NEUQUÉN (AN).- La Cámara de Diputados de la Nación aprobó la semana pasada un proyecto de ley impulsado por la diputada neuquina Alicia Comelli, para frenar el éxodo de los pocos bandoneones que quedan en el país, cuya antigüedad data de entre ochenta y cien años. Aproximadamente existen unos 20 mil "fueyes" en Argentina, de los cuáles sólo un diez por ciento está en condiciones de ser utilizado por profesionales. Por día salen del país dos o tres instrumentos y ya no existe producción nacional.
Desde hace unos quince años el bandoneón se convirtió en el "souvenir" preferido del turismo extranjero. Pagan precios altísimos por llevarse a casa el instrumento tradicional del tango, que en la mayoría de los casos va a parar a vitrinas o living de grandes casonas. Este dato no sería preocupante si no fuera porque en Argentina no se fabrican "fueyes" desde la década del 30 y la reparación de los antiguos requiere de técnicas especiales y artesanales que pocos han continuado desarrollando.
El dueño de la Casa del Bandoneón de Buenos Aires, Oscar Fisher y la Universidad de Barcelona realizaron un estudio con el que determinaron que en el país existen sólo 20 mil instrumentos, una cifra por demás preocupante si se piensa que sólo un diez por ciento de ellos tiene la calidad exigida por los músicos.
"El dato más fuerte es que la cantidad de instrumentos que se sigue yendo supera los dos o tres por día", agregó Fisher. De acuerdo a un registro que el luthier lleva en su página web, por bimestre se computan unos cien pedidos de compra de "fueyes" a La Casa del Bandoneón.
Frente a esta realidad, la legisladora del MPN, Alicia Comelli elaboró un proyecto para crear el Registro Nacional del Bandoneón, bajo el ámbito de la Secretaría de Cultura de la Nación, donde se inscribirán todos los "fueyes" existentes en el país, su antigüedad y los datos de sus propietarios. Establece además, que los estados nacional, provincial, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los municipios tendrán prioridad de compra, cuando los propietarios de bandoneones que hayan pertenecido a reconocidos intérpretes o cuya antigüedad supere los 40 años, decidan vender. "Los propietarios deberán notificar, en forma fehaciente, a la autoridad de aplicación, su intención de vender", aclara el proyecto.
Además, la propuesta de Comelli prevé que sólo podrán salir del país aquellos instrumentos cuyos propietarios sean músicos profesionales u orquestas que realicen presentaciones temporales en el extranjero.
"Desde que el cambio es favorable para el extranjero, entre llevarse unas boleadoras y un bandoneón, el turista prefiere llevarse un bandoneón. Después del 2001 la gente que tenía uno lo vendía a 500 pesos, pero el turista pagaba unos dos mil dólares por uno de ellos. Es un negocio bárbaro para las casas de música. Incluso si el turista quiere venderlo en Europa puede pedir hasta cinco mil euros", explicó el luthier y dueño de la Casa del Bandoneón.
En Argentina, el precio de un "fueye" oscila entre unos mil dólares si el instrumento requiere algún tipo de reparación, y unos cinco mil pesos si está en condiciones óptimas de ser utilizado.
A partir de finales de la década del 30 dejaron de importarse "fueyes" y los Doble A, marca líder que se utilizan para la interpretación del tango, dejaron de fabricarse. "Importar bandoneones es casi imposible por sus altos costos, y aunque se pudiera, por la dinámica de los instrumentos y la calidad sonora que requieren los que se fabrican afuera no llegarían a superar a los peores que tenemos acá", consideró Fisher.
"El bandoneón es como el tango. Algo que teníamos, lo estamos perdiendo y luego lo lloraremos eternamente", concluyó el músico.