Orillando ya los 30 años de su hundimiento, la suerte del crucero "General Belgrano", sigue -por lo drástica- generando interés a la historia. Y está -también- siempre en el centro de la reflexión sobre las operaciones militares que dieron forma a la guerra de Malvinas.
Durante años -por caso- desde distintos sectores del nacionalismo argentino se acusó a Gran Bretaña de crimen de guerra por atacar el buque fuera de la zona de exclusión. Como se recordará, esta área conformaba un círculo de 200 millas marítimas alrededor de Malvinas sobre el cual el Reino Unido asumía su soberanía. Es cierto que al momento de ser hundido el crucero y sus escoltas -dos veteranos destructores con 35 años cada uno- navegaban por fuera de la zona de exclusión, al sur de ésta. Pero la acusación se formuló siempre desde una lectura muy parcial de la decisión británica. Se soslayaba un punto esencial de esa determinación: "El gobierno de Su Majestad se reserva el derecho de atacar a cualquier nave o aeronave, dentro o fuera de la zona de exclusión, que considere un peligro para sus fuerzas".
Más claro, imposible.
La propia Armada Argentina ha negado que el hundimiento haya implicado un crimen de guerra por parte de Gran Bretaña. En 1995, vía su jefe de Estado Mayor General -el almirante Enrique Molina Pico- se definió en contra de esa acusación.
El ex jefe de la Armada sintetiza acertadamente este punto de vista. Veamos:
* Todos los comandantes de unidades navales -él lo era de la unidad más moderna de la Flota de Mar argentina, el destructor "Santísima Trinidad"- sabían que estar fuera de la zona de exclusión no implicaba retirarse de la guerra. Todos habían leído la advertencia británica.
* El hundimiento del "Belgrano" no fue un crimen de guerra sino una acción de combate. Los 323 tripulantes que murieron en esa acción no fueron asesinados: murieron en combate por nuestro país.
* El hundimiento no fue una violación al derecho internacional. Fue un acto de guerra. Triste, sí, pero un acto de guerra. Pensar que fueron pobremente asesinados y no murieron en combate es ofender la memoria de quienes lucharon por su país.
Se seguirá sí debatiendo cuánto peligro entrañaban el "Belgrano" y sus viejos escoltas para la flota británica. Hay consenso entre ingleses y argentinos que estudian aquella guerra en que el grupo del "Belgrano" formaba parte de un ataque que -vía una clásica operación de pinzas- iba a descargar la Flota de Mar argentina sobre la británica en los primeros días de mayo del 82. Atacar antes de que la Royal Navy reuniera todos sus elementos en el Atlántico Sur. Los británicos conocían esta decisión que, a juzgar por lo que han escrito sobre el tema, les demolió los nervios. Pero el ataque no se dio por una razón insólita para el Atlántico Sur: la calma chicha del mar impidió que aviones navales -esenciales para la operación- levantaran vuelo desde el portaaviones "25 de Mayo".
Tras el hundimiento del "Belgrano", la Flota de Mar argentina se replegó sobre el continente. Se desplegó sobre "aguas negadas". En otros términos: poco profundas para que pudieran operar los submarinos británicos.
Claro, la decisión de hundir el "Belgrano" estuvo también dirigida a emitir un mensaje directo, claro, a Argentina: la Royal Navy no venía al Atlántico Sur para amenazar. Venía a pelear.
Pero ésta es otra historia.