A juzgar por el sociólogo brasileño Emir Sader, ya en ejercicio del poder Dilma Rousseff deberá encarar dos desafíos de índole estructural que acarrea su país. Veamos:
* En primer lugar, el monopolio del dinero, es decir, el rol del capital financiero. Brasil ya creó un impuesto a la circulación del capital financiero, pero es una medida menor frente al hecho de que el país tenga la tasa de interés más alta del mundo. Siempre fue un tema que bloqueó la posibilidad de intensificar el desarrollo económico y que canalizó la inversión improductiva y predatoria de la economía real, ya que no genera empleos ni bienes y, encima, reprimeriza el modelo. Habría que quitar la autonomía que, de hecho, tiene el Banco Central. Dilma demostró estar dispuesta a poner límites en estos aspectos, pero no sé hasta dónde avanzará. El incentivo estatal al capital industrial ya ha disminuido relativamente el poder del capital financiero, aunque sigue siendo un sector hegemónico.
* El segundo desafío a vencer es el monopolio de la tierra y el papel predominante del agronegocio en el país, esa suerte de modernización conservadora de las grandes unidades productivas sin pasar por la democratización de la tierra.
(Emir Sader es profesor en la Universidad de San Pablo y secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Es autor de "El nuevo topo" y coautor con Marcos Aurelio García de "Brasil, entre el pasado y el futuro")