuladas en el BCRA. En este marco, si se llegara a producir una crisis en los mercados financieros emergentes –lo cual se reflejaría en un fuerte aumento del riesgo emergente producto de un marcado “vuelo hacia la calidad” por parte de los inversores–, muchos consideran que es baja la probabilidad de que tal crisis termine trasladándose hacia el sector real de la economía, generando una merma en el nivel de actividad. En efecto, la menor necesidad que tiene actualmente la Argentina –en comparación a décadas pasadas– de colocar deuda en los mercados internacionales para satisfacer sus necesidades de financiamiento –gracias al menor peso de la deuda y al superávit fiscal–, lleva a que los canales de transmisión desde el sector financiero hacia el sector real de la economía sean mucho más acotados que en el pasado. Esto no significa que la economía argentina se haya independizado de lo que ocurra en el resto del mundo; de hecho, la Argentina sigue siendo un país altamente vulnerable al contexto internacional, principalmente porque los superávits gemelos –fiscal y externo– se sustentan en buena medida por los elevados precios internacionales de los commodities, en particular, de la soja. Así, la economía doméstica ya no se encuentra tan atada a la evolución de las tasas de interés internacionales (a menos que éstas se disparen fuertemente), pero su solidez macro depende en gran parte de la evolución que presenten los precios internacionales de los commodities. La clave está en detectar si las subas en las tasas de interés internacionales –no sólo de EE. UU. sino también de Europa y otros países, como India y Corea del Sur– terminarán generando una desaceleración del crecimiento económico global y una menor demanda de los commodities de exportación, lo cual generaría una caída en sus precios. Para muchos, en el corto plazo, los pilares fundamentales de este mercado alcista se mantendrán. Todavía existe una oferta limitada en la mayoría de estos productos que, sumada a las crecientes tensiones geopolíticas, mantienen el precio de los commodities en niveles históricamente elevados. Saber cómo piensa... La Reserva Federal subió la tasa en 400 puntos básicos desde el 30 de junio de 2004 hasta la actualidad. Además, en el comunicado se remarcó que las futuras decisiones de la Fed dependerán esencialmente de los indicadores de la coyuntura económica que se vayan publicando. De este modo, si bien se descontaba que la Fed aumentaría la tasa al 5% el 10 de mayo pasado, los inversores esperaban que el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, diera señales claras de que estaría próximo a concluir el ciclo alcista de las tasas de interés, lo cual no sólo no pasó sino que terminó ocurriendo exactamente lo contrario. Los mercados están totalmente desconcertados en este sentido. Algunos aseguran que una suba excesiva desaceleraría la economía internacional pudiendo producir síntomas de recesión en algunas regiones del mundo. Analistas de Wal Street no dudan en señalar, en este sentido, que ni la India ni China quedarían ajenos a un ajuste de la economía mundial. |