El pasado 5 de diciembre hemos recibido con mucho pesar la noticia del fallecimiento del doctor Rodolfo Magín Casamiquela, como consecuencia de una disfunción cardíaca y de otras complicaciones derivadas de una reciente operación.
Casamiquela fue un reconocido y controversial científico de enorme valor para la ciencia, muy ligado a la provincia de Río Negro, tanto desde lo profesional como desde lo afectivo. Apasionado y polémico, dedicó su vida a la recuperación de la cultura tehuelche, mapuche y otros pueblos originarios de la región.
Su curiosidad polifacética lo llevó más allá del campo de su formación y titulación específica en biología a otros tan variados y diversos como la paleontología, la historia, la geología, la lingüística, el arte rupestre y la toponimia patagónica, como asimismo la etnografía, la arqueología y la antropología.
Cuando en plena democracia recuperada lo nombraron director del Cenpat, reunió 70 adhesiones de diferentes niveles del Conicet, sin objeción alguna. Tampoco nadie lo objetó cuando lo eligieron concejal por el Frente Grande de Puerto Madryn.
En agosto de este año, impulsé la postulación de Casamiquela como Mayor Notable, premio que entrega todos los años la Comisión de Cultura de la HCDN a un grupo de personalidades. Pero entonces, una campaña de difamación orquestada por Graciela Suárez, a la que adhirieron algunos docentes y organizaciones sociales, presionó para que no se lo distinguiera acusándolo de haber participado en el Proceso de Reorganización Nacional y de tener actitudes xenófobas.
Ante tal reclamo me dirigí a la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Río Negro para que se expidiera, entiendo, luego de una investigación seria y responsable como lo amerita la defensa de los derechos humanos, y no utilizando una o dos notas remitidas por una de las partes.
La otra acusación fue tener una actitud xenófoba hacia el pueblo mapuche, basada en sus investigaciones en las que sostenía que los tehuelches eran los verdaderos pobladores originarios del Chubut y el norte patagónico. Sus estudios lo llevaron a afirmar que los mapuches cruzaron la frontera e invadieron a los tehuelches en el siglo XVII, pueblo al que consideraba prácticamente extinguido. Esta teoría le generó muchos enemigos, ya que afectó los intereses de los que él denominaba "indigenistas", quienes en nombre de los pueblos originarios -como sostenía el científico- hace años reclaman tierras, ofician de "seudo ecologistas" y continúan recibiendo subsidios del Estado.
Sus restos fueron trasladados para ser sepultados en su Ing. Jacobacci natal, donde paradójicamente fue doña Julia Nahuelquir, una anciana mapuche de 96 años, quien lo despidió con una canción en lengua mapuche. Que una anciana haya cantado en su lengua demuestra el reconocimiento que los representantes de esa cultura le tenían, y que él tanto valoraba.
Rodolfo Casamiquela no sólo fue un grande por sus aportes científicos, también por ser una persona extraordinariamente correcta y generosa que a lo largo de su vida respondió a la consulta de cualquier persona que quisiera saber alguna cosa referida a la Patagonia y que él pudiera resolver. Vale recordar el singular caso de la eximia Aimé Painé, a quien acompañó en recorrida por la provincia para que tomara contacto con sus conocidas abuelas mapuches. Ellas le enseñaron a la cantante la fonética de su lengua y así, con sus canciones, difundió su cultura por el mundo.
Se ha ido un gran hombre, que no ha pasado por la vida gratuitamente y que ha dejado un enorme legado que quedará presente en cada rincón de nuestra Patagonia y de nuestro país.
Hoy es preciso que demandemos y que luchemos por la imposición de la tolerancia como bandera y por el irrestricto respeto a la pluralidad de ideas ante una sociedad que apetece la unidad.
JUAN CARLOS SCALESI
(*) Diputado nacional