WASHINGTON (AFP).- La determinación del Partido Republicano, reciente vencedor de las elecciones legislativas, de disminuir el déficit presupuestal de EE. UU. será rápidamente puesta a prueba en los hechos y podría llevar a la paralización temporal de ciertas actividades del gobierno.
Contrariamente a una creencia extendida, el gobierno estadounidense no puede ordenar gastos a su antojo. Washington tiene un límite para operar en descubierto. Pero en lugar de solicitar una ampliación a su banco, los presidentes norteamericanos deben demandar un permiso del Congreso. Un ejercicio ordinario que esta vez podría transformarse en un asunto delicado para el presidente demócrata Barack Obama.
En enero próximo, un año después del último aumento autorizado de la deuda, el gobierno posiblemente sobrepase el techo actual de su descubierto. Obama deberá entonces pedir un nuevo umbral para la deuda ante un Congreso que ahora incluye al ultraconservador Tea Party, que estima que los 1,43 billones de dólares actuales ya son un nivel bastante elevado. En 1995, el Partido Republicano no autorizó el incremento de la deuda estadounidense, lo cual obligó al entonces presidente norteamericano Bill Clinton a cerrar por varios días servicios no esenciales del Estado con el fin de evitar un default.